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Roban un bar y una mueblería a unos metros de la Comandancia Municipal de Kinchil

Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos395La paisana Catalina

La paisana Catalina

se acostó y al poco rato

oyó un ruido y era un gato

que saltó a su columbina.

Con su lengua viperina

lo insultó: ¡So desgraciau!

¡Baladrón! ¡Degenerau!

¡Cafre!... y le tiró el tibor,

y el gato lleno de horror

estornudó y dijo: ¡Miau!

Araceli de Aguililla

396Perros invisibles

Ayer escuché a Manuela,

cuando en la guagua venía,

quejarse porque tenía

un perro dolor de muela.

Después contó Micaela,

la vecina de mi casa,

las malas noches que pasa,

pues tiene un perro flemón.

Pero en ninguna ocasión

pude investigar la raza.

Después vi cómo un cliente

en una cafetería,

el muy malvado pedía

un pan con perro caliente.

Y yo me dije: ¡Qué gente,

sin pizca de compasión!

Qué pérfido corazón

cuando quiere el muy maldito

que a ese pobre animalito

lo metan en un fogón.

Luego hallé tranquilidad

cuando escuché en la comarca

que ya el perro tiene marca

estatal de calidad.

Lamentó Natividad

su precio de tres cincuenta,

pero me aquejó la afrenta

de hallarlo en una latica,

porque hasta el mismo Motica

en una lata revienta.

En ese momento viene

por la calle una chiquilla

y le grita una pandilla:

¡Niña, que buen perro tiene!

Veo cómo se detiene

aquella obra de arte,

pero desde un sitio aparte

de mirar yo estaba loco,

porque a su perro tampoco

lo vi por ninguna parte.

Eduardo Pérez Ortega

 

397Más sobre el Dengue

El Dengue sensacional

sigue en los alrededores

y ya está siendo, señores,

un azote nacional.

No hay una casa en la cual

no haya pasado la mota,

es lo primero que explota

en cualquiera reunión

y una gran expectación

en todas partes se nota.

Si vas para Caibarién,

sale el Dengue a relucir,

y oyes la gente decir:

Ya le atacó a no sé quién.

Si te montas en el tren

ves a otro en el jelengue

decir: ¿Cómo está Menengue,

cómo Denis y Camucha?

Y ya nada más se escucha:

Dengue, dengue, dengue, dengue.

Aquí le dio al vecindario

de una manera espantosa,

porque decir otra cosa

sería todo lo contrario.

Lo cogió Agustín y Mario,

Juan de Dios, Delio y el chino.

También a mi casa vino

y sacudió a mi mamá

y a mí, ¿por qué no me da

si siempre ando en el camino?

Y en la casa de Agapito,

la cosa ha sido pareja:

ahí tumbó al viejo, la vieja,

los muchachos y el perrito.

La chiva estaba en un grito

por la enfermedad maldita,

la cotorra, pobrecita,

que también lo padecía,

se volvió loca y decía:

Dengue, pa´ la cotorrita.

Armando Fernández Hernández

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