Luis Carlos Coto Mederos
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El conferenciante
Un señor vino puntual
a dar una conferencia
de cómo marcha la ciencia
a nivel universal.
A falta de otro local
dio su casa un comerciante,
y del barrio colindante
muchas personas llegaron
y en la amplia sala rodearon
al digno conferenciante.
La vieja Doña Fulgencia
que es madre de quince hijos
sintió enormes regocijos
por oír la conferencia.
Asiento de preferencia
tomó frente al profesor
y no perdió un pormenor
de la científica charla
y probó al interpretarla
su espíritu observador.
Les habló el conferenciante
del uranio, mineral
que es para la paz mundial
obstáculo amenazante.
Tocó el tema interesante
de los viajes a la luna,
detallando una por una
las cercanas relaciones
de cohetes, megatones
y naves de gran fortuna.
Habló del descubrimiento
contra la poliomielitis
y que contra la colitis
hay otro medicamento.
Buscando un asentimiento
le dijo a Doña Fulgencia:
usted, en su decadencia
volverá a ser muchachona
si se le inyecta la hormona,
último hit de la ciencia.
Sus arrugas pueden ser
borradas en medio día;
la plástica cirugía
hace milagros, mujer.
Mañana puede perder
un ojo, Dios no lo quiera,
y se le extrae a cualquiera
un ojo después de muerto,
se hace en el suyo el injerto
y está viendo hasta que muera.
Puede en cualquier ocasión
separarse de su esposo
y tener un niño hermoso
sin su participación.
Por medio de una inyección
se logra el feto contiguo
y ante ese problema ambiguo
la vieja le dijo: ¿Sí? …,
en eso déjenme a mi
seguir el sistema antiguo.
El científico le dijo,
incrédulo y asombrado:
En eso sigue atrasado
el campo bello y prolijo,
si es mejor tener un hijo
por medio de una inyección.
Y ella le dijo: Varón,
para que el ser nazca y vibre
hace falta lucha libre
mozambique, rumba y son.
Ramón Espinosa
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El pollo de Carolina
Carolina tiene un pollo
que casi lo crió a mano
y no sé si es jerezano,
si es quíquere o es criollo;
sé que tiene un desarrollo
a fuerza de vitamina,
y yo, que la hemoglobina
la quisiera levantar,
estoy loco por probar
el pollo de Carolina.
El pollo que está enjaulado
yo he podido descubrir
que se le quiere salir
la cresta por el costado.
Suelto va por cualquier lado
del portal a la cocina,
pero si alguien se avecina,
la dueña se echa a correr
y nadie puede coger
el pollo de Carolina.
Miren si el pollo ha engordado,
que solamente lo ablanda
un trozo de buena vianda,
¡y eso está garantizado!
Está gordo y colorado
que parece una gallina,
y hace poco en la cantina
comentó Manolo, el sordo:
¡Oye, mira que está gordo
el pollo de Carolina!
Un día llegó un hermano
formando tremendo rollo
y yo casi tenía el pollo
de Carolina en la mano.
Pero más tarde o temprano
ese cae en mi cocina;
ella ni se lo imagina,
pero yo, aunque me reviente,
le voy a meter el diente
al pollo de Carolina.
Félix Castellanos Perdomo