Síguenos

Última hora

Cumplen orden de aprehensión contra feminicida en Tulum 

Cultura

Siempre por delante Juan Blanco

Pedro de la Hoz

En 1954 el argentino Maurico Kagel concibió una instalación sonora en medio de una feria industrial en la provincia de Mendoza. Se dice que fue la primera exposición pública de la música electroacústica en América, aunque por las reseñas de la época se hallaba más cercana a los procedimientos de la llamada música concreta.

El chileno José Vicente Asuar, graduado de composición e ingeniería, estrenó en 1959 Variaciones espectrales, realizada en el que posiblemente fuese el primer laboratorio latinoamericano especializado en ese lenguaje.

En los años 60 regresaron a México, desde Europa y Estados Unidos, Héctor Quintanar, Manuel Enríquez y Francisco Savín, que se empeñaron en crear las primeras obras electroacústicas en el país.

Es decir, se movía la escena musical en el continente mediante el aporte de gente de la vanguardia, entrenada mayoritariamente en los centros del mundo desarrollado donde la experimentación sonora de la postguerra había prosperado. Todos admiraban a Pierre Boulez y Pierre Schaeffer y estaban al tanto de los laboratorios de Alemania, Francia y Estados Unidos.

¿Cómo entra en la historia el personaje que nos ocupa? Juan Blanco tenía más edad que los mencionados. Había nacido en la ciudad costera del Mariel, en el occidente cubano, el 29 de junio de 1919, o sea, hace justo cien años. Escuchaba a las orquestas típicas de su pueblo y le encantaban las serenatas troveras para enamorar. Con su pequeña estatura y sus ojos verdes vivaces no perdía ocasión para endulzar con sinceridad y vehemencia a las muchachas. Juro que siempre fue así hasta la ancianidad, galante y apasionado, puesto que nos hicimos amigos.

Vuelvo a su bitácora de vida. Juan estudió música en el Conserva torio Municipal de La Habana, al tiempo que se graduaba de abogado en la Universidad de la capital cubana. Debía sostenerse económicamente y la carrera de Derecho se pintaba sola para ello. Llegó a ser asesor legal de una firma norteamericana. Lo que no sabían sus patrones era la inclinación izquierdista de su empleado.

En 1955, en plena dictadura batistiana, escribió la banda sonora de la película El Mégano, de Julio García Espinosa y Tomás Gutiérrez Alea, sobre las condiciones infrahumanas de los campesinos carboneros. La policía política secuestró el filme. Juan prestó su automóvil para la producción. Se hizo asiduo a la Sociedad Cultural Nuestro Tiempo, de orientación socialista.

Con la irrupción triunfal de los rebeldes en La Habana, dejó la abogacía y se entregó a la música por completo. Ya contaba en su haber con obras escritas para coros y diversos formatos instrumentales, en una línea nacionalista poco ortodoxa, cuando estimulado por Alejo Carpentier creó en 1961 Música para danza, la primera obra electroacústica cubana. Se valió de tres mastodónticas grabadoras de cinta y un oscilador. En lo sucesivo no dejaría de apostar por la música electroacústica.

Ofreció en la sede de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba el primer concierto público de música electroacústica el 5 de febrero de 1964 con sus obras Estudio I, Estudio II y Ensamble V.

La experimentación en Juan transitó aparejada a la vocación de servicio al espíritu de su época, como lo prueban Imprecaciones por el crimen de Son My (1970); Chile vencerá, en solidaridad con los que luchaban en contra de la dictadura pinochetista (1975); Música para un joven mártir, homenaje al alfabetizador asesinado Conrado Benítez (1975); Che dice a sus hijos y responden los niños cubanos (1977); y 1789-1989, dedicada al bicentenario de la Revolución Francesa (1989). Vinculó la música electrónica a espectáculos de masas y la sonorización de espacios públicos.

En 1979 creó el primer taller de música electroacústica de Cuba en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, punto de partida del Laboratorio Nacional de Música Electroacústica, vigente hasta nuestros días bajo la dirección de su hijo Enmanuel Blanco. Allí se han formado a decenas de compositores y realizadores de sonido, entre estos los más proactivos DJs de la movida electrónica cubana.

En 1981 comenzó la andadura del reconocido Festival de Música Electroacústica Primavera en Varadero, posteriormente rebautizado Primavera en La Habana, desde donde dio a conocer internacionalmente las contribuciones de la isla y permitió a los autores cubanos entrar en contacto con las novedades mundiales.

Si al inicio de esta nota situé la labor precursora en México, Chile y Argentina, fue para contextualizar la impronta innovadora de Juan Blanco. Muchos no conocen, sin embargo, que su inquietud comenzó mucho antes. En 1942 inscribió en el Registro de Marcas y Patentes de la República de Cuba un invento que denominó multiórgano, para la combinación y reproducción electromecánica de sonidos. Consistía en un juego de 12 loops de alambres magnetizados que capturaban notas musicales para su emisión posterior. Al mostrar el diseño de su original instrumento a los expertos reunidos en 1991 en un foro internacional en la ciudad francesa de Bourges, estos mostraron asombro por el ingenio de un cubano que sin referentes había emulado con el theremin y el melotrón. Evidentemente Juan Blanco siempre estaba un paso por delante.

Siguiente noticia

El Castillo del Morro