Edgar Rodríguez Cimé
Ante el desprestigio internacional por la corrupción de políticos y empresarios, son los representantes de la cultura y el arte: pueblos originarios y artistas contemporáneos, quienes posicionaron a México como nación creativa y talentosa, por lo que llama la atención “la próxima desaparición de 31 idiomas de los 68 existentes en México, porque los sucesivos gobiernos (priistas, panistas o perredistas) no han hecho lo necesario para impedirlo”.
Habla Juan Gregorio Regino, del Instituto Nacional de Lenguas Indígenas: “31 de los 68 idiomas indígenas están en alto riesgo de desaparecer. A 500 años de la conquista europea, todavía vivimos bajo una estructura colonial, donde estos idiomas no se visualizan como ejes estratégicos para el desarrollo del país, y se les considera en los hechos como ‘marginales’, ‘inferiores’”.
En este escenario, denuncia el sabio mexicano Miguel León-Portilla, autor de Visión de los vencidos: “Todos los idiomas indígenas han quedado arrinconados en sus aisladas comunidades”. Y denuncia el método utilizado por los sucesivos gobiernos: “No se les enseña a los niños en las escuelas públicas; no cuentan con materiales impresos para cultivarlos; y se topan con un ambiente discriminatorio que les grita: ´ustedes son dialectos primitivos´, y ¡no son nada primitivos! Son lenguajes completos con todas las capacidades”. Y representan “universos de conocimientos distintos a la cultura mestiza mexicana, de donde procedemos la mayoría de mexicanos”.
Si la educación pública es piedra angular en el desarrollo de un pueblo, de ahí la necesidad impostergable de asumir el reto de implementar un Plan de Educación Intercultural Maya Español, del nivel preescolar hasta la universidad, para proponer a la Secretaría de Educación, del Gobierno de Yucatán, como eje transversal para el desarrollo del pueblo maya.
Resistencia biocultural del pueblo maya en el siglo XXI
A 500 años de la conquista, el colectivo Kanan Ts´ono´ ot (Guardianes de los Cenotes) sigue el ejemplo de lucha de Kan Ek y rebeldes de la Guerra de Castas, defendiendo tanto la salud de la Madre Tierra como su propio patrimonio ecológico, representado por el anillo de cenotes alrededor de la comunidad maya de Homún, que aprovechan para paseos ecoturísticos.
Sin embargo, un grupo de empresarios meridanos dzules a los cuales les importa un comino la contaminación del manto freático que surte de agua limpia a la ciudad capital, decidieron continuar contaminando la importante red de ríos subterráneos alrededor del municipio de Homún, al tratar de imponer el proyecto de una megagranja de cerdos contaminante tanto por la gran cantidad de desechos naturales como químicos en su subsuelo.
En ese escenario, la fortaleza y lucha de los pobladores de Homún les ha llevado a conquistar un amparo contra la violación a los derechos de sus niñas y niños en la salud, nutrición y ambiente, por la empresa de la megagranja de cerdos, lo cual convenció a la jueza (¡nótese la presencia de género para utilizar el derecho a favor de los de Abajo!), quien dictaminó a favor de los derechos de la niñez de Homún.
Como la jueza ordenó la inspección en la citada megagranja para confirmar la denunciada contaminación en el anillo de cenotes, al tiempo de exigir la salida de los animales mientras se efectúa la revisión, los empresarios contraatacaron con una “chicanada”: acusaron a la jueza de “favoritismo” con los ejidatarios, coronando sus canalladas con una solicitud de “recusamiento” (cambio) de la funcionaria en este caso. Lo cual no les funcionó.
Asimismo, por denuncias del colectivo maya Muuch Xíimbal (Caminando Juntos) de que no se realizaron las consultas públicas, se programó una reunión para audiencia de ley en el Tribunal Unitario Agrario Distrito 34, para “tratar temas relacionados con el despojo de tierras ejidales al pueblo maya de San José Tibceh, en el municipio de Muna, para la construcción de los megaproyectos solares Vega Solar I y Vega Solar II, en relación con actas de asambleas y contratos “irregulares”.
Al iniciar la audiencia, el abogado de los demandantes opositores al proyecto fotovoltaico solicitó el apoyo de un traductor maya-español certificado, derecho constitucional que debe ser garantizado y al cual buscaban acceder los ejidatarios, que requieren de un traductor del español al idioma maya.
En respuesta, y en acto de clara discriminación contra los derechos, la empresa extranjera puso en duda la identidad étnica de los demandantes y solicitó al juez cuestionarlos acerca de su nivel de entendimiento del castellano, alegando: “No basta autoadscribirse como indígena puesto que esa conciencia de identidad debe estar ligada a la comprobación de la existencia de la comunidad a la que pertenece”, ¡exigiendo documentos de identidad maya!, violando con esto el artículo 2 constitucional.
Como en un hecho de claro favoritismo empresarial, el magistrado Antonio Betancourt Sánchez, cuestionó la identidad étnica de los ejidatarios, defendiendo que entendían bien el lenguaje castellano para insistir en que no había necesidad de tal traductor al idioma maya, estos respondieron que su idioma original es el maya y desean comprender muy bien los detalles legales de todo lo ocurrido durante el juicio, por lo cual insistieron en el traductor.
Como en el libro Patas arriba, de Eduardo Galeano, en vez de respetarse la ley reconociendo la identidad de los demandantes, el magistrado determinó “por sus pistolas” ¡otorgarles tres días de plazo para exhibir constancia de pertenecer a una comunidad indígena maya (sic) para reconocerles el derecho a un traductor maya-español!, lo cual viola flagrantemente la Constitución Política Mexicana.
Sin embargo, un juzgado federal les concedió a los ejidatarios mayas de San José Tibceh la suspensión provisional, y todo apunta a que se concederá la suspensión definitiva, del requerimiento de un magistrado agrario de “comprobar que son indígenas”, ya que la exigencia viola claramente un derecho humano consagrado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Renacimiento intelectual y luchas por la defensa de derechos mayas
Y se habla de “renacimiento intelectual” porque debido a las ilegalidades cometidas por empresas de energía solar y eólica, así como porcinas, contra los derechos del pueblo maya, han surgido luchas de resistencia por la defensa del territorio de colectivos campesinos, como Ka´an Ts´ono´t (Guardianes de los Cenotes) o Muuch´ Xíimbal (Caminando Juntos), en Yucatán, acompañadas de intelectuales o periodistas mayas, que debieran estar aquí para aprender de ellos muchos laberintos de las leyes mexicanas, como el radio comunicador Bernardo Caamal Itzá o el poeta y teólogo Pedro Uc Beh.
En el escenario de las luchas de resistencia por el territorio, existen dos tipos de “opiniones que pesan”: los líderes naturales que usualmente destacan por su compromiso, visión y audacia para opinar, influir en la gente y tomar decisiones, así como intelectuales comprometidos que desde siempre y desde abajo han acompañado solidariamente y orientado, técnica o legalmente, a núcleos campesinos: silvicultores, productores, apicultores, ecoturismo.
Estamos avisados: quedan 11 años para reducir a 1.5 grados el calentamiento global y evitar llegar “al límite del límite”, o, como dice el grupo Caló, “empiecen a cantar / cuando calienta el sol…”. La realidad es sencillamente horrible: practicando “bici de montaña” en el monte de Ticul, me senté a descansar un rato. En mi propia cara, al mediodía, prendió el monte “por el efecto lupa”: cuando el sol pega de frente sobre un vidrió y se potencia el calor hacia el suelo y todo lo que esté muy cerca, como hierba y hojas secas, se encienden con un calor mayor a los 40 grados.
El pueblo maya, al tiempo que lucha por sobrevivir, también está haciendo su parte en la defensa de los derechos de la Madre Tierra.