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Cultura

Mujeres, arte y otras razones

Jorge Cortés Ancona

Sin dejar de reconocer los obstáculos puestos por el patriarcado a las mujeres creadoras de las artes y la literatura, existen otros factores que han incidido en su labor artística o literaria y en su fama en vida o póstuma. Hay entrecruces con cuestiones de estrato social, de contexto político, de ideología e incluso razones menos claras.

La pintora renacentista Sofonisba Anguissola, perteneciente a la nobleza, tenía que verse obligada a trabajar solamente en su estudio, sin tomar apuntes al aire libre ni emplear modelos desnudos. Aunque eran muy pocas las mujeres que en esa época pintaban, no pesaba tanto su condición femenina, sino el factor de que el trabajo de pintor se considerara como propio de estratos sociales inferiores. Al ser un trabajo que se hacía con las manos y que manchaba el cuerpo y la ropa, una persona noble no debía rebajarse en esas tareas. Eso explica que hasta el siglo XVIII inclusive sean tan escasos los nobles que fueron pintores. En su labor de pintora, a Sofonisba no le pesó tanto ser mujer, sino su posición social conforme a las normas de su época.

En varias ocasiones he leído o escuchado que existen muy pocas mujeres compositoras de música académica. Podemos encontrar muchas ejecutantes pero no creadoras de piezas. Y en ningún caso se le atribuye al patriarcado, sino a razones que habría que analizar. Sin duda, una de las primeras disciplinas a las que las mujeres tuvieron acceso fue la música, sobre todo de piano y de instrumentos de cuerda. Sin embargo, aunque existe actualmente una gran cantidad de compositoras de música popular, artistas visuales, escritoras, investigadoras, dramaturgas y coreógrafas sigue siendo poca la presencia femenina en la creación de música académica.

Por supuesto que existen y han existido compositoras de este tipo de música, pero con poca difusión, a lo cual yo agregaría que es un problema compartido con sus colegas varones, en mayor grado cuando provienen de países distintos a los dominantes en la música occidental. La difusión de su obra, obligada a la interpretación sonora especializada, se ve restringida por el desinterés y las conveniencias del mundo musical hegemónico y se podrán morir sin escuchar alguna de sus piezas ejecutada de manera formal. En cambio, el hecho de que haya tan pocas mujeres directoras de orquesta sí podría considerarse consecuencia del patriarcado.

En otros casos, pesa la ideología. En 1917 se cumplió el centenario del natalicio de la poeta hidalguense Margarita Michelena, pero la efeméride pasó casi inadvertida. Si sólo consideráramos su obra poética habría justificadas razones para recordarla, pero si tenemos en cuenta sus artículos periodísticos los buenos deseos se desvanecen. Entre tantas falacias, recuerdo que alguna vez señaló que en México no deberían hacerse concursos de belleza, opinión que estaría bien en sí pero no por su argumentación: nuestras mujeres mexicanas no son bellas porque están mal alimentadas, a excepción de las mujeres del norte del país –región en que, por cierto, incluía también a Yucatán– donde las bellas sí abundan por estar mejor nutridas. Su ideología ultraconservadora y prejuiciada no es para nada un aliciente para recordarla, aunque indudablemente lo merezca como poeta.

Otras veces el problema reside en los orígenes familiares y el contexto político. Laura Méndez de Cuenca es una de las voces poéticas más interesantes dentro de la relativa pobreza lírica del siglo XIX mexicano. Aunque fue una educadora reconocida y publicaba con relativa frecuencia en casi todos los géneros literarios tanto en libros como en periódicos y revistas merecía haber sido mejor reconocida en el poderoso mundo patriarcal de la literatura mexicana de su época. Ella falleció en 1928 y su obra permaneció en el olvido durante décadas hasta que se le empezó a valorar de nuevo a fines del siglo pasado. Nosotros sabíamos de ella gracias a Raúl Cáceres Carenzo, autor de una antología de su obra poética, publicada varias veces en el Estado de México.

¿Por qué si su obra poética es valiosa no se le reconoció como era debido? En principio habría que considerar si tuvo alguna influencia o no el dato de ser “nieta de su abuelo”, nada menos que el pastelero francés que fue pretexto de la Guerra de los Pasteles en 1838. En efecto, ella se apellidaba Laura Méndez Lefort y aunque el hecho ahora es irrelevante, el México que ella vivió acababa de salir de una nueva guerra contra los invasores franceses. Pero más que nada, pesó el rechazo que las élites dominantes de la literatura mexicana mantuvieron en buena parte del siglo XX hacia las producciones líricas del siglo anterior, lo cual afectó el reconocimiento de la obra de autores varones y mujeres en general.

En suma, hay casos que sí son excepción a la tendencia patriarcal para entender la ausencia del reconocimiento debido a las valiosas aportaciones de mujeres creadoras.

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