Cultura

Miedo a Yo Yo Ma

Pedro de la Hoz

Ha circulado, aunque no como debiera, la noticia del concierto ofrecido por el célebre violonchelista Yo Yo Ma el pasado 13 de abril en Nuevo Laredo, Tamaulipas. Muy cerca del paso fronterizo hacia Estados Unidos, tocó dos veces; una para ofrecer su vibrante interpretación de las suites de Johan Sebastian Bach; otra, junto a una orquesta juvenil a la que impartió una clase magistral y hasta ejecutó una pieza del lugareño Enrique Medina. También lo hizo en Laredo, Texas, adonde llegaron los canales de televisión.

En la ciudad mexicana limítrofe dijo una frase memorable: “Es mejor construir puentes que muros”. Palabras que debían divulgarse más allá de las circunstancias en que fueron pronunciadas.

Pero lo que los medios de prensa de mayor alcance no han dicho es que la idea inicial de Yo fue abortada por las autoridades norteamericanas. Yo planeó su acción artística para ser realizada justo en medio del puente que une a los dos Laredos, con públicos en ambos lados. Por el periodista tamaulipeño Adolfo Mondragón nos enteramos que la alcaldía de la ciudad estadounidense y la patrulla fronteriza no autorizaron el concierto en el puente aduciendo “razones de seguridad”.

¿Qué les pasó por la mente? ¿Acaso temieron que entre los asistentes se colaran migrantes y aprovecharan la oportunidad para dar el salto que no les está permitido? ¿O que las palabras y la música de Yo incendiaran la atmósfera con un claro mensaje de repulsa a la xenofobia y la discriminación?

Pienso en el miedo a los símbolos y al poder subversivo de la cultura. Puentes en lugar de muros. Apuesta por el entendimiento humano. Eso es lo que ha promovido toda su vida Yo, inmerso en una gira con la pretende aunar voluntades contra divisiones absurdas y falsos compartimientos estancos.

De ello trata el Proyecto Bach, que pasó ya por la capital mexicana, en el Monumento a la Revolución; por el Puerto Rico colonizado por Estados Unidos, y se instalará pronto en Medellín, en medio de las convulsiones sociales de un país donde el paramilitarismo campea por sus predios y existe la sospecha de que desde la cúpula gubernamental no quieren respetar los acuerdos de paz.

Yo honrará a Bach en todos los continentes. A lo largo de dos años ha programado 36 conciertos, acompañados de igual número de foros de discusión colectiva. La primera experiencia, en septiembre de 2017, reunió a más de 13 000 personas en el Hollywood Bowl, de California, todas en silencio y en perfecta comunión con la entrega artística del violonchelista. No faltará en el itinerario la iglesia de Nicolás en la ciudad alemana de Leipzig, tan ligada a la memoria de Bach.

Al presentar el proyecto, Yo lanzó dos preguntas: ¿qué podemos hacer juntos?, ¿qué no podemos hacer solos? Es explícito al decir: “Creo que la cultura es parte esencial en la construcción de una sociedad fuerte. Mi esperanza es que juntos podamos utilizar la música de Bach para adentrarnos en la cultura que nos debemos”.

Los conciertos de Yo en el proyecto son gratuitos. Los melómanos que deseen conservar y reproducir las ejecuciones del artista pueden acceder en las tiendas de discos al álbum doble Yo Yo Ma: Six Evolutions, lanzado en 2018 por el sello Sony Classics, el cual, por cierto lleva 14 semanas en la lista de los 20 registros más populares de música de concierto en Billboard.

Esta es la tercera vez que Yo plasma en un fonograma las seis suites de Johann Sebastian Bach, desde que decidió hacerlo en 1998. Bach siempre ha estado con él. En varias ocasiones ha confesado que en los años de formación, cuando comenzó a estudiar el instrumento a los cuatro años en su París natal, y luego al perfeccionar sus estudios en Estados Unidos con el maestro Leonard Rosen, halló en las piezas de Bach una fuente inagotable de superación e inspiración.

El genial compositor alemán del período barroco compuso esas obras entre 1717 y 1723, en varias tonalidades. Como quiera que no existen las partituras originales, sino copias e impresiones posteriores, cada violonchelista posee la libertad de ajustar a su estilo la dinámica y la ejecución del arco.

En el pasado siglo, el extraordinario violonchelista español Pau Casals hizo de las seis suites una de sus fortalezas no solo como intérprete sino en tanto promotor de una cultura de paz. La grabación de la integral de las suites bachianas en 1936, feliz y pulcramente digitalizadas en 2003, constituyen un punto referencial ineludible.

Los mexicanos pueden blasonar de contar con un magnífico intérprete de esas obras en el maestro Carlos Prieto, amigo de Yo Yo Ma. Ambos coincidieron en La Habana para tocar juntos en el teatro Martí, convocados por el guitarrista, compositor y director de orquesta cubano Leo Brouwer.