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Cultura

Ariel Avilés Marín

El 12 de diciembre de 1971, participé en la organización de una fiesta sorpresa; Chichí Lupita, doña Lupita Peraza de Núñez, cumplía ese día ochenta años de vida y de incansable trabajo por la música, la danza y la cultura en general. Su hija, Lupita Núñez, me llamó para formar parte de una conjura: convocar a todos los músicos, amigos y compañeros de Chichí Lupita, para hacerle una fiesta sorpresa, pero en la que hubiera música. Así que procedí a comunicarme con don Luis Garavito, Conrado Peniche, don Carlitos Marrufo, don Pepe Barrera, don Eleazar Méndez, Lilia Canto, Pedro Concha “Pereque” (gran baterista y el único local que tocaba por nota). Todos aceptaron gustosos, así que la fiesta tenía un éxito asegurado. También invité a asistir a amigas entrañables y cercanas a Chichí Lupita, como tía Fina y tía Chachá, del Colegio “Consuelo Zavala”; a Elda Flores y a Xándara Pacheco. Papeleta redonda para la ocasión. La reunión fue todo un éxito, tanto que, un caballero al cual no conocía entonces, propuso que estas reuniones se repitieran cuando menos un domingo de cada mes. Todo mundo estuvo de acuerdo y se propuso, además, que para cada ocasión, cada cual trajera algo para comer o tomar. Así, nos estuvimos reuniendo por casi dos años.

Aquel señor que no conocía y que había propuesto hacer las reuniones mensuales, era nada menos que Anselmo Castillo Ojeda, gran tenor yucateco que había cantado primeros papeles en la Compañía de Ópera de Bellas Artes en México, y discípulo directo del maestro Gustavo Río Escalante, compositor de grandes óperas con temas yucatecos como “Kinchí” y “La Xtabay”. Anselmo Castillo, que fue también gran cronista cultural, era conocido con el cariñoso apelativo de “Chelmi”. Después de ese largo tiempo de las reuniones mensuales, “Chelmí” presentó al grupo la propuesta de integrar formalmente una asociación cuya finalidad fuera promover la música clásica y el “bel canto”; así nació la Asociación Artística “Gustavo Río”. El Acta Constitutiva fue elaborada por el Notario Público No. 1 del Estado, Lic. Humberto Cervera, y firmada por todos los colaboradores. Unos días después, “Chelmi” nos citó en el Panteón Florido y nos hizo poner de rodillas ante la tumba del Mtro. Gustavo Río, y ahí, jurar no dejar nunca en la vida de promover la cultura y las artes en general, y la música y el canto en especial. De los que ahí juramos ese día sólo quedamos Felipe Serrano y yo. Ahí nació mi inquebrantable compromiso con la cultura.

La primera gran actividad de la Asociación “Gustavo Río”, fue un memorable concierto en noviembre de 1973, en el entonces Teatro de la Universidad. Para este evento se integró un conjunto de cuerdas formado por Eleazar Méndez, Manuel Burgos y Lilia Canto en los violines; Mimí Concha al chelo; Don Pepe Barrera en el contrabajo; y Chichí Lupita en el piano. En ese evento nació una costumbre que pervivió muchos años en nuestros programas, se integró el “Torneo del Bien Cantar”, en el que participaron voces inolvidables y de una gran calidad. Entre las voces femeninas tuvimos a Teresita Osorio Aldana, Nidia Canto Ríos, Lilia Argáez Calderón (quien posee una rarísima voz de soprano spinto). Entre las voces masculinas participaron, en primerísimo lugar, el Tenor de Yucatán, Eduardo Rosado Guillermo; Mario Acereto Valladares, Alejandro Bassols Hernández, el Dr. César López Herrera y Ricardo López Herrera, con bellas voces de barítono; y el gran bajo cantante Julio Magaña Vega. El concierto registró un lleno total en los dos niveles del teatro; así que muy pronto se fueron organizando muchos más. La nueva sede sería, por mucho tiempo, el Teatro Ferrocarrilero, en las inmediaciones de Mejorada, en el que llevamos a cabo verdaderas hazañas por la cultura local.

Muy pronto, la intensa actividad de la Asociación “Gustavo Río” iría dando frutos. Además de los “Torneos del Bien Cantar” que gustaban mucho a los socios, empezamos a incursionar en montar cuadros de operetas y zarzuelas. Felipe Serrano organizó un activo grupo de jóvenes actores y cantantes, que con gran entusiasmo acogieron el proyecto de ir montando cuadros y luego obras completas. El grupo se autonombró Cuadro Lírico de Actores, y el director de escena era Ernesto Pacheco Zetina, el popular Xándara, quien lo fue por breve tiempo, pues falleció en mayo de 1975, por lo que los integrantes decidieron hacerle un homenaje, poniéndole su nombre al grupo, que se llamó desde entonces Cuadro Lírico de Actores “Ernesto Pacheco”. La asociación no contaba con muchos fondos, pues las cuotas de los socios eran más simbólicas que otra cosa. Así que, para los montajes y el vestuario, había que usar todo el ingenio y la imaginación posibles. Lo que sobraba era entusiasmo y amor al arte. El vestuario, casi siempre era proveído por los propios actores; y la escenografía y utilería, eran solucionadas con gran inventiva e ingenio por Felipe Serrano y Diego Cerón. Como integrantes de este memorable grupo recordamos a Lizbeth Escobedo, Alicia Medina, Margarita Alpuche, Silvia Albornoz, Luis Jorge Can Osorio, Alejandro Aguilar, Miguel Alemán, y los propios Felipe Serrano y Diego Cerón. En muchas ocasiones, los papeles de actriz característica los desempeñaba la maestra Isela Pasos Marrufo.

Con ese gran entusiasmo y la colaboración de todos, logramos montar varias obras, entre las que destacan El Huésped del Sevillano; La Gran Vía y Agua, Zucarillos y Aguardiente; todas ellas en el Teatro Ferrocarrilero. En el Teatro de la Universidad pusimos los dos primeros actos de Luisa Fernanda, con la dirección de escena del Mtro. Armando Vidiella. Las voces femeninas fueron, como Luisa Fernanda, Silvia Albornoz; y como la Duquesa Carolina, Nidia Canto Ríos. Entre los caballeros destacaron, como Javier Moreno, Mario Acereto Valladares; y como Vidal Hernando, Ricardo López Herrera. La maestra Isela Pasos Marrufo hizo una inolvidable Mariana; desempeñé el papel del Bizco Porras; y Felipe Serrano el de don Luis Nogales. La producción mejor lograda, profesionalmente, también en el Teatro de la Universidad, fue La Marcha de Cádiz en 1978, que se puso completa, con vestuario y escenografía; también tuvimos orquesta completa bajo la dirección del Mtro. Francisco Rejón Conde. Esta puesta tuvo tanto éxito, que se mantuvo en escena una semana completa todas las noches, con la sala llena en sus dos niveles. Hazañas logradas con esfuerzo, entusiasmo y muchos sueños; en una época en la que la cultura no contaba con apoyo alguno. Tan sólo el esfuerzo de este grupo de soñadores, ponía un poco de actividad y alegría a las noches de Mérida de ese entonces. Hazañas logradas con amor al arte y a la cultura que marcaron toda una época, bajo el rubro de la Asociación Artística “Gustavo Río”.

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