Luis Carlos Coto Mederos
Luis Gómez
II
801
Ojos verdes
Ojos verdes y sensuales
que hablan extraños idiomas,
arrulladoras palomas
de los parques celestiales.
Ojos dulces, virginales
que alumbran la lejanía,
ojos de rica ambrosía,
hechiceros en sus fondos,
verdes, grandes y redondos
como la esperanza mía.
Ojos claros y encendidos
que van por mi amor en pos
verdísimos como dos
limones recién nacidos.
Luceros aparecidos
como esmeraldas sin dueños
que en los remansos trigueños
amorosos se adivinan
como rayos que iluminan
las dudas de mis ensueños.
Ojos que siempre soñé,
que mis sueños arrebatan,
que de ilusiones me matan
y que en silencio besé.
Enigmas que descifré
en mis noches sin linderos
cuando por largos senderos
me pierdo entre los abismos
de los verdes cataclismos
de esos ojos hechiceros.
Ojos verdes y chispeantes
que se abren y resplandecen,
que en sus orbitas parecen
tormentas relampagueantes.
Ojos de extraños diamantes
de poderes sobrehumanos,
ojos que vagan lejanos
y aparecen en mis sendas
como las viejas leyendas
de los lagos venecianos.
802
Tu lunar
Ese lunar que te brilla
tan negro como el olvido
es la magia de Cupido
que asoma por tu mejilla.
Con qué seducción me humilla
tu esbelta gracia cubana
y cuando vas de mañana
me enloquecen tus vaivenes
con ese cuerpo que tienes
de guitarra valenciana.
Tu lunar fue dibujado
por el más fino pincel,
quizás fuera Rafael
que se sintió enamorado.
Tu encanto me tiene atado
para que preso cantara
cuando en silencio soñara
con emoción absoluta
esa noche diminuta
en la seda de tu cara.
¿Quién no se inspira, mujer,
en esa belleza extrema:
carne hecha flor y poema
de amor que mueve a mi ser?
Ojos que quieren arder
de pasión en fuego vivo,
alargando un buen motivo
para que yo me emborrache
contemplando el azabache
de tu lunar, emotivo.
Si yo ese lunar pudiera
robármelo de tu cara,
–aunque después me costara
pagar con la vida entera–
con tal locura lo hiciera,
–con devoción justa y grata–
y como que me arrebata
te daría como orfebre
un beso, sobre la fiebre
de ese lunar que me mata.
803
En la esquina de tu amor
Todas las tardes te miro
pasar por la misma calle,
y prendido de tu talle
se va colgando un suspiro.
En el aire que respiro
se da tu perfume en flor
y cuando cambia el color
la distancia del camino
me embriago en el rojo vino
añejado de tu amor.
Todos los días te siento
con tus risas peregrinas
que son como golondrinas
por los caminos del viento.
Contigo mi pensamiento
sigue prendido del talle
y cuando un lirio del valle
te perfuma la hermosura
abrazado a tu cintura
cruzamos la misma calle.
Y si te incita la prisa
como mariposa loca
me regalas de tu boca
el clavel de una sonrisa.
Cuando el occidente iza
su bandera de oro y grana
y cuando ya es de mañana
que el sol el paso te apura
vas moviendo tu cintura
de guitarra valenciana.
Brotan de tus labios gruesos
arcoiris encendidos
y me arrullan los oídos
las palomas de tus besos.
Vuelan los suspiros presos
liberados del dolor
y tú, dejando el rumor
por donde sólo me viste,
como un centinela triste
en la esquina de tu amor.