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Jorge Cortés Ancona

La invención del collage como técnica artística es atribuida generalmente a Pablo Picasso con su Naturaleza muerta con trenzado de mimbre de 1912. Asimismo, este artista, al igual que Georges Braque y otros pintores cubistas y de otras tendencias de vanguardia, realizó obras que integraban a las pinceladas pictóricas recortes de periódicos cuya inclusión tenía sentido literal.

Un ejemplo de esto es la integración de recortes de periódicos a la vez que se hace referencia a la palabra journal, empleada ya sea como “jou” (juego), o “jour” (día), o bien, la primera sílaba de “jouer” (jugar), lo cual se reforzaba con la plasmación de dados, naipes, fichas de dominó o tableros de damas. De acuerdo con Rosalind E. Krauss, “en esos collages los fragmentos textuales se unen a los otros significantes y circulan con ellos”.

En el caso de la lengua española, quien empleó el collage como recurso literario fue Blas de Otero, en varios poemas, donde incluía ya sea versos de otros poetas o textos publicitarios. Otro caso particular es el del poeta mexicano José Emilio Pacheco, quien ha hecho uso de este recurso en poemas de tema político.

Con el tiempo, un poeta y crítico de arte mexicano, Alberto Blanco, compuso Un año de bondad, publicado en 1987, un libro concebido como un collage a la vez que como un conjunto de collages. En el primer caso se trata de definir esta técnica artística, enlazando 52 fragmentos seleccionados de diversos autores acerca del collage y que son integrados en un solo texto continuo a fin de conformar un collage textual que funciona a manera de prólogo de todo el libro.

En el segundo caso, cada uno de los mismos fragmentos aparece por separado en una sola página, acompañado en la otra de un collage realizado por el propio Blanco. O sea, que el autor presenta el mismo texto de dos modos para formar un libro que tiene como propósito explícito ser un homenaje al artista dadaísta y surrealista Max Ernst, autor de la novela-collage titulada justamente Un año de bondad, que en 2010 se expuso completa en el Museo Nacional de Arte de la Ciudad de México. Es de notar que en ninguno de los dos casos se aprecia una diferencia considerable en los textos que haga pensar en diversas autorías.

Con la articulación de ese libro se observa el modo en que funciona el mecanismo de proyección del diseño espacial del texto en la referencialidad temática, permitiendo un sentido didáctico que persuade a través de dos medios: el visual de los propios collages y el verbal de los textos seleccionados y organizados por el autor para formar un conjunto. Con ello, se crea una redundancia de sentido que hace explícito el sentido del collage. A la vez, se observa la materialización de un género y una simbolización del tema tratado, además de una interacción de medios diversos, ya que hay una conversión de lo que regularmente se hace a base de imágenes al sentido textual.

Es de notar que este autor ha ilustrado más de 60 libros del Fondo de Cultura Económica con collages, lo cual indica una tendencia a emplear esta técnica artística como medio de expresión personal y una forma especial de interdisciplinariedad de dicho escritor, conforme a lo que ha planteado en alguna ocasión: “Si las imágenes visuales se combinan con creatividad, es posible que su impacto se amplifique notablemente. Es de este juego que se establece entre los contenidos simbólicos que emerge una nueva propuesta, una reflexión, un reflejo de la propia psique”.

Asimismo, ha manifestado en otro texto su interés de que el libro sea una totalidad coherente, incluso en el plano físico-objetual en el cual ha llegado a participar más allá de la condición autoral del texto, tal como manifestó en una entrevista: “Me he pegado también, en la producción, a mis libros desde el principio. Me gusta el proceso de la edición. Y siempre está presente en mí la atención al objeto mismo, al libro (...) Que haya una coherencia entre lo que se dice adentro del libro y la manera en que se presenta ese objeto. Incluso, llegué al extremo, justamente con el libro dedicado a Max Ernst, Un año de bondad, de hacer el libro completito, desde la portada hasta la contraportada. Todo. Me hice cargo de todo: las ilustraciones, el texto, el diseño, el papel, el formato, la impresión, la tipografía, todo, todo”.

En este caso se observa la materialización de un género y una simbolización del tema tratado, además de una interacción de medios diversos, ya que hay una conversión de lo que regularmente se hace a base de imágenes al sentido textual. El collage se plasma en su aspecto visual pero también en el plano del propio texto, propiciando un reforzamiento del sentido que se pretende transmitir y con ello una persuasión más efectiva para entender la importancia de dicha técnica.

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