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Cultura

La condición de la nostalgia

Por Cristóbal León Campos*

Ojos que miran al cielo buscando la redención del atardecer, espacios habitados sin apropiación, el recuerdo cala en lo íntimo del anochecer, la orilla es diferente cuando hemos partido sin marcharnos, las luces de la bahía anuncian la llegada de las sirenas, el anhelo del pasado idealizado genera una permanente condición de nostalgia, hemos cambiado sin dejar de ser, ¿adónde correr si las cadenas aún nos atan?, los ojos que buscan en el cielo la libertad olvidan la tierra que pisan y andan, es la ausencia una trampa que nos conduce a la tristeza, esa falta de alegría inculcada consciente o inconscientemente nos mantiene sujetos a un pasado que dejó de existir al momento mismo en que lo vivimos, ideas, idealizaciones, fantasmas, la vida puede volverse una leyenda sin sustento si permitimos que la memoria recuerde lo que a los sentidos conviene y no a la razón de lo acontecido, la arena tiene huellas pero el mar las borra, nosotros decidimos si las seguimos remarcando o generamos nuevas y mejores en otra arena y en otro mar. Ojos que miran al cielo buscando el nuevo amanecer.

La lluvia lava la mirada, lágrimas que bañan al mar, la nostalgia es asociada comúnmente con episodios de soledad y tristeza, se le considera un estado de ánimo que surge por la pérdida o por la partida, ausencia clavada como una cruz en el vientre, el pasado la sustenta, episodios, fragmentos, ¿cómo ser un todo si estamos divididos por nuestra propia idea?, sustancia intangible, el espejo roto distorsiona la imagen, la construcción de nuestra realidad se condiciona a la idealización del acontecer, ¿cómo ser libres si permanecemos atados?, el viento sacude las hojas, algunas caen y otras se mantiene, pero para que el árbol vuelva a reverdecer abran de caer todas y para nuevamente resurgir, las cadenas de la nostalgia son el ancla anquilosada de nuestra identidad, ¿qué somos si aún no sabemos andar?, el anhelo es una condición humana, la virtud radica en saber utilizarla como la catapulta que dé impulso a las nuevas emociones, realidades que cambian, todo es movimiento, la generación de la vida es la marcha del universo, ¿entonces porqué los humanos solemos aferrarnos a lo que nos detiene?, el viento sopla diferente en verano como en otoño, el invierno solamente es preludio de la primavera, las lágrimas lavan la mirada para poder apreciar la grandeza del mar, la nostalgia es lo que fuimos o creemos haber sido, mas no será jamás lo que somos, el espejo refleja lo que queremos ver.

Al otro lado de la frontera, donde la orilla es acariciada por otro mar, la distancia de la risa se agudiza, cartas y palabras, el exilio del alma es perturbador, ¿dónde quedan y a dónde van los aromas de la infancia?, desprender, desprendernos, las ataduras de la mente son como las anclas de los barcos que con los años se oxidan, corroen su propio origen, el anhelo del pasado es poco realista, al mirarnos al espejo roto nos encontramos idealizados, ¿lo que vemos es lo que somos?, la condición de la nostalgia es como la nube que anuncia la borrasca, nubla el brillo de la luz, la nostalgia social hace agonizar a la humanidad, la nostalgia individual nos detiene cuando la marcha ya debe iniciar, las hojas cuando caen bonifican la tierra, cuando de la nostalgia nos desprendemos comenzamos a renovarnos, creer en uno mismo es un acto de valor, de la nostalgia se extrae lo que siempre nos constituirá, pero hay que dejar atrás aquello que nunca fue o no será más, cuando el viento cambia anuncia la nueva estación, al retomar la marcha anunciamos la euforia de la vida, las fronteras se diluyen cuando de la nostalgia hacemos el simiente de una nueva orilla.

Los ojos buscan en el cielo porque los seres humanos siempre buscamos respuestas a lo que no comprendemos o sentimos, mas lo difícil de la búsqueda es reconocer que muchas veces las respuestas están en nosotros mismos, la nostalgia y su condición se mantienen y engrandecen si permitimos la constante evocación de lo inexistente, lo intangible suele pesarnos más que aquello que podemos palpar, la rueda de la vida sólo gira si la empujamos, al mantenerla encadenada al fantasma del pasado oxidamos nuestro ser, soltar las ataduras es poner a la nostalgia en su lugar, pues nostalgia por momentos siempre habrá, todos sentimos por lo vivido, pero para vivir debemos sentir lo que ahora acontece, hacer únicamente se puede cuando nos volvemos a mirar en el espejo alejados de idealizaciones y preconfiguraciones, somos en cuanto hacemos porque haciendo es como únicamente somos, los ojos que buscan en el cielo tienen delante de ellos la respuesta, la condición de la nostalgia nos habita debido a que lo permitimos, la consciencia de nuestro ser se expresa diario en la alborada, renovados cada mañana el sendero nuevo podemos avanzar dejando atrás aquello que nos detiene, la vida nos pide adentrarnos en el presente y vivir en él, en el ahora somos porque en él habitamos. Los ojos miran el cielo y sonríen con el amanecer.

*Integrante del Colectivo Disyuntivas

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