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Cultura

La violencia escolar, ¿de quién es la culpa?

Ivi May Dzib

II y última

Una de las ideas vigentes es que no le debemos pedir al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar, puesto que en la casa se enseña a dar las gracias, ser honesto, hablar bien, no decir groserías, no mentir, no robar etc.; mientras que en la escuela se enseña matemáticas, lenguaje, ciencias sociales y se refuerzan los valores adquiridos en casa. Esta es una de las ideas que condicionan la manera en que el maestro enseña al niño y que nos deja claro por qué la violencia en las escuelas se agudizará y seguirá siendo nota de primera plana. El niño pasa la mitad de su día (o más, si pensamos en las escuelas de tiempo completo) en la escuela ¿y en verdad creemos que el niño entra al recinto escolar y deja afuera sus emociones y sentimientos para dedicarse a aprender las materias académicas?

La escuela debería de ser un espacio donde el niño aprenda las habilidades que le servirán para enfrentar la vida y esta no se le enfrenta solo con el conocimiento de las matemáticas, el lenguaje y otras ciencias, sino que habría que potencializar otros tipos de inteligencias que están en los niños y las niñas, pero que no nos atrevemos a realizar, ya que no entra dentro del programa de estudios o no somos capaces de adaptarlo a nuestras actividades cotidianas dentro del aula. Pero contrario a hacerle descubrir otras habilidades, a los niñas y niños se les pone la etiqueta de “un futuro exitoso” o un “don nadie”. Y es así que el niño encuentra que la escuela son solo regaños y carajizas porque no es capaz de sacar 10 y lo tratan como un fracasado, ya que no es capaz de aprobar la currícula que le ofrecen, ¿entonces qué le queda? ¿Con qué ánimo afronta el día a día?, más si está con maestros que piensan que su labor es ser el inquisidor de los buenos modales y proveedor del aprendizaje de los contenidos educativos y no esa persona que ayude a educar para la vida.

Este es el círculo vicioso que enfrentamos, donde nos educaron bajo un sistema represivo y a nuestros maestros se les olvidó ayudarnos con nuestra educación emocional y así es cómo analfabetos emocionales, pero con una licencia educativa que los hace sentir superiores moralmente, son incapaces de ser empáticos y sensibles, porque a ellos la escuela tampoco les ofreció eso; en cambio agradecen a sus padres que les inculcaron valores a través de golpizas y les pusieron un alto. La culpa entonces de la violencia recae en los padres y los videojuegos, pero nunca en el sistema neoliberal voraz y violento que impone un modelo educativo por presiones capitales que no están acorde a lo que un país violento como el nuestro necesita. También resulta ofensivo decir que la culpa es de los maestros que le siguen el juego al modelo y son incapaces de pensar que otro tipo de educación es posible.

Hay que tomar en cuenta que muchos padres familia no están interesados ni en la educación ni en la salud física y emocional de sus hijos, aun cuando se les presione es claro el desinterés, por lo general son los niños más problemáticos, ya que no tienen ningún tipo de atención. ¿Cuál sería la solución para lidiar con estos niños? ¿Sacar a los problemáticos de las escuelas, dejarlos con 11 años en tercero de primaria, coaccionarlos a través de correctivos, obligar a los padres a tomarse en serio su educación cuando muchos son unos jóvenes adultos, casi niños, pedir la intervención del DIF como si las instituciones encargadas de proteger la infancia se preocuparan por ella? Por lo general desahuciamos a esos niños desde que los vemos y, como ya los desahuciamos, entonces ellos asisten a la escuela con la conciencia de que ya son un estorbo, privar a un niño de la escuela es un atentado contra sus derechos. Por lo general, tenemos la idea de que el problema acabaría si los niños problemáticos no fueran a la escuela o si fueran a otro sitio. En ese sentido, si se tiene claro el panorama la pregunta sería ¿desde mi quehacer qué solución ofrezco poniendo en el centro el bienestar de los niños, pero practicando la inclusión? Algo demasiado complejo que por lo general no nos detenemos a pensar porque estamos atareados con varias cosas, muchas de ellas son papeleo innecesario que no beneficia en nada a la educación. Trabajar con personas en proceso de formación en un mundo como este es de lo más complejo y uno de los graves problemas es que estamos simplificando el trabajo del docente como formador de contenidos académicos, cuando un docente educa para la vida.

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