Joed Amílcar Peña Alcocer*
Hace unos días se realizó la XXV Reunión de Bibliotecarios de la Península, organizada por la Universidad Autónoma de Yucatán. Este es el foro de discusión sobre la especialidad con mayor tradición en el sureste mexicano y que desde sus orígenes tuvo como propósito coadyuvar al desarrollo de las bibliotecas locales.
Como era de esperarse, esta nueva edición contó con la participación de algunas figuras preponderantes de la investigación bibliotecológica nacional. Sus intervenciones a modo de ponencias fueron realizadas desde perspectivas críticas que intentaron mostrar, con mayor o menor éxito, la situación actual de algunos aspectos importantes del quehacer profesional del bibliotecólogo: normativa de bibliotecas, investigación en y sobre la disciplina, formación de usuarios, fondos antiguos, historia de bibliotecas y archivos, educación bibliotecológica, entre otros temas.
Cada una de las participaciones reafirmó, para todos aquellos que tengan un conocimiento básico de la literatura especializada y de divulgación más reciente, que la disciplina comparte a nivel iberoamericano varios problemas: falta de univocidad conceptual, desarrollo teórico insuficiente, modelos teóricos que no abarcan todos los escenarios reales, poca aplicación de una real filosofía de la información, respaldo estatal e institucional mínimo a la labor profesional en bibliotecas, entre otros.
La Reunión de Bibliotecarios atendió a la situación mexicana desde una postura crítica, en consecuencia debemos hacer lo mismo sobre nuestro contexto local. Una de las preocupaciones que los asistentes hicieron evidente fue la baja producción de investigación disciplinar. Lo anterior me llama mucho la atención porque el programa de la Reunión no integra una muestra de la investigación bibliotecológica que se desarrolla en Yucatán que, a pesar de ser poca, existe.
Después de emprender un amplio proceso de profesionalización de sus bibliotecarios, sorprende que desde la Universidad Autónoma de Yucatán no hayan propuestas de investigación bibliotecológica. Probablemente la profesionalización buscó mejorar la calidad de los servicios y no formar una masa crítica para colaborar con el desarrollo del proyecto de bibliotecas de la Universidad.
Posiblemente la práctica bibliotecológica en Yucatán se mantenga en los estándares tradicionales, es decir, prioridad a la gestión y a los procesos técnicos, esto a pesar del discurso progresista de las instituciones promotoras de esta labor profesional. El cambio de perspectiva se dará cuando al bibliotecólogo se le integre al sistema de generación de conocimiento de la Universidad pública como algo más que un administrador de libros. Hace unos años, cuando cursaba mis estudios en la UADY, asistí a una conferencia que ofreció la responsable de una biblioteca de campus, me sorprendió cuando aseguró que la labor interdisciplinar del bibliotecólogo era “asegurar la compra de libros de diferentes temas para la biblioteca”. Creo que la anécdota vale para ejemplificar lo poco compleja que es la reflexión local sobre nuestra función académica y social.
Mucho de lo anterior se debe a la exigua contribución de las Universidades para mejorar las condiciones de las bibliotecas y bibliotecarios yucatecos. Hace poco más de un año en la Universidad de Oriente ofrecimos un taller de actualización para bibliotecarios que recibió poca respuesta de nuestro público meta (bibliotecarios municipales y de universidades privadas), fuera de ello no se ha intentado otro medio de vinculación. La UADY colaboró en la elaboración del catálogo en línea del Sistema Bibliotecario de Yucatán, iniciativa que intentó integrar los registros bibliográficos de bibliotecas de Instituciones de Educación Superior, centros de investigación y de algunas bibliotecas públicas, al día de hoy no está actualizado y posiblemente sea poco usado.
Desde los cursillos de bibliotecología que ofertaba la Universidad de Yucatán hace unas décadas no ha habido un esfuerzo sistematizado de formación de bibliotecarios que no sea, necesariamente, cursar estudios profesionales de licenciatura o posgrado. Incluso habiendo en nuestro estado programas de licenciatura y posgrado en bibliotecología, en la Universidad de Oriente, no ha habido un acercamiento substancial con los interesados.
Se debe aumentar el número de reuniones especializadas en bibliotecología, la UADY tiene una y la UNO tiene jornadas anuales que han reunido a especialistas como José Mariano Orozco Tenorio o Martha Mantilla y, en congresos anteriores, a Jesús Lau, Rosario Rogel y Trinidad Monroy. A ellos se suman los bibliotecarios de la UADY, ESAY, Ciesas Peninsular, UNAM, UQRoo, Universidad de Buffalo, Universidad de Pittsburgh y Sedeculta que han presentado avances de sus respectivas investigaciones.
No obstante, la trascendencia de la bibliotecología yucateca será mayor cuando entre nosotros discutamos nuestros problemas y esa discusión la llevemos a planos diferentes del mero ejercicio académico.
*Integrante del Colectivo Disyuntivas.