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Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto Mederos

Roberto Manzano

III

1755El relámpago en la espiga(fragmento)

Ahora mira la ventana.

Por la ventana, el planeta.

¿Desde qué harina secreta

el corazón siempre mana?

Afuera está la sabana,

la nube, el árbol, el trillo.

Afuera arde lo sencillo

del mundo, su plena voz.

Y en la blancura veloz

encuentra el orbe su brillo.

Cuartilla. Tintero. Mesa.

Un cervatillo fluyente.

Y la flecha más urgente

corriendo tras la sorpresa.

Hijos en torno. Certeza

de seguir viviendo. Esposa

que parece Ruth ansiosa

segando un trigo de sueño.

Un águila por el ceño

descendiendo al verso airosa.

A pesar de los pesares

pródiga ha sido la vida.

Mantener la brasa ardida

en el batir de los mares.

Próxima ver, sin pilares,

la musa de la extensión,

y sentarse en el plantón

con el catalejo en mano

vislumbrando en lo lejano

la más nueva aparición.

Heredad de lo ofrecido

que por otro trillo vuelve.

Territorio que devuelve

la memoria y el olvido.

Patrimonio sostenido.

Soy el viento, y el cantar

del silencio y el bregar,

del bregar y de la altura.

Crece mi ventana pura

como una iglesia solar.

Detenido en los umbrales

con semillas en la mano

te saludo y digo: Hermano,

¿ves estos breves cristales?

Son las urnas magistrales

de la secreta esperanza.

Escoge la tierra: lanza

sobre la tierra esta joya.

Con esto se desarrolla

camino, mantel, romanza…

Oh misterio de la vida.

Se levanta de lo breve

aquello que el viento mueve

con la mano agradecida.

Arpa es la tierra, cernida

música, gesta callada:

la sombra depositada

en el labio más profundo

más tarde regresa al mundo

con la risa desplegada.

Sobre la tierra vivimos.

No en el aire, ni en la bruma.

La mirada es torva espuma

cuando no mira racimos.

Existencia que esculpimos

por dentro, es por afuera

que se logra y considera.

Por afuera, en el espacio.

Sólo así se alza el palacio

sustancial de la Quimera.

El alma se busca y sabe

al recoger lo plantado.

Andamio y surco sembrado

tienen adentro su clave.

En el ángulo más grave

del silencio, fertiliza

la claridad y la brisa

va dejando en el oreo

el orgullo del empleo

más redondo de la prisa.

Cuando me miro la vida

en el trillo cantarino

miro un polvo de camino

y una suela consumida.

Orillada y florecida

voy mirando la arboleda

y con la mente que rueda

por llanos de ayer y hoy,

siento la raíz que soy

en la fronda que se hereda.

Yo también seré heredad

del futuro caminante

cuando mire lo distante

revelado en claridad.

Esculpí en sonoridad,

con buriles, la llanura,

y buscador de la hondura

germinadora del hueso

siempre estaré de regreso

cuando suene la hermosura.

En medio de luz batiente

y en medio de sombra espesa

he grabado la belleza

de lo que he tenido en frente.

Con el ojo adolescente

atisbé en mi corazón,

y hallé dentro la razón

terrestre de mi existir

cantando con un latir

de ráfaga en el plantón.

Siento ahora en mi osamenta

un fósforo ya maduro

que puede cantar seguro

de la nuez de la tormenta.

El corazón me presenta

un torbellino sonoro,

y en ese bullir del oro

que mi corazón levanta

oigo que la vida canta

como mismo canta un coro.

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