Luis Carlos Coto Mederos
204
La bronca segura
Dijo un curda marrullero,
entrando a un bar, con voz ronca:
Antes que empiece la bronca,
póngame un ron cantinero.
Sorprendido el tabernero,
el cañangazo le ofrece,
que raudo desaparece
de un solo trago el borracho,
quien repite: Otro, muchacho,
antes que la bronca empiece.
Viéndole el trago tomar,
intrigado, el cantinero
dijo al curda: –Compañero,
no sé cómo va a empezar
la tángana en este bar,
por mucho que yo cavilo,
si todo aquí está tranquilo.
¿A qué bronca se refiere?
–La que habrá cuando se entere
que yo no tengo ni un quilo.
Gilfredo Boán Pina
205
Del vecindario
Vive en mi barrio Modesta,
a quien una pena embarga
y todo ruido la amarga
y cualquier bulla molesta.
Si lejos suena una orquesta,
si cerca pita un camión,
si el dueño de un carretón
pregona que vende mangos,
si un niño juega con fango
ahí mismo sale al balcón.
Al niñito Luis Enrique
le regalaron un chivo,
dando con esto motivo
para que se mortifique.
Por eso es bueno que explique
que si el chivo no pelea
con nadie, no chismosea,
ni un crimen va a cometer
¿qué otra cosa puede hacer
un chivo si no berrea?
Renael González
206
Presentación
Y yo, Cipriano Isidrón
–quizás si mi nombre asombre–
porque quien me puso el nombre
no me tuvo compasión.
Pero hay una explicación
por muchos desconocida,
y es que mi madre querida,
que se llamaba Cipriana,
años cumplió la mañana
en que me trajo a la vida.
Por esa causa al chiquito
denominaron Cipriano:
el Cipriano bajó a Chano
y Chano vino a Chanito.
Muchas manos han escrito:
“Señores Chano y Sidrón”,
figurándose que son
dos, como Diana y Apolo,
sin saber que es uno solo
largo, flaco y narizón.
No me equivoco. Ya estoy
en el momento supremo
de la vida, y no le temo
si el último tumbo doy.
¿La tumba me llama? Voy
con mi modesto equipaje
a realizar ese viaje
de precisión absoluta
y con la hoja de ruta
en un bolsillo del traje.
Chanito Isidrón
Samuel Feijoó Rodríguez
Escritor y artista cubano conocido por su poesía y su narrativa, así como por su trabajo como dibujante y pintor.
De formación autodidacta, Feijoó fue, sin duda, el personaje más versátil de la cultura cubana del siglo XX.
Nació en San Juan de los Yeras, provincia de Villa Clara, el 31 de marzo de 1914. A la temprana edad de catorce años comenzó a escribir y a publicar sus primeros trabajos y ya se podía apreciar su inclinación por la recopilación y el estudio de narraciones populares.
Su extensa obra poética tiene, entre sus temas fundamentales, la belleza y el encanto del paisaje rural, así como una reflexión permanente sobre el ser humano y sus relaciones con el mundo. Fue un estudioso apasionado del folklor cubano, lo que lo motivó a recorrer campos, pueblos y bateyes en busca de mitos, leyendas y tradiciones populares. Realizó una impresionante recopilación de dicharachos, trabalenguas, refranes, adivinanzas, cuartetas, décimas antiguas e historias del campo cubano.
De su autoría destacan El negro en la literatura folklórica cubana (1980), Mitología cubana (1980) y Mitología americana (1983), textos imprescindibles para el estudio de la cultura popular en Cuba. Asimismo, su novela Juan Quinquín en Pueblo Mocho (1964), llevada al cine, la radio y la televisón, refleja en detalle los modos de vida del campesino cubano, sus maneras de divertirse, los guateques, los velorios y la forma de hablar.
Estuvo vinculado al grupo Orígenes y fue colaborador asiduo de su revista, así como de otras publicaciones de la Isla.
A lo largo de su vida recibió numerosos reconocimientos y distinciones, entre ellos Por la Cultura Nacional, en 1981.
Samuel Feijoó falleció el 14 de julio de 1992 en La Habana.