Michael Vázquez Montes de Oca
Economía Popular
En estos días la noticia que impactó como una bomba a América Latina fue la aplastante derrota de Mauricio Macri en las elecciones primarias.
La fórmula Fernández-Fernández ganó con el 47.%, más de 15 puntos sobre su adversario. Nadie esperaba que perdiera por semejante diferencia al candidato del Frente de Todos, una alianza de inmensa mayoría peronista, en la que la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner va como vicepresidenta; Macri creía que quedaría abajo sólo por tres o cuatro puntos y se emparejaría en la primera vuelta de octubre y ganaría la reelección en la segunda prevista para noviembre, continuando hasta el 2023, pero la ventaja lograda por Alberto Fernández ha sido de tal contundencia, que todos los analistas coinciden en que es simplemente irremontable, de modo que es razonable esperar que refrende y hasta supere este desempeño.
El resultado dejó claro el contundente rechazo de dos tercios del electorado a las asfixiantes estrategias aplicadas en los últimos tres años y medio: recortes masivos de empleos, inflación galopante, caída de salarios, devaluación del peso, tarifazos de más de 1,000 por ciento, desindustrialización, reducción sustancial de la inversión pública y aumento importante de la pobreza y la desigualdad social. El gobierno ha sido desastroso, con problemas de todo tipo, mega endeudamiento externo, depresión económica, caída en los haberes de pensionados y jubilados, desempleo en alza, quiebra y cierre diario de pymes; un país con una economía devastada, estancado económicamente, un PIB que ha decrecido en los últimos dos años y con una inflación que es el doble de lo que tenía Cristina.
Recibió el año pasado un préstamo, o “rescate”, del Fondo Monetario Internacional (FMI) por 57 mil millones de dólares, el mayor concedido en toda su historia y que supuestamente protegería a los más vulnerables de los efectos del draconiano plan de ajuste acordado para “sanear” la economía rioplatense, pero quienes se beneficiaron fueron principalmente los especuladores financieros, incluidos el presidente y varios de sus ministros, dado el alto nivel de corrupción de país. El desembolso de un monto tan elevado solo podía obedecer a una decisión de Donald Trump en favor del sostenimiento de uno de las administraciones más serviles al imperialismo yanqui en América Latina y el Caribe, al extremo que despertó celos y censuras de algunos de los socios europeos de Washington.
La actual crisis se manifiesta con suma claridad en su mercado laboral: la precarización del trabajo, los despidos masivos, el aumento de la población en paro y los claros indicadores de una economía en declive. En el primer trimestre de 2019, el desempleo alcanzó los temidos dos dígitos (10.1%), algo que no sucedía desde 2006, equivalentes a más de 2 millones de personas sin trabajo y se estima en casi 5 millones los trabajadores con salarios irregulares y sin prestaciones sociales (en los primeros 5 meses de este año son ya más 94 mil puestos de trabajo destruidos por la crisis).
En tres de sus cuatro años de gobierno ha habido recesión, la inflación o un alza constante, que el año pasado rozó un récord de casi 50%, la deuda aumentó en 27% y hoy representa alrededor del 95% del Producto Interno Bruto (PIB). Para cumplir con las exigencias del Fondo, se redujo drásticamente el gasto público, los ministerios de Salud, Cultura y Ciencia y Tecnología, entre otros, fueron rebajados al rango de secretaría. La devaluación fue persistente y el precio del dólar aumentó de 9.50 (o 15, según el valor más alto que tenía en el mercado paralelo en 2015) a más de 60 pesos en estos días, con una tendencia permanentemente alcista.
Durante su campaña, Macri prometió Pobreza Cero. Luego, aclaró que sólo era “una aspiración” y que, de todas maneras, quería que fuera evaluado por este indicador. “Este año, la pobreza aumentó al 32% y tan sólo durante el último año hubo 2.6 millones de nuevos pobres, personas con rostros, nombres e historias; la mitad de los niños son pobres.
La población más pobre y vulnerable ha sido duramente castigada y no parece estar dispuesta a aceptar cualquier solución a sus reclamos. En los últimos cuatro años, los sindicatos y los movimientos territoriales de las periferias urbanas estuvieron de forma casi ininterrumpida en la calle, un escenario que no van a abandonar hasta que no vean satisfechas por lo menos algunas de sus demandas. Los que todavía tienen un lugar para vivir, apenas si llegan a fin de mes, y cada semana padecen los aumentos de precios de productos y servicios, la inflación no cesa; Macri pidió que lo evaluaran por sus resultados en materia de pobreza, lo cual hicieron y casi el 70% de los ciudadanos lo desaprobó.
El mandatario, a cuatro meses de terminar su gestión, afronta una de sus peores etapas. Sus cuatro años serán recordados por la caída de salarios, comercios cerrados, la brutal escalada del dólar y la devaluación que tendrá impactos muy negativos en los precios internos, en la inflación, pero también en las pequeñas y medianas empresas, que siguen siendo las que más empleo aportan.
La innecesaria sumisión al FMI deja a Argentina en una situación de gran dependencia, con altas probabilidades de impago de su deuda. Un nuevo default la dejaría en una situación de enorme vulnerabilidad, algo que el mercado global ya está previendo.
El triunfo resulta una gran noticia para nuestra América, para las elecciones en Bolivia y Uruguay y también para el México de López Obrador y el neoliberalismo tiembla, pues podría poner fin a la fiesta programada desde Washington.
Los análisis laudatorios de la prensa hegemónica trasnacional se transformaron en lúgubres despedidas tras la debacle electoral la revista especializada Forbes, el Financial Times, la agencia Bloomberg, coincidieron en que los “inversores” saben que el tiempo de Macri está agotado y que hay un creciente riesgo de default (no pago de la deuda externa).
La derecha, por más que se disfrace de moderna, no tiene otro modelo que el neoliberal, destinado a satisfacer los intereses de las empresas trasnacionales, voraces en su sed de recursos naturales; de especuladores financieros nacionales y foráneos, depredando el medio ambiente, privatizando empresas nacionales, comprometiendo la soberanía de sus respectivos países y la fragmentación y balcanización del área, de acuerdo a los dictados de Washington. Ha significado un enorme retroceso económico, político y sobre todo social y pesada herencia recibirán aquellos que los sucedan para poder administrar las riquezas en favor de las mayorías del pueblo, redistribuyendo socialmente la renta.
Ganadores y perdedores coinciden en que es necesario impedir un estallido social. La entrega del poder está pautada para el 10 de diciembre, siempre y cuando no se repita la huida en helicóptero que hiciera famoso al ex presidente Fernando de la Rúa en 2001.
Varios problemas permiten concluir que el salvajismo derrotado en las urnas no dará paso a un post-neoliberalismo, como estiman algunos comentaristas. La situación global cambió profundamente en los últimos años, con una guerra comercial implacable que coloca a la economía global al borde de la recesión, incluyendo países tan importantes como Alemania. Cuando Macri ganó las elecciones en 2015, no gobernaba Trump ni había un Brexit duro a la vuelta de la esquina.
El problema es que más allá de las afirmaciones de los candidatos, la duda sigue existiendo para una parte importante de la población, que recuerda además la corrupción que envolvió al gobierno de Cristina. Eso explica que, a pesar de la desastrosa situación económica, un 32% se haya pronunciado por el continuismo macrista y el conjunto de factores hace que no haya mucho margen para el optimismo.
De la euforia al pánico. Ese fue el tránsito de emociones de la CGT, una vez consagrada la victoria rutilante del Frente de Todos, con esa inquietud y la perspectiva de ocupar un lugar preponderante en la eventual gestión de Alberto Fernández y la conferencia de prensa que ofreció el presidente para responsabilizar a la oposición por la disparada del dólar.
Las monedas de varios países latinoamericanos se depreciaron frente al dólar, arrastradas en buena medida por la caída del peso. Los analistas financieros mexicanos sostienen que la posibilidad de que el actual presidente no gane las elecciones de octubre “eleva la incertidumbre con respecto a la estabilidad de las economías latinoamericanas”.
El candidato Alberto Fernández, celebró emocionado todos los resultados que arrojaron una diferencia de 15 puntos con el oficialismo. “Estoy seguro de que hoy los argentinos empezamos a construir otra historia y les quiero dar las gracias a todos y todas los que nos dieron el voto, compromiso de su confianza”.
“No venimos acá a restaurar un régimen sino a crear una nueva Argentina que tome en cuenta las mejores experiencias, que termine con este tiempo de mentiras y que dé a los argentinos un horizonte mejor para el futuro”, prometió el candidato; “A los que nos mandaron a dormir, les decimos que se durmieron demasiado”, bromeó al aludir el discurso del gobernante cuando asumió su derrota.
Fernández explicó cuál será el rumbo. “Creo que finalmente la Argentina escuchó el mensaje que decía que a nosotros nos importa la educación pública y que tienen que estar de pie las escuelas para enseñarle a nuestros hijos, que nos interesa la universidad pública y queremos seguir sembrando universidades a lo largo del país para que en cualquier rincón de la Patria los chicos puedan estudiar, que las pymes que invierten y dan trabajo deben ser atendidas, cuidadas y respaldadas desde el Estado, que decía que nunca creímos que la mejor forma de progresar era sacarle los derechos a los que trabajan”.
Triste y solitario final el de Mauricio Macri, quien quizá haya comprendido que no se puede gobernar contra el pueblo, como si éste no existiera, a pesar del respaldo de las grandes corporaciones de medios y del capital concentrado. Envió a vivir a la calle a los más vulnerables y transfirió a los paraísos fiscales los dineros de los especuladores y transnacionales y el pueblo no lo perdonó.
Aún con el apoyo permanente del terrorismo mediático y la manipulación de las llamadas redes digitales, las elecciones primarias dejan otra lección: el camino para derrotarlos, es la unidad de las fuerzas anti neoliberales, Cuando los hechos son contundentes no hay publicidad, ni fuertes y manipuladoras campañas por las llamadas redes sociales ni discursos mediáticos que puedan modificar la visión de las mayorías sobre la realidad.
La derrota del Fondo Monetario Internacional y de las políticas estadounidenses, abre la posibilidad de nuevos caminos en una región donde se quiso imponer el imaginario colectivo de un supuesto fracaso de los regímenes progresistas.