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Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

380

El aeroplano de don Pilar

Oyó decir don Pilar

que muchísimos cristianos

volaban en aeroplanos

y él también quiso volar.

Se fue y cortó de un palmar

dos yaguas, las amoldó,

de una guásima cortó

muchísimos cujecitos

y dijo: Los necesito

para mi aparato yo.

De un cajón de bacalao

el armamento formó,

y de cola le pegó

la mancera de un arado.

Dos yaguas por cada lado

iban formando las alas;

el asiento, de una pala,

de hélice, una penca ‘e coco,

y poniéndole por foco

la lámpara de una sala.

A otro arado americano

las rueditas le quitó

y fue y se las colocó

de rodaje al aeroplano.

Lo que hizo ese pobre anciano…

un invento tan divino…

De las ruedas de un molino

él se preparó un timón

y el motor era un melón

que le regaló un vecino.

De una saya de montar

él formó el paracaídas,

y se dispuso enseguida

para el vuelo don Pilar.

Anunció que iba a volar

al otro día temprano,

que había hecho un aeroplano

por ser día de los hombres,

y le había puesto un nombre:

“Bacalao-Yagua-Plano”

Y subió aquel armamento

encima ‘e una palma real

y dijo que iba a volar

cuando lo soplara el viento.

Pero a los pocos momentos

hizo un viento regular

y empujó a don Pilar

y al armamento enseguida

y derecho al suelo iba,

y él dijo: Va a aterrizar.

Y en efecto, aterrizó;

pero se hizo pedazos;

don Pilar se dio un porrazo

que casi se reventó.

La gente le preguntó

que qué tal era volar;

y contestó don Pilar

muriéndose de dolor:

Volar es de lo mejor,

lo malo es aterrizar.

Anónimo

381

Los soldados y el guajiro

Por un lugar campesino

van dos rurales un día,

y a un guajiro que venía

detienen en el camino.

El jefe a su lado vino

y sólo por divertirse

y del guajiro reírse

le dice arrogantemente:

¿Cómo se ñama, pariente?

Conteste y lo dejo irse.

Yo no me ñamo, señor,

contestó el interrogado,

y le pregunta el soldado:

¿Se ríe usted del mayor?

No, militar, por favor;

no pienso engañarlo así,

esté seguro que aquí

digo la verdad de frente,

yo no me ñamo, es la gente

quien siempre me ñama a mí.

Está muy bien, campesino,

yo lo voy a dejar ir,

pero antes me va a decir

pa´ dónde va este camino.

Por este sendero fino,

dijo el guajiro parado,

la gente va con agrado

al campo y la población,

pero el camino en cuestión

no va para ningún lado.

Bueno, se puede marchar,

pero, seamos sinceros:

¿Es verdad que hay bandoleros

viviendo en este lugar?

¡Que va, ninguno ha de hallar!

¡Fíjese que hace unos días,

de aquí y de las cercanías,

to´ los bandidos se fueron

y toiticos se metieron

a guardias y a policías.

Anónimo

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