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Cultura

El lobo y el zorro

Pedro de la Hoz

“De muchacho escuché de todo, desde Beethoven hasta Shostakovich y Stravinsky, pero también recuerdo haber tenido un disco de Pedro y el lobo. Era muy popular en mi niñez. Mis amigos conocían la obra y llegamos a escenificarla en la escuela. Prokofiev tenía una música diferente para cada animal, cada personaje. Eso me impresionó, y todavía recuerdo esos temas. No estaba pensando en Pedro y el lobo cuando escribí El fantástico señor Fox, pero a otras personas les recuerda la obra de Prokofiev”.

Quien dijo esto es Tobias Picker (Nueva York, 1954). Yo también tendí un puente entre ambas partituras, pero nada más. La ópera de Picker posee entidad propia y ha devenido una de las más deliciosas aventuras escénicas musicales de los tiempos actuales. Tanto que en la más reciente edición de los Grammy obtuvo el premio a la Mejor Grabación de Opera, por el trabajo acometido por Gil Rose, al frente del Boston Modern Orchestra Project (BMOP) y un elenco integrado por la mezzo soprano Krista River, el tenor Edwin Vega, el bajo Andrew Craig Brown, el barítono Gabriel Preisser y la soprano Elizabeth Futral.

El fantástico señor Fox se basa en el relato homónimo del escritor inglés Roald Dahl (1916 -1990), reconocido por su amplia obra destinada a niños y jóvenes. Indudablemente con la novela Charlie y la fábrica de chocolate, que vio la luz en 1964, Dahl conquistó la mayor cantidad de lectores, al multiplicarse hasta 13 millones de ejemplares su tirada en todo el mundo en 32 lenguas. La versión fílmica de Tim Burton en 2005 consolidó la fama del escritor. Sin embargo, en sus cuentos hay todo un arsenal de ideas y acciones, como la que recorre la narración que inspiró a Picker y al libretista de la obra Donald Sturrock.

Fábula moderna e imaginativa, el cuento y la ópera ponen de relieve el enfrentamiento entre el Bien y el Mal, en las variantes que atañen a conflictos entre seres humanos y animales y entre la naturaleza y la tecnología.

Fox, zorro en inglés, hace cuanto sea necesario para proveer y mantener a salvo a su familia. Un grupo de granjeros malvados conspira para deshacerse de los zorros. Con la ayuda de otras criaturas del bosque, los Fox evaden la captura y dejan a sus enemigos en la estacada mientras aprovechan cultivos de esos granjeros que en su avance depredador atentan contra la flora y la fauna. En su nuevo hogar, la familia Fox y los animales amigos celebran mientras los cazadores esperan inútilmente bajo la lluvia. Típico de Dahl, la reivindicación de un personaje que la tradición ha maldecido, como los zorros.

Pródiga ha sido la andadura de la obra de Picker. Bajo los auspicios de la Fundación Roald Dahl tuvo su estreno mundial por la Opera de Los Angeles el 9 de diciembre de 1998. En 2010, Stephen Barlow presentó una nueva versión del trabajo a solicitud de la Opera Holland Park, especialmente diseñada para ser realizada como un paseo por los jardines de ese pulmón verde al oeste de Londres. Esta versión fue protagonizada por Grant Doyle como el señor Fox, Olivia Ray como la señora Fox, Laura Woods como Agnes The Digger, y Jaimee Marshall como Miss Hedgehog, cuatro formidables intérpretes. Ante el éxito de dicha experiencia, la organización English Touring Opera retomó la versión original de la pieza en 2011 para una secuencia de 80 representaciones a lo largo de Gran Bretaña. El estreno mundial de una versión de cámara para siete instrumentos de larga duración se produjo en septiembre de 2011 en Pittsburgh.

Esta fue la segunda ópera de Picker. Debutó en el género con Emmeline en 1996, comisionada por la Opera de Santa Fe, cuyos directivos confiaron en el oficio que el compositor venía mostrando en obras para orquesta y conjuntos de cámara.

Le tomó definitivamente el gusto a la ópera. Tras El fantástico señor Fox estrenó Thérèse Raquin (2000), basada en la obra homónima de Emile Zola, la cual ha contado con puestas en escena en EE.UU. y Gran Bretaña; Una tragedia americana (2005), a partir del argumento del novelista Theodore Dreiser, con un libreto de Gene Scheer, encargada por la Metropolitan Opera House; y comisionada por la Opera de San Francisco, Dolores Claiborne (2013), también a cargo de la compañía de San Francisco, con la cual llegó a la escena una de las oscuras tramas de Stephen King.

Al referirse a El fantástico señor Fox, Picker declaró: “Cada personaje está definido por su propia música, que nos dice algo sobre él y el mundo en que habitan. No es diferente a cualquiera de mis otras óperas, porque cada personaje tiene su propio mundo armónico reconocible. Hay continuidad entre estos mundos musicales que se superponen e intersectan. Diría que hay mucha más escritura lúdicra para los personajes del Señor Fox. Tiene el elenco más grande mis óperas. Un reparto de doce caracteres, sin contar el coro de árboles de los niños. Diría que el enfoque musical es más caprichoso. Pienso con Señor Fox, la ópera sacó al niño que todavía está dentro de mí”.

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