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Cultura

Dos Premios Villanueva para el teatro mexicano

Pedro de la Hoz

Cada año por esta época los críticos de teatro, pertenecientes a la Asociación de Artistas Escénicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba conceden los Premios Villanueva a los mejores espectáculos nacionales y extranjeros representados en las salas de la isla a lo largo del año precedente.

Llevan el nombre de un antiguo coliseo habanero donde el 22 de enero de 1869, pocos meses después del inicio de la gesta emancipadora, las fuerzas represivas coloniales reprimieron brutalmente a actores y público por haber manifestado convicciones independentistas durante la función de la comedia Perro huevero… aunque le quemen el hocico; ante el bocadillo que ponderaba “la dulce tierra donde crece la caña” y la respuesta del auditorio, “Cuba libre”, la milicia del régimen de Madrid la emprendió a disparos y bayonetazos contra los asistentes.

Concedidos ininterrumpidamente desde 1986, los Premios Villanueva han consolidado su prestigio como el más importante galardón para las puestas en escena, ya sean de teatro dramático o danzarias de la temporada anual.

Al pasar revista a lo acontecido en 2018, los críticos decidieron distinguir el trabajo de seis compañías extranjeras entre las que pasaron por Cuba; dos de ellas mexicanas: Teatro de la Rendija, de Mérida, y Lagartijas Tiradas al Sol, surgido tres lustros atrás en el Centro Universitario de Teatro de la capital.

En el caso de la primera, el lauro lo mereció por la versión de El divino Narciso, pieza de Sor Juana Inés de la Cruz con la que llegaron en mayo a las jornadas Mayo Teatral, que organiza la Casa de las Américas, mientras la segunda desplegó en septiembre un ciclo de cuatro obras de su repertorio en la sala Llauradó, las cuales fueron evaluadas por la crítica como un solo programa integral.

Como referencia del rigor del juicio, deben mencionarse las otras cuatro compañías seleccionadas para recibir los Villanueva 2018: el Ballet de Ginebra por la coreografía de Claude Brumachon para Carmina Burana; el colectivo chileno Mateluna por la obra homónima; Cuento 53: Snow White, de la puertorriqueña Débora Hunt para Maskhunt Motions; y el Danish Dance Theater por Sirena, del coreógrafo sueco Pontus Lindberg.

Los críticos cubanos tuvieron en cuenta, a la hora de ponderar la puesta de El divino Narciso, la mezcla de ingenio y aguda perspectiva en la revisión y actualización de un texto del barroco americano que expone el contrapunto entre las ideas de mujeres mexicanas del siglo XXI con una mujer excepcional del siglo XVII en la Nueva España.

En tal sentido, Roberto Pérez León escribió en el portal Cubaescena: “Hacía mucho que no veía en un escenario nuestro el verso tan bien puesto y tan bien sonado. Subir versos requiere de un trabajo actoral que no muchos pueden emprender, y mucho más cuando se trata del más espeso teatro dramático que tiene como agregado el barroco. Sólo una mujer de la intrepidez teatral de Raquel Araujo puede poner en consonancia tantas sustancias no usuales en la escena contemporánea. Ella crea una partitura de un pulido de orfebrería y logra lo arrebatado del barroco y la serenidad inquietante del mito”.

Lagartijas Tiradas al Sol apuesta por lo que llaman teatro documental contemporáneo, a partir de la necesaria relectura y reescritura de la historia mexicana. El ciclo integrado por las piezas Ya nada nos dará lo mismo, Veracruz, Tijuana y Este cuerpo mío compartieron una visión innovadora de las posibilidades de la escena como herramienta para cuestionar realidades silenciadas por el discurso oficial.

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