Conrado Roche Reyes
JOSE: Hace casi dos semanas que no tengo sueños desagradables –Mente de José– hago muchos rompecabezas. Me dan flan de postre y me repugna, peor lo como de todas maneras. Creen que me gustan. Así pues, vuelvo a tener un secreto. Por fin, vuelvo a tener un secreto.
Mamá me ha enviado el anuario de la escuela. Todavía no lo he visto pero quizá lo haga. Acaso lo abra la semana que viene. Creo que seré capaz de mirar las fotografías de los alumnos sin temblar en lo absoluto. Lo haré muy pronto. Respecto al flan, se trata de un pequeño secreto, pero tenerlo me hace sentir mejor, me hace sentir de nuevo como ser humano.
Eso es todo. Ahora tengo que apagar la luz. Buenas noches.
EL DOCTOR: Todavía soy reacio a utilizar tratamientos de shock con este muchachito, aunque no puedo explicarme las razones ni siquiera a mí mismo. Llámenlo presentimiento. Naturalmente no puedo dar como justificación “un presentimiento” ante el consejo de dirección, o a su tío que paga las facturas (la cual en una institución privada, como la nuestra, no resulta barata). Si no observamos avances en las próximas cuatro o seis semanas, procederemos a la terapia habitual de electroshock, pero de momento me gustaría continuar el programa farmacológico habitual completo con algunas drogas no tan habituales. Pienso en el caso de la Mezcalina sintética y la Psilocibina. El doctor Gastroem ha logrado interesantes éxitos con pacientes semicatatónicos y estos dos alucinógenos han desempeñado un papel muy importante en dicha terapia.
José es un caso muy extraño, carajos. El diagnóstico no ha cambiado: Estado catatónico profundo con algunos signos de deterioro.
Debo reconocer con toda franqueza que no tengo las mismas esperanzas de hace unos meses respecto a la recuperación de José.