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Ivi May Dzib

La violencia escolar, ¿de quién es la culpa?

I

El viernes por la mañana, una noticia sobre una balacera anómala se extendió por el país, lo que ya es mucho decir por el ambiente de violencia en el que se vive cotidianamente: un niño de 11 años había matado de un tiro a una maestra y dejó heridos a cinco alumnos y a un profesor de deporte antes de quitarse la vida. Estos hechos se registraron en el colegio Cervantes, de Torreón, en el Estado de Coahuila. Ante este hecho, la opinión pública mostró su aire inquisidor, pero lo curioso fue la repartición de culpas en todos los niveles.

El gobernador de la entidad, Miguel Ángel Riquelme, mostró su desprecio por la realidad social que se vive en Coahuila y minimizó el problema echando la culpa a un videojuego, ya que el niño portaba una camiseta del videojuego “Natural selection” (mismo que utilizó uno de los perpetradores de la mascare en Columbine hace años) y antes había hecho mención del mismo, lo que fue suficiente para que se resolviera, así de expedito, de quién había sido la culpa. El gesto del Gobernador fue criticado por los usuarios de las redes sociales, ya que a estas alturas del partido es imposible tapar el Sol con un dedo, puesto que el clima de violencia que se vive en la Entidad tiene mayor influencia que cualquier ficción.

Lo cierto es que este lamentable hecho nos mostró las deficiencias que hay en la educación de los niños y jóvenes, y que ha propiciado episodios que, debido a su violencia, debieron poner el problema de la infancia en el primer lugar de la agenda nacional.

Pero esta crisis de seguridad, en la que los niños son víctimas que terminan siendo victimarios (basta que revisemos “Los morros del narco” o “Huérfanos del narco”, de Javier Valdez Cárdenas, para entender el infierno que vive una gran parte de la infancia en México), culpa de quién es. Se habla que es culpa de los padres que han dejado de inculcar valores o que no les interesa el bienestar de sus hijos, también de que es culpa de la escuela, ya que los maestros se encargan de enseñar contenidos educativos, pero están lejos del universo emocional del niño, otros dicen que es por el internet y la televisión, o de la narcoviolencia que se vive en el Estado. Marco Antonio Marina señala: “Los padres se declaran impotentes para educar y transfieren la responsabilidad a la escuela. A su vez, la escuela se declara también impotente y devuelve la responsabilidad a los padres. Y ambos, igualados en esa impotencia, acaban por echar la culpa a la televisión. Cuando llega su turno de excusas, las empresas de televisión dicen que ellas dan lo que el público pide y devuelven otra vez la pelota al campo de juego”. Y en ese círculo vicioso nos quedamos en una repartición de culpas que no aporta nada a la discusión.

Causa un poco de pavor que toda la culpa recaiga en los padres, después de este episodio empezó a circular en internet contenidos firmados por algunos docentes, uno de ellos dice: “Como docente estoy de luto. Una maestra no debería de perder la vida así. Como docente hoy te exijo a ti, padre de familia, tu responsabilidad en la crianza, disciplina y atención de tu hijo”. Se entiende la tristeza e indignación mas no la furia y la exigencia, no podemos pensar que toda la culpa es de los padres. ¿Cuándo los docentes se autoexigirán y empezarán a señalar a sus colegas que maltratan y abusan de los niños al grado de matarles la infancia? ¿En serio pensamos que los docentes son lo mejor que hay y que todo es culpa de los padres? ¿Cuántos docentes no te has topado en tu vida que son un lastre para el sistema educativo y que deberían prohibirles acercarse a un niño o niña, pero la institución los protege? El gran problema es cómo está estructurado el sistema educativo, ya que la educación emocional carece de interés y valor, pero educar por competencias para pisotear al otro es lo de hoy. Muchas veces hacemos que el niño odie la escuela porque lo hacemos sentir inútil, ya que no responde satisfactoriamente a la enseñanza de las Matemáticas o el Español y si le gusta el baile o el deporte es ocioso, vago o mariquita. La escuela también está mal, no es digno de los maestros hacerse a los mártires, si fuéramos tantito autocríticos como docentes intentaríamos cambiarla, pero estamos ahí perpetuando un sistema. El tema es mucho más complejo de lo que se piensa.

Continuará.

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