Fernando Muñoz Castillo
Bocetos de una entrevista
Hace casi cinco lustros, realicé varias sesiones de entrevistas a la actriz María Teresa Sansores Pinkus, para que me contara su historia en el Teatro Yucateco.
Ella me habló de los diferentes directores de teatro con quienes había trabajado a largo de su carrera como actriz. Hoy, como homenaje a su memoria, publico en textos breves cuatro bocetos de esa larga entrevista nunca publicada completamente, donde habla de sus tres primeros directores.
Virgilio Mariel
Después de la selección natural que se hizo de las gentes que acudían al taller de Virgilio Mariel, ya que él vino a crear un taller de teatro, al cual nos sumamos una serie de gentes. Era importante de que ninguno de nosotros iba a vivir del teatro. Fue una época bonita porque significó el nacimiento del teatro experimental en el país, yo acudí a los Concursos Nacionales y me di cuenta de que los grupos de toda la República tenían la misma actitud de nosotros, la de querer hacer un teatro diferente, no el teatro tradicional, sino una nueva propuesta, pero sin pensar en cobrar. Era hacer teatro por amor al teatro. Es importante ver que tampoco teníamos necesidades apremiantes, pero no sólo Yucatán, sino que era la característica de todo los grupos del país que acudían a los Concursos. No estaban formados por muchachitos, sino por gente un poco mayor. Por eso los grupos pudieron salir adelante.
Ya cuando salieron de escena esta serie de grupos, se crea otra serie de gentes que querían vivir del teatro y que dicen sí trabajo pero necesito vivir.
Alberto Cervera Espejo
Después de Proceso a cuatro monjas, hubo un receso de bastante tiempo. Cuando La Casona iba a cumplir veinte años de creada, Alberto nos propuso una obra, entonces hicimos una reunión y nos propuso una obra que ahora no recuerdo el nombre, tal Graciela o alguno de los otros compañeros; sólo me acuerdo que es una obra muy fea que no nos gustó para nada. Muy adelantada para su tiempo, recuerdo que cuando me dijo tú vas a salir como una alga verde
con un traje con ramificaciones, yo me quedé…verde.
En fin, la leímos y no nos gustó, así que le dijimos: Alberto vamos a montar otra cosa que se asemeje más a lo que hemos hecho nosotros, autores conocidos, de prestigio, y el autor de esta obra que nos propones ni es muy conocido ni tiene prestigio. El argumentó que era necesario innovar, hacer cosas diferentes. Y nosotros le dijimos que sí, pero que buscáramos entre las cosas diferentes algún autor que nos convenciera.
Tuvimos varias reuniones donde nosotros llevábamos obras que se adaptaban más a lo que habíamos hecho, al concepto que el público tenía de La Casona y que sabíamos que era lo que le iba a gustar a la gente de Yucatán que sigue viendo telenovelas, que le gustan los dramones…
Pero él quería entrarle a lo que se estaba haciendo en esos momentos. Nosotros argumentamos que si iba a ser nuestra última obra, no teníamos por qué hacer lo que hacían los jóvenes con más o menos éxito, que mejor hacíamos una última obra del mismo corte de las que habíamos hecho. Nunca nos pusimos de acuerdo.
Jorge Esma Bazán
En los setenta me habló creo que Huacho Cortés para invitarme a participar en una obra de teatro que iba a dirigir el joven director Jorge Esma. Yo a Jorge no lo conocía. En ese momento tenía otros compromisos, además de que tenía tiempo de no hacer teatro. Huacho me citó a una reunión en el teatro del Seguro Social y yo asistí acompañada de mi esposo. En ese entonces era presidente municipal el actual gobernador, Víctor Cervera, amigo de nosotros desde siempre.
En esa reunión me presentaron a Jorge. Mi esposo dijo que habíamos ido nada más a que yo me excusara personalmente. Tenía un niño pequeño, en fin, no podía. Pero sorpresivamente llegó Víctor al teatro y dijo que quería que nosotros trabajáramos para el Ayuntamiento, para Yucatán.
Yo sí quería trabajar, pero las cosas de Yucatán eran así: las mujeres no volaban solas. Mi marido dijo que sí, por la amistad que nos unía.
Jorge era un joven muy agresivo, con muchos ímpetus, como sigue actualmente.
Recuerdo que mi esposo me dijo:
–¿Vas a trabajar con esta persona?, ¿no ves como tiene el cabello?, ¿será buen director?…será yucateco, pero es árabe.
–Pues sí.
–Pero los árabes no hacen teatro.
–Pues éste sí, por lo que veo.
Con Jorge fue otra forma de trabajar. Su dirección la sentí muy diferente a la de Alberto, pero aunque muy joven, Jorge tenía mucho conocimiento del arte teatral y de la dirección de escena. Tenía experiencia.
Estaba acostumbrada a que nos marcaran como íbamos a hacer las cosas, Jorge tuvo que hacer lo mismo. Su trabajo con artistas que se las sabían de todas todas, le hizo darse cuenta que nosotros no teníamos esa experiencia. Así que con mano mucho más dura nos dirigió.
Sin embargo, la obra está tan bien estructurada que te lleva de la mano. Jorge supo unificar nuestras formas de actuar. Todos veníamos de grupos diferentes, con diferentes edades y diferentes formaciones, así que tuvo que hacer lo mismo que hicieron Mariel y Alberto cuando comenzaron a trabajar con nosotros: comenzar por el principio.
María Alicia Martínez
Medrano
Nuevamente, fue Huacho Cortés quien me llevó a María Alicia Martínez Medrano, una excelente directora de teatro, quien había sido alumna de Virgilio Mariel.
Quería montar un texto llamado El silencio de Dios. Algo muy diferente de todo lo que había hecho antes. La idea me gustó y comenzamos a ensayar.
Y nuevamente fue lo mismo que con Alberto y Jorge, empezar de cero para unificar estilo de actuación.
María Alicia hablaba mucho de Eugenio Barba. Durante varios años ella había manejado la programación del Cervantino. Fue así como llegaron Nuria Spert y La Cuadra de Sevilla.
El trabajo con esta directora de teatro fue arduo, duro, demasiado exigente, peor de genio que Esma.
Era un auténtico general y nosotros simples soldados.
El espectáculo fue un éxito.