Luis Carlos Coto Mederos
1644
Todo el fulgor
Tu amor, como una emboscada
de besos. Tu amor, tu amor.
Renael González Batista
Tu amor, como una emboscada,
me asaltó. De cierto modo
ya no estoy. Renuncio a todo
lo que escondo en mi escapada.
Ya no existo. Busco en cada
palabra todo fulgor
de tu luz. En re menor
oigo una voz que me nombra
y me envuelve en una alfombra
de besos. Tu amor, tu amor.
Niurbis Soler Gómez
1645
Respuestas
Me buscas con tu mirada
y me encuentras sorprendida,
sangrante, bajo la herida
de tu mano delicada.
Me buscas y estoy varada
en el puerto de tus ojos.
Me buscas y tus antojos
a mi piel dejan desnuda.
Me llamas y mi voz muda
responde con sus sonrojos.
Niurbis Soler Gómez
1646
Fuera del alma
Retorno de mis umbrales;
himnos que tu afán violenta;
párpados de la tormenta
que arden leves, inmortales.
Herida por donde sales
a volar desde mi pecho
y abres el lúcido trecho
de los naufragios. Abruma
tanto azul. Bajo la espuma
yace el corazón, maltrecho.
Herbert Toranzo Falcón
1647
Altas mareas
Cuando la noche es distancia.
Carmen Hermeides Pompa
Subes de eclipse al silencio
y atemperas mi verdad,
te sumerges de ansiedad
en el roce que presencio.
Altas mareas me agencio,
redobles de la inconstancia;
hincho velas, ser fragancia
repartida es cuanto quiero,
saber decirte que muero
cuando la noche es distancia.
Diana Cervantes Almaguer
1648
Antigua la voz sin velo
(fragmentos)
Lanzadas ya las migajas
gota a gota hacen del suelo
un triste y lejano duelo
de hojas que en el viento encajas…
Llanto parece y me sajas,
noche en brumas. Quién descose,
acaricia, trama el roce
de mi voz. Quién la devela.
Nadie vuelve y se rebela
marchita la flor sin goce.
Dónde estás, dueño de nardos;
tu mística profecía
horada el pecho que ansía
huir del vano retardo;
deja en los brazos que ardo
la túnica trasnochada
como un vacío. Y la nada
musita versos (papeles)
que malgasto cual claveles
lanzados a la cascada.
Lisy García Valdés
1649
Capítulo I
(fragmentos)
Proyectan las sombras juntas
un mundo de sensaciones,
cesan las apariciones
de las ideas difuntas.
Recorre sus cuatro puntas
como un místico bemol.
Se extiende un vaho de alcohol
sobre la ciudad dormida
que despierta arrepentida
en un bostezo de sol.
La plenitud de la espera
en un siglo de pasiones
va imantando corazones
sobre la paz venidera.
Hay un caos allá afuera
que no conoce el control.
Ya es de día, arde un crisol
sobre las grises alfombras
y un ejército de sombras
sigue amenazando al sol.
Maribel Monzón Rosado
1650
Confesiones a un vestido
de domingo
(fragmentos)
Con los ojos llenitos de ayer
El regreso tiene faz
de niño triste, muy triste;
El regreso es el alpiste
cuando al invierno te vas.
Tú, pajarillo fugaz,
no has perdido la hermosura,
acaso con tu figura
recorrí la luz del mundo
buscando un beso profundo
para mi torpe armadura.
Mira bien, mira sin miedo
(ya no hay sauces en la plaza),
mira y descubre si pasa
un tren lento sobre el ruedo.
Ah, muchacha, traigo el credo
de tus tacones que esperan,
traigo tu paz, y aunque mueran
gotas de olvido marchito
por tus ojos, traigo el grito
de tus tacones que esperan.
Laudarían Yera González
1651
Tiempo
Vas, tiempo, en tu recorrido
sin más pretensión alguna
que andar por el mundo en una
calle de un solo sentido.
Ni siquiera por descuido
te vuelves un mal chofer,
y yo quisiera saber
–por una ilusión perdida–
cómo sería la vida
si te diera por volver.
Mayra Lapido
1652
La décima nació hembra
Como que la evolución
poco o jamás se desmembra:
la décima nació hembra
y se reservó al varón.
Pero como la acepción
viene por otros placeres,
ha venido a estos talleres
por estos caminos tersos,
y al ser décima diez versos
machos, surgieron mujeres.
Mayra Lapido