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Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

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La bronca segura

Dijo un curda marrullero,

entrando a un bar, con voz ronca:

Antes que empiece la bronca,

póngame un ron cantinero.

Sorprendido el tabernero,

el cañangazo le ofrece,

que raudo desaparece

de un solo trago el borracho,

quien repite: Otro, muchacho,

antes que la bronca empiece.

Viéndole el trago tomar,

intrigado, el cantinero

dijo al curda: –Compañero,

no sé cómo va a empezar

la tángana en este bar,

por mucho que yo cavilo,

si todo aquí está tranquilo.

¿A qué bronca se refiere?

–La que habrá cuando se entere

que yo no tengo ni un quilo.

Gilfredo Boán Pina

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Del vecindario

Vive en mi barrio Modesta,

a quien una pena embarga

y todo ruido la amarga

y cualquier bulla molesta.

Si lejos suena una orquesta,

si cerca pita un camión,

si el dueño de un carretón

pregona que vende mangos,

si un niño juega con fango

ahí mismo sale al balcón.

Al niñito Luis Enrique

le regalaron un chivo,

dando con esto motivo

para que se mortifique.

Por eso es bueno que explique

que si el chivo no pelea

con nadie, no chismosea,

ni un crimen va a cometer

¿qué otra cosa puede hacer

un chivo si no berrea?

Renael González

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Presentación

Y yo, Cipriano Isidrón

–quizás si mi nombre asombre–

porque quien me puso el nombre

no me tuvo compasión.

Pero hay una explicación

por muchos desconocida,

y es que mi madre querida,

que se llamaba Cipriana,

años cumplió la mañana

en que me trajo a la vida.

Por esa causa al chiquito

denominaron Cipriano:

el Cipriano bajó a Chano

y Chano vino a Chanito.

Muchas manos han escrito:

“Señores Chano y Sidrón”,

figurándose que son

dos, como Diana y Apolo,

sin saber que es uno solo

largo, flaco y narizón.

No me equivoco. Ya estoy

en el momento supremo

de la vida, y no le temo

si el último tumbo doy.

¿La tumba me llama? Voy

con mi modesto equipaje

a realizar ese viaje

de precisión absoluta

y con la hoja de ruta

en un bolsillo del traje.

Chanito Isidrón

Samuel Feijoó Rodríguez

Escritor y artista cubano conocido por su poesía y su narrativa, así como por su trabajo como dibujante y pintor.

De formación autodidacta, Feijoó fue, sin duda, el personaje más versátil de la cultura cubana del siglo XX.

Nació en San Juan de los Yeras, provincia de Villa Clara, el 31 de marzo de 1914. A la temprana edad de catorce años comenzó a escribir y a publicar sus primeros trabajos y ya se podía apreciar su inclinación por la recopilación y el estudio de narraciones populares.

Su extensa obra poética tiene, entre sus temas fundamentales, la belleza y el encanto del paisaje rural, así como una reflexión permanente sobre el ser humano y sus relaciones con el mundo. Fue un estudioso apasionado del folklor cubano, lo que lo motivó a recorrer campos, pueblos y bateyes en busca de mitos, leyendas y tradiciones populares. Realizó una impresionante recopilación de dicharachos, trabalenguas, refranes, adivinanzas, cuartetas, décimas antiguas e historias del campo cubano.

De su autoría destacan El negro en la literatura folklórica cubana (1980), Mitología cubana (1980) y Mitología americana (1983), textos imprescindibles para el estudio de la cultura popular en Cuba. Asimismo, su novela Juan Quinquín en Pueblo Mocho (1964), llevada al cine, la radio y la televisón, refleja en detalle los modos de vida del campesino cubano, sus maneras de divertirse, los guateques, los velorios y la forma de hablar.

Estuvo vinculado al grupo Orígenes y fue colaborador asiduo de su revista, así como de otras publicaciones de la Isla.

A lo largo de su vida recibió numerosos reconocimientos y distinciones, entre ellos Por la Cultura Nacional, en 1981.

Samuel Feijoó falleció el 14 de julio de 1992 en La Habana.

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