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Cultura

El nuevo Teatro de la Opera de Shanghái

Pedro de la Hoz

En China, la ópera al estilo occidental, la que surgió en el Renacimiento europeo, gana cada vez más adeptos. En el gigantesco país asiático existe una tradición escénico musical antiquísima, cuya modalidad de mayor arraigo recibe el nombre de Ópera de Beijing. En Shanghái también desde tiempos ancestrales se ha naturalizado una variante local, que en chino se conoce por Huju.

Los dramas y comedias cantados, de Handel a Verdi, de Mozart a Puccini, eran allá hasta no hace tanto tiempo harina de otro costal. Ahora no. En las grandes ciudades se escenifican óperas e, incluso, como describiremos más adelante, autores chinos han escrito unas cuantas de buena factura y notable valor.

Síntoma de los nuevos tiempos será la construcción del nuevo Gran Teatro de la Ópera de Shanghái, prevista para 2021, a orillas del río Huangpu, muy cerca de donde estuvo enclavada la sede de la Expo Mundial de 2010. No lejos de allí, durante las dos últimas décadas, ha funcionado el actual Teatro de la Ópera, cuyo diseño se debió al francés Jean-Marie Charpentier. Esa instalación no desaparecerá, por el contrario, ajustará su perfil de modo que haya complementaridad más que competencia.

La edificación proyectada lleva la firma del estudio de arquitectura Snohetta, de Noruega, que triunfó en la licitación promovida por las autoridades locales. En su aval pesa la experiencia de haber concebido la Ópera de Oslo y la de la ciudad coreana de Busan. En los planos presentados destacan la recreación de formas espirales en la visión exterior y la disposición de tres auditorios para 2000, 1200 y 1000 capacidades, respectivamente.

En ese ámbito tendrá su sede definitiva la Shanghai Opera House. A diferencia de la norma occidental, el nombre corresponde a la compañía especializada en el género y no al recinto que alberga a la institución. La compañía, que cuenta con orquesta y coro y lleva a cabo una labor de perfeccionamiento pedagógico, ha ido armándose de un repertorio respetable y formado un público fiel. La orquesta, conformada en 1956, giró a principios de este año por Estados Unidos, con una favorable recepción. Sus tres directores en activo, Zhang Guoyeng, Lin Yousheng y Zhang Chengjie, recibieron elogios por su nivel técnico profesional.

Aunque en los papeles protagónicos muchas veces ha apelado al contrato de figuras internacionales de primer nivel, la compañía ha dado vida a obras emblemáticas como Aída y Otello, de Verdi; Los pescadores de perlas y Carmen, de Bizet; Payasos, de Leoncavallo y El amor de tres naranjas, de Prokofiev.

La ópera al estilo occidental llamó la atención a los chinos al punto que en 1945, en plena efervescencia revolucionaria, la compositora Yan Jinyuan acometió el encargo de poner música al drama La muchacha del pelo blanco, para muchos, paradigma de la asimilación de los códigos importados en función de los ideales patrióticos de la China popular.

Cercanos a la estética de un Chakovski o un Smetana, en clave nacionalista, se han escrito unas cuantas óperas; las más exitosas Xi Shi, de Lei Lei, y Cielo y tierra, de Li Yo.

Mientras toma cuerpo el nuevo Teatro de la Ópera de Shanghái, los chinos exportan sus experiencias lírico-musicales a Europa. La temporada 2019-2020 del famoso teatro La Fenice de Génova será inaugurada por la producción Marco Polo, que ya tuvo su estreno en Guangzhou. La obra fue concebida a tres manos por el músico alemán Enjott Schneider, el libretista Wei Tin y el director escénico danés Kasper Holden, mientras el elenco es totalmente chino.

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