Síguenos

Última hora

Nominaciones al Oscar 2025 en vivo: Sigue en directo todos los detalles de la Academia

Cultura

La crítica sin sustento, una forma de revancha

Por Ivi May Dzib

Apuntes de un escribidor

En la actualidad se peca de querer abarcar mucho y terminar por cumplir poco, y en la cuestión intelectual la cosa no es diferente, ya que ahora, más que nunca, estamos ante los todólogos del arte y la cultura. Pongo un ejemplo: alguna vez un amigo me enseñó la tarjeta de presentación de un “artista” de la ciudad que decía “Director, actor, iluminador, escenógrafo, vestuarista, mimo, titiritero, maestro tallerista y dramaturgo”. ¿Virtuosismo o mentira?

Uno de los grandes problemas es que con el internet, la Wikipedia y los tutoriales pensamos saber todo y no profundizamos en nada, cualquier duda la resuelve la Wikipedia, si en una conferencia se habla de algo que se desconoce, ya existe san Google para salvarnos de la ignorancia y, aparentemente, zanjar cualquier tipo de duda.

Hablo de este tema por la falta de crítica y el autoengaño que existe en nuestro Estado en muchos aspectos. Por ejemplo, un vividor de la academia critica obras de teatro, un literato lo hace con las artes visuales, un músico habla de cine y un teatrista habla de ballet folklórico. Es algo constante que, en ocasiones, hace daño a los creadores o a los aspirantes a serlo, ya que alguien que no conoce el teatro a profundidad va a ver la obra de un grupo amateur y como le gustó, vocifera a los cuatro vientos que fue una gran obra (a veces hasta tienen espacios en medios de comunicación para hacerlo), lo que ocasiona que ese grupo amateur deje de ver sus errores y se ensalce en las virtudes que el seudocrítico ha puesto sobre la mesa. Porque no importa la objetividad, si me caes te doy buena nota, si me caes mal hasta me meto en los aspectos técnicos que nada tiene que ver con lo que se analiza.

Del respeto a la libertad de expresión, habría que pasar a tener respeto al emitir juicios aparentemente críticos sobre las obras artísticas; por ejemplo, un médico no dejaría que un estudiante de ingeniería en sistemas le critique si hizo un buen trabajo, ante una negligencia médica el ingeniero en sistemas sería el menos indicado en dictaminar si el médico tuvo la culpa o no. Lo mismo sucede en la esfera del arte, ya que no hay que olvidar que el arte es una profesión, un oficio, no un pasatiempo para compensar mis frustraciones mientras vivo de otra cosa.

Hay que hacer la aclaración que existen personas cultas que se dedican como oficio al estudio de las artes, cuya opinión es respetable y sus puntos de vista y críticas sirven para retroalimentar la labor del artista; pero también hay promotores de arte o hasta directores de revistas virtuales que, más que hacer críticas, emiten opiniones muy personales de obras artísticas sin sustento teórico alguno que avale lo que dicen más que su rabia incendiaria y los deseos de figurar en el panorama artístico. Se vuelven críticos ácidos sin metodología, achichincles de sus amigos o emisarios de los poderosos que los ayudarán en un futuro. Lo peor del caso es que estas personas no tratan siquiera de estudiar y profundizar el arte que dicen criticar, no quieren especializarse en nada porque lo que hay que leer es mucho y el tiempo que les quedaría para divertirse sería poco y cuando lo hacen, cuando se forman, parece que no sirve de nada porque de nuevo sus prejuicios están por encima de su juicio crítico.

¿Cómo puede un crítico teatral no leer teoría teatral, no estar al corriente con lo que sucede en el mundo del teatro? ¿Cómo puede un crítico de cine ver sólo las películas nominadas al Oscar y olvidarse del séptimo arte pensando que ahí está todo lo que tiene que consumir, criticando además a los que los critican de banales?

Este es un tema complejo que puede herir susceptibilidades e incluso que puede parecer que uno se comporte de manera altanera y arrogante, pero simplemente expongo una realidad que me preocupa: la falta de crecimiento entre los artistas de la localidad a causa del rencor y complacencia de sus “críticos” porque consideran que los trataron mal o no les dieron oportunidad en su momento. La “pluma crítica”, como instrumento de venganza y de legitimación ante la incapacidad de crear. Estamos en un país simulado, desde su sistema de justicia hasta su aparato político, trasladar esto a la esfera del arte sería, entonces, como la gota que derrame el vaso para ahogarnos en un país donde deja de habitar la esperanza.

Siguiente noticia

Sanson, el verdugo