Ivi May Dzib
I Al final del 2018 una de las películas que más sonaron fue Roma, de Alfonso Cuarón, primero por la polémica que se armó en el Festival de Cannes que pedía a gritos que la película formara parte de su certamen, pero debido a que ésta fue producida por Netflix no sería estrenada en ningún cine francés, sino en una plataforma digital, lo que contravenía una de las reglas del famoso festival y dejaba a la película fuera de competencia. Luego se armó alrededor de la película una campaña publicitaria que giraba en torno a la actuación de Yalitza Aparicio, maestra de preescolar quien tiene el papel protagónico y quien nunca había participado en ninguna otra producción cinematográfica o teatral, y cómo era víctima del racismo y discriminación de sus compatriotas, ya que con su rostro indígena se estaba llevando todas las portadas de las revistas más importantes, además de estar nominadas a varios premios por su participación en la película. Roma se exhibió para la prensa antes de su estreno en Netflix que se programó para el 14 de diciembre, la respuesta de la crítica no bajaba la última obra de Cuarón como la mejor obra de arte que se haya filmado en México, incluso había quienes decían que era la consagración, la obra maestra del cine de autor, una obra de arte de principio a fin, llena de honestidad. Los elogios sobraban, lo que hizo que la curiosidad y ansiedad por ver la película se multiplicaran, pero la película no estaba en los cines, incluso hubo quienes hablaban de un boicot al trabajo de Cuarón, pero más bien él estaba siguiendo las reglas de un contrato de exclusividad, porque no hay que olvidar que la industria cinematográfica ha cambiado, basta revisar las últimas producciones de Netflix en cuanto a películas y series para ver que están invirtiendo en serio y comprando los servicios de creadores importantes que llevan un sello de garantía. Por fin se consiguió que la película se estrenara en algunos cines, aquí en Mérida se proyectó por breve tiempo en el Siglo XXI, eso contribuyó a que por las redes sociales y en diferentes periódicos y revistas se repitieran los mismos comentarios: obra de arte, película cumbre de la cinematografía universal, la gran ganadora de los próximos premios Oscar, incluso Jesús Silva-Herzog Márquez publicó en Reforma un texto en el que señalaba lo siguiente: “El entusiasmo sólo se expresa en desmesura. Contenerlo es falsificarlo. Roma es una obra de arte como la que no se ha producido en México en este siglo. Más que una cinta, es un acontecimiento que solamente puedo comparar con la publicación de El laberinto de la soledad o de Pedro Páramo”... Lo anterior puede parecer exagerado o bien, la mejor forma de llenar de curiosidad o entusiasmo a los consumidores de arte; por otra parte, también hubo personas y críticos a quienes Roma no les cayó en gracia, la consideraban una película sobrevalorada, los caprichos de un director que filmó un capítulo de “La rosa de Guadalupe” pero en blanco y negro, porque no hay que pasar por alto que Roma termina siendo un melodrama familiar, una película que nos habla de los problemas caseros y domésticos, lo que no es no está ni bien ni mal, porque podemos encontrar grandes películas con esta misma temática. No es que Roma haya dividido a la audiencia, ya que la mayoría estaba a favor de que nos encontrábamos ante una película única que tocaba las fibras más sensibles de la condición humana, además de dar un recorrido por el México de los años 70, ese México del priísmo que asesinó a estudiantes, pero que mantenía a sus trabajadores de la clase media en cierta estabilidad económica, no como ahora. Ya con el contexto que expuse, el 25 de diciembre me senté en la tranquilidad del hogar a ver la última película de Cuarón, ya que dos amigas me comentaron que la película no tenía pierde. Cuatro horas después de haberla visto, seguía esperando la obra maestra y la gran actuación de Yalitza Aparicio. Sólo pude concluir que Roma es una buena película, ojalá hiciéramos un acontecimiento cada vez que vemos una, pero solo nos corresponde hablar de lo que dicta la agenda, ésa que seguimos y reproducimos por las redes sociales... Continuará.