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Cultura

Teodoro Zapata, pintor y escenógrafo

Jorge Cortés Ancona

Que un actor, actriz o cantante goce de una función de beneficio, algo que dentro del medio artístico se concede como un apoyo por sus cualidades interpretativas, puede considerarse algo común, pero en cambio es raro que se le brinde a un escenógrafo. Eso ocurrió con Teodoro Zapata en el Teatro “Peón Contreras”, con una función de música y comedia, en abril de 1934.

Este pintor nacido en 1889 en La Habana llegó a Mérida con una compañía escénica cubana, se aclimató en Yucatán y desarrolló una obra plástica que suponemos amplia, pero de la cual sólo quedan algunas muestras, por cierto mayores en cantidad respecto a otros pintores contemporáneos suyos.

Destacó en el paisaje ya fuese marino, campirano, pueblerino o arqueológico, con refinamiento técnico y precisión de detalles. Los paisajes que conocemos están relacionados con lugares de la Península de Yucatán y de los desaparecidos alrededores rurales de la Ciudad de México.

Uno de ellos es una vista de Xcalak, al otro lado de la bahía de Chetumal, donde la arena fue plasmada con virtuosismo y minuciosidad, al grado de que domina incluso la porción de mar y la franja de casas que se ven al fondo. Puede notarse que no cae en el pintoresquismo de representar sólo casas de madera y palma, sino que también representa las construidas con materiales pétreos.

Ese cuadro fue reproducido tal cual en su composición y elementos por alguien que estampó su firma sin indicar que se trataba de una copia y sin tener para nada en cuenta la calidad de las pinceladas del original. Hasta hace algunos meses podía verse desde la calle esa pieza hechiza en un restaurante del rumbo de Santa Lucía, pero para bien ya fue sustituida por otra.

Otra obra destacable de Zapata es una acuarela de 1924, una vista nocturna de la calle 63, con el Palacio Municipal y el antiguo Olimpo, con un cromatismo inusual a base de tonos intensos.

En 1941, dirigió a un grupo de pintores y dibujantes para la colorida decoración de la Biblioteca Central de la entonces Universidad de Yucatán y realizó los retratos de 16 intelectuales yucatecos en óleo sobre lino. Pintó un mural en el salón del Consejo Universitario, que en 1961 fue sustituido por uno de Manuel Lizama, que fue la versión previa del actual. Al parecer el de Zapata era de tema regional, pero nunca he visto una fotografía.

Teodoro Zapata realizó frisos a la manera de la pintura maya prehispánica. Aunque no fue el único, ya que el año pasado se encontró en el Centro de Investigaciones Artísticas Gerónimo Baqueiro Foster de la ESAY un pliego impreso con el croquis de un friso con temas del arte maya y que estuvo en alguno de los recintos que ocupó la Escuela de Bellas Artes en la década de 1920. Su autor es Juan Manuel Cáceres Novelo, activo en esa década como pintor, ilustrador y crítico, pero luego dedicado a la diplomacia, de la que hay algunos registros suyos en las legaciones mexicanas en Cuba y Perú, hasta que su rastro se pierde en 1934.

Uno de los realizados por Teodoro Zapata es “El juego de la muerte”, fechado en 1934 y puede verse en una vitrina del Gran Museo del Mundo Maya. Se trata de una pieza de pintura y tinta sobre papel, en un pliego de 181 cm. de largo, con el tema de la decapitación del capitán perdedor del juego de pelota maya. El friso suyo más accesible y conocido es el del interior de la Concha Acústica del Parque de las Américas, con personajes vestidos con atuendos prehispánicos.

También se conservan de su autoría los diseños de vestuario para la ópera “Kinchí”, de Gustavo Río, un conjunto de acuarelas que también se conservan en el mencionado centro de investigaciones de la ESAY, al igual que dos fotos de la escenografía de dicha ópera ambientada en la época de la conquista de Yucatán.

Fueron famosos los telones que realizó para el teatro regional y existen algunas fotos donde se pueden apreciar sus virtudes artísticas que formaron parte integral de una etapa fundamental de esa manifestación cultural yucateca.

Es triste que no sepamos si se conserva alguno o si queda cuando menos algún plano o boceto. Se contaba hace unos 20 años que un coleccionista había adquirido varios de estos telones originales, pero que luego de fallecer la persona heredera no se ocupó de su mantenimiento y se destruyeron por completo.

Con todo lo que queda de Teodoro Zapata, disperso en archivos y colecciones institucionales y particulares, podría hacerse una exposición representativa. Lo difícil es efectuar la recopilación y que exista interés institucional por exponer el conjunto. Este pintor y escenógrafo cubano-yucateco falleció en Mérida en 1955.

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