Luis Carlos Coto Mederos
1539De tristezas
Gime un organillo gris
su pena portal adentro.
Encrucijada. El encuentro
con la esperanza. Desliz
que no termina. Matiz
del dolor en la grisura
sobre la inquieta ternura
de pasos que se extravían.
Gimen las cuerdas. Porfían.
Encienden la lumbre oscura.
Teresa Fonseca Valido
1540Llevo la risa detrás
Llevo la risa detrás
empotrada en los cabellos
y se me oculta entre ellos
la burla de los demás.
¡Les hago caso quizás
al temblar por su emboscada!
Y mi ojo es una espada
de fulgor en los pesares,
el naufragio en otros mares
me produce una estocada.
Blanca Jáuregui Díaz
1541Esa luz que afuera está cayendo
Eres la nota que cierra
mi concierto y te persigo
en las puertas donde digo
mis versos. Eres la guerra
insalvable que me aterra
antes de amar, si es más claro
el sublime desamparo
de la memoria, si el verde
es un eco y se nos pierde
el amor como un disparo.
Surcas la noche, destellas
mi voz y parece cierto
que está danzando en tu puerto
un leve rumor de estrellas.
Eres espejo sin huellas,
nostalgia siempre en mi paso,
simple humedad, el ocaso
de tantas lluvias, coral
que deja sobre el cristal
la desnudez de un abrazo.
Domingo Mesa Acosta
1542Terror del equilibrista
El equilibrio, un cordel,
terror del equilibrista;
avanza, lleva la vista
puesta en el silencio aquel.
Cuánta pasión hay en él
desde la quietud más alta.
Por cada paso que falta
un río de sed lo envuelve
y se embriaga, se disuelve,
y un nuevo terror le asalta.
Alberto Peraza Ceballos
1543La cerca
Tan lejos, pero tan cerca
me pone el mundo a un costado;
es un límite robado
que me aleja y que me acerca.
Serena, mórbida, terca
entre lo falso y lo cierto.
Busco la verja, un acierto
para ver pasar el mundo,
y lanzarme a lo profundo
de su voz; un rostro abierto.
Alberto Peraza Ceballos
1544En ese sillón callado
(fragmento)
En ese sillón callado
donde se sienta tu ausencia
mece su gris la impaciencia
que cruje tibia a mi lado.
Tu voz sempiterna ha dado
una lanzada en mi olvido,
y cada minuto ido
en la terraza resbala,
convierte en raíz el ala
y el reloj seca su nido.
Un hondo pasar de estrella
cabalga en esta oquedad,
da verde a la soledad
en los muros de tu huella.
Se va del espejo aquélla
que en el mundo me señala,
y donde el parche de gala
su máscara me ha robado
sangrará desamparado
un pájaro sin tu ala.
Ada Elba Pérez Rodríguez