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Cultura

Ucú de Guzmán

José Iván Borges Castillo*

Impresiones de viajero

Dice el Chilam Balam de Chumayel: “Y entonces llegaron a Ucú. Allí dijeron: ‘Yá u cú.’”, que don Antonio de Mediz Bolio traduce como “le duele el codo”.

El municipio de Ucú se ubica al norte de la ciudad de Mérida y su amplio territorio fue al momento de la conquista tan extenso que llegaba hasta el mar. Es tierra de bonitas tradiciones, de una intensa devoción por la Virgen de la Natividad, su patrona, de trabajo y de pintoresca composición.

El monstruo grande que avanza con sus cadenas de capitalismo, se come el monte, tapa los cenotes y llenas las lagunas que se extendían por su sabana. Entre Mérida y Ucú ya no hay un amplio camino, sino ya todo parece, tristemente, una avenida y calles. El aire de pueblo que conserva Ucú hace que distingamos que ya no nos encontramos en la ciudad. Sus amplias manzanas y solares, su caminito principal, su plaza con su palacio municipal, su iglesia a un costado, los árboles que dan sombra a los visitantes, y el trajín de niños y adultos con el aire de paz que recorre la plaza y las calles hacen sentir la presencia viva de todo un gran pueblo de historia y leyenda.

El origen de Ucú se pierde en la densa bruma del tiempo pasado, fueron seguramente familias campesinas mayas que en busca de tierras buenas de cultivo se asentaron en este lugar, dando origen al pueblo. De su origen maya se conservan algunos vestigios, plataformas y basamentos que formaron parte del antiguo pueblo maya de Ucú. En el último periodo prehispánico se ubicaba entre los pueblos del cacicazgo de Chakán, pero las investigaciones recientes lo colocan como pueblo “batabiloob” independiente, bajo el reino de familia, el Tzucuboob de los Pech, su último gran cacique, quien al momento de la conquista se bautizó y recibió el nombre de Martín Pech.

El nombre del pueblo Ucú, no habla de su origen maya, indudablemente. En el siglo XIX, los estudiosos curas Antonio García y Juan Pablo Ancona señalan distintos significados del nombre del pueblo; el primero señala: “Conmemoración de mes; de uc conmemoración y ú mes, luna”. El segundo expone: “Ave acenizada. Ucu contracción de Ucum”. Pero lo que en este punto trata creo que tiene mayor autoridad el escrito del Chilam Balam de Chumayel en referencia al dolor del codo, aunque el mismo traductor Antonio de Mediz Bolio escribe: “Ucú, nombre de un poblado que aún existe. Literalmente significa “su codo”; o “de la luna”. Los “meridionales” o los “lunares”; U, luna, sur.

Con la conquista española, fue colocado como pueblo de encomienda dado a Juan Vela, un veterano soldado de la tropa de los Montejo, que ha pasado a la historia por un proceso contra el abierto por el Santo Oficio, por blasfemo. Y tras años de muerto, y a inicios del siglo XVII, fue otorgado a Juan de Contreras Durán en 1602, quien lo poseyó hasta el lejano 1623. Otros encomenderos fueron Juan Contreras, quizá hijo del primero; luego Francisco Rodríguez Vigario y Nicolás de Marcos Bermejo, en 1722.

A la par de la conquista militar llegaron los misioneros religiosos a emprender la llamada conquista espiritual. En el caso de Ucú llegaron los franciscanos, quienes impartieron los sacramentos, primero bautizando a sus naturales, enseñando el catecismo y erigiendo un altar al Altísimo. Ellos levantaron la iglesia, cuyos cimientos descansan seguramente en la actual iglesia que permanece en pie desafiando los siglos. Fundada en el pueblo de doctrina, visitada por los franciscanos del convento de San Cristóbal, ubicado en la cercana Mérida, capital de la provincia. El cronista religioso fray Diego López de Cogolludo lo menciona como “San Luis Obispo de Ucú”.

A finales del siglo XVIII, algunas de las tierras de Ucú eran ya ocupadas por estancias maicero ganaderas, y cuando el henequén se desarrolló trayendo gran prosperidad consigo, una hacienda de las sobresalientes tuvo lugar en Ucú, llamada Yaxché de Peón, cuyo apellido nos habla de esa odiada familia que tantos males generó con sus esclavos henequeneros.

En cuanto a la cuestión municipal, Ucú se conservó como pueblo tras la independencia nacional, aunque en distintas épocas aparece como comisaría o municipio; todo quedó resuelto definitivamente el 22 de diciembre de 1925, cuando fue elevado a municipio libre y soberano, categoría que aún conserva.

Su viejo palacio municipal, en realidad la antigua casa real del gobierno español, al que se agregó al frente un corredor de techo de palma de huano, aparece para 1878 en los reportes ya en ruina y con techo por desplomarse. Este fue objeto de mejoras sucesivas hasta quedar como luce en la actualidad con sus arcos al frente y su escudo nacional en 1897.

Ese antiguo camino que cruza al pueblo de Ucú, desde un cabo a otro cabo, y que atraviesa el centro histórico, que cual corazón geográfico se abre al visitante, tiene la nostalgia de la historia nacional cuando el nombre de la emperatriz Carlota viene a la mente; aquella señora esposa y emperatriz de México en su histórica visita a Yucatán entró al pueblo de Ucú en su carroza cuando se dirigía a Mérida, en visita imperial como consorte de la máxima autoridad de la patria. Era noviembre de 1865.

Siendo el nombre del pueblo en entera relación con la Luna, el lugar y símbolo celeste de la antigua Ixchel, la madre de los mayas, en Ucú fue propagada la devoción por la siempre Virgen Santísima, en su título de Natividad; obra indiscutiblemente franciscana es el comienzo de esta devoción que da identidad al pueblo en la actualidad. El culto a la Virgen de la Natividad, Nuestra Señora de Ucú, es muy antiguo, los datos históricos ya la refieren poco antes de 1650 y para el siguiente siglo encontramos una cofradía bien formada por los indios del pueblo para cuidar y preservar su culto. Tenían para1782, un terreno llamado Kuxub de 25 varas, en tierras comunales, y con sus ganancias sostenían el pago del culto y socorros necesarios para el pueblo.

La Virgen de la Natividad, a la que llamamos Nuestra Señora de Ucú, es una preciosa imagen de la Virgen, cuyo origen debe ser con toda propiedad del principio del siglo XVII. Tiene las manos unidas a la altura del pecho, una especial gracia reviste su rostro, y por generaciones de pobladores de Ucú ha sido venerada. Su día es el 8 de septiembre, en la cual todos se vuelcan a venerarla y la iglesia se llena de peregrinos y todo es cantos, flores y plegarias.

En el templo se conserva un precioso retablo dorado con temas de María en la obra de salvación, lo que es, desde luego, mariano y su obra es causa de la devoción a la Natividad. Y si San Nicolás fue el primer patrón nombrado por los franciscanos, la Virgen desplazó al patrono, al fin y al cabo ella es la Reina de los santos.

Con base en los últimos censos, la población la conforma un total de 3, 854 habitantes, divididos en 1, 930 hombres y 1, 923 mujeres. Poco menos de mil personas se cuentan entre maya hablantes. La producción económica se centra en la ganadería y la agricultura, aunque buena parte de la población se traslada a lugares cercanos como Mérida para ofrecer sus trabajos en diferentes rubros.

La fiesta tradicional tiene lugar en los primeros ocho días del mes de septiembre, a la par del novenario a la Virgen, en que destacan la famosa vaquería, los baxa-toros, la procesión devota y toda la algarabía de las fiestas patronales de mestizos que tanto nos identifican a los yucatecos.

La plaza principal de Ucú está conformada por diferentes construcciones entre nuevas y antiguas, de estas últimas se pueden apreciar los frontispicios de pared altas con sus pechos de paloma al frente, puertas grandes, muros viejos, trancas, piedras, solares, árboles, todos en armonía con el entorno. A un costado del templo principal se encuentra una antiguo “mul”, un basamento maya, que los católicos devotos formaron con piedras pintadas de azul, sobre su inclinada plataforma la letra M de María con su cruz.

Lo maya, lo español, lo mestizo y otras tantas influencias culturales convergen en las poblaciones yucatecas, y Ucú no es excepción.

Regresando a la historia del municipio, referiré lo que en mis investigaciones históricas he encontrado, en lo que respecta al apellido de este pueblo Esto fue en el año de 1878, cuando la Legislatura del Estado decretó que los Ayuntamientos y Juntas Municipales unieran su nombre al de un célebre héroe nacional o del Estado, haciendo que estos sirvieran de lustre o divisa. La Junta municipal de Ucú obedeciendo al decreto acordó en sesión extraordinaria celebrada ese mismo año, tomar el apellido de Guzmán, en honor a Pedro José Guzmán, famoso comerciante que tenía sus tiendas en Mérida, en la llamada esquina de “El elefante”, según el acta existente en el Archivo del Estado fue por su obra de impulso y establecimiento del comercio a gran escala con el palo de tinte, además que construyó un muelle y bodegas en el puerto Sisal. Quizá la relación con el pueblo se debió a que algunos de Ucú migraban al puerto mencionado a trabajar. Esta cuestión de los apellidos de las poblaciones yucatecos pronto cayó en desuso y solamente lo conservaron algunos, como es el caso de nuestro pueblo Tekal de Venegas o de Dzilam Bravo y González.

De algo estamos ciertos, falta escribir la historia del pueblo de Ucú.

La última vez que visitamos el pintoresco pueblo, descansamos un momento y nos refrescamos en un tienda de la esquina llamada “La Anita”, la tan grata impresión que nos causó visitar aquel singular municipio la guardamos en la memoria, con la firme esperanza de regresar en sus días de fiestas tradicional y vivir con ellos esas tan bonitas tradiciones que dan renombre a la comunidad

Mi gratitud al periódico POR ESTO!, cuya divisa de Dignidad, Identidad y Soberanía nos permite compartir estas cortas líneas.

*Escritor comunitario.

Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán

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