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Odette Martínez de Velasco

Para reír un poco

Mujer desesperada va y le parte la cabeza con su computadora al técnico que se la entregó mal.

Presentóse la hoy detenida cerca de las tres de la tarde en la planta baja de un edificio de departamentos en donde se encontraba un local de reparación de computadoras. La mujer de edad avanzada, caminando con trabajo y después de abrir con mucho esfuerzo la destartalada puerta corrediza, simplemente se dirigió hacia el técnico al que visitaba por quinta vez, después de haberle “mal formateado” la computadora, y de un solo movimiento le sorrajó su computadora en la cabeza partiéndola en dos y dejando inconsciente al susodicho. La secretaria alarmada llamando a la policía, le pedía auxilio señalando que una mujer trastornada había irrumpido en el local para agredir a su compañero. Acto seguido y más enfurecida aún que antes, la anciana sacando fuerzas de flaqueza procedió a darle un cachetadón computero a la representante del desacreditado lugar, enviándola literalmente a la banca de la oficina al utilizar la otra mitad de la computadora quebrada y con los cables de fuera para terminar su faena. Sin poder controlarse todavía, la anciana, llorando, aventaba de un lado a otro brincando sobre de ella los pedazos de una computadora inservible como a gritos relataba, en ocasiones estrellándola contra la pared, otras sobre el escritorio, pateándola bajo la mesa, sacándola nuevamente y amenazando con los restos de ella a quien se cruzara en su camino. Fueron necesarias más de tres patrullas, veinte agentes de seguridad y una buena psicóloga para poder controlar a la mujer, quien amenazaba con un monederito en alto devastar ese lugar para impedir que le vieran la cara a otra persona tan incauta como a ella.

Ante tal flujo de movimiento y al enterarse la comunidad de lo que le había sucedido a la ancianita, y no así a los representantes del maldicho lugar, pero sobre todo al observar cómo entre varios policías intentaban someterla y meterla a una patrulla ya sin zapatos, con las medias rotas y su chal enredado en la puerta de una de ellas, se decidieron a participar haciendo una valla humana para que no se la llevaran, después de escuchar la historia que repetía una y otra vez en medio de lamentos y sollozos a la psicóloga y a la reportera de una de las cadenas más importantes de Mérida. Es que ese infeliz me dejó sin computadora, me vio la cara cobrándome lo único que me quedaba para llegar a fin de mes. No, no son los 350 pesos que me cobró, sino el abuso, porque en vez de respaldar mi información como me había ofrecido, decidió jugar con ella, acomodarla como quiso, cambiarme los programas, en fin, eliminar y no proteger la información más importante que yo tenía. Borró varios de mis escritos importantes, archivos que yo conservaba desde hacía muchos años y que ahora son irrecuperables, relataba. Pero al llegar a la pérdida de las fotografías de sus nietos, varias mujeres de edad avanzada que escuchaban con expectación en la calle alzaron la voz dándole la razón y pidiéndole a los patrulleros que mejor se llevaran al técnico malherido a prisión y no a un hospital que no merecía.

Un caos aparente empezó a tomar forma frente al local en el que para ese entonces rodeaban ya multitudes, varias patrullas, una ambulancia de la Cruz Roja y una de la cruz verde solo por si acaso había algún deceso en medio del pleito ratero.

Jóvenes de varias universidades se dieron cita en el lugar a contemplar con compasión a la pobre anciana sentada en la banqueta mirando con desolación los últimos cables; algunos de ellos llevándole sus computadoras de segunda mano como premio de consolación para demostrarle su apoyo y soporte moral. Los niños que acababan de ver el caso por televisión y sabiendo que aún se encontraban detenidos todos los involucrados en la pérdida de la memoria (computacional) de la viejita, también decidieron llevarle dulces y sus cochinitos con algunos ahorros para cooperarle para una computadora nueva.

Representantes del Insen, de MORENA y hasta el vocalista principal del grupo Tri estuvieron presentes, intentando arreglar el asunto por las buenas y decidir quién tenía la razón y quién no, quién debía ir a la cárcel y quién al hospital. Pero cada vez que ella sollozando se preguntaba cómo iba a recuperar esa información tan valiosa, hasta los mismos policías se dieron cuenta que deberían soltarla. Representantes del programa de Jorge Garralda de “No se deje” filmaban todo el evento con impotencia, al saber que verdaderamente ya no se podría hacer nada. Pero el caso no avanzaba porque al recuperar un poco la conciencia el mal herido técnico y la secretaria, solamente escuchaban a una multitud enardecida gritar… ¡Que los linchen!

El caso es que no había poder humano que pudiera permitir que los maltrechos empleados subieran a las camillas de la Cruz Roja sin encontrarse con mil manos que los tiraban una y otra vez de la misma.

Ante tal desolación y dándose cuenta de la situación tan grave que enfrentaban, el técnico aún herido y sangrante decidió hablar pidiendo el micrófono para explicar mientras la suerte le favorecía para permanecer con vida, a la vez que muchos le gritaban mentiroso, deshonesto, traidor, y otros más pintando improvisadas calcomanías clausuraban virtualmente el lugar por ser ya considerado ante todos los vecinos de esa zona como un sitio de peligro mortal para llevar a las computadoras a “ formatear”.

Formateo te voy a dar a ti desgraciado, le decía desde la banqueta la ancianita levantando su paraguas. Sin embargo, en un intento desesperado el joven se pudo parar y empezó a hablar reconociendo que con trabajos había terminado la secundaria, que siempre había pasado los grados escolares por soborno a sus maestros, o gracias a los acordeones que le pasaban sus compañeros. Al ver que no tenía más salida que reconocer, le pidió perdón a la viejita, mientras le comentaba que lo que había pasado es que teniendo hambre y por no comer a las 5 de la tarde, no se había fijado derramando el café con las galletas sobre el teclado, y al tratar de secarlo había presionado algunas teclas indebidas que borraron prácticamente el 80 por ciento de toda la información que llevaba la señora.

¡Malnacido! –le gritaron varios–, soquete, ¿no podrías haber comido en el baño? ¡Cochino!

En ese momento intervino un representante de MORENA para ofrecerle una beca para capacitarse técnicamente en los conocimientos que le faltaban y ofreciéndole también un “asesor de sentido común” para que en el futuro evitara ejercer esas insanas prácticas sobre los teclados de sus clientes, comprometiéndose con la señora a dar el pago de una computadora nueva y a levantar un registro contra la empresa ante la Procuraduría del consumidor para evitar que más incautos fueran a pararse en ese lugar exponiendo asimismo lo que para muchos hoy representa la información dentro de una computadora ( su vida misma).

Es un hecho, que la generación actual ha obtenido sus títulos y licencias por medio de fraudes o actos deshonestos. Que sus padres los dejaron crecer sin hacerles comprender el valor de la ética personal, la honestidad ni el profesionalismo. Este caso, me sucedió a mí, y en verdad quisiera haber recibido la mitad del apoyo que manifiesta este pequeño cuento, pero no ha sido así, el técnico seguirá ahí y yo escribiendo cuentos de ellos, porque no hay manera de ganarles nunca. Ellos jamás reconocerán sus errores, la procuraduría del consumidor no funciona, los recibos que le dan al cliente son más charros que los doritos y lo peor es que ya no es uno sino miles de personas deshonestas, queriendo vivir tranquilos cuando ellos mismos hacen de nuestra sociedad un lugar hostil para vivir. La moraleja de este cuento para mí sería respalda tu información siempre antes de llevar tu computadora a un técnico y si no tienes manera de respaldarla porque no te alcanza para comprar una USB, pide una prestada o deja la computadora como está y compra otra y mantén tu información resguardada en esa caja vieja, mejor que pasar por la mitad del infierno que vivió la viejita.

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