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Roger Aguilar Cachón

Una de las fiestas que los niños yucatecos esperan con ansias después de la Navidad –y para algunos el Día de Reyes– es sin lugar a dudas el dedicado a ellos, es decir, las fiestas que se llevan a cabo en todas las escuelas para festejar el Día del Niño. Esta fiesta tiene características muy propias y singulares. Es una actividad que se lleva año tras año, en algunos sitios días previos y, en otros (como en las escuelas), el mismo día. Aunque en esta ocasión, la celebración estará ensombrecida por la contingencia sanitaria que estamos viviendo.

Hasta hace algunos meses, no se podía haber imaginado, ni los niños ni los maestros, que para esa fecha se estuviera viviendo una contingencia muy severa para el combate y no contagio del virus del COVID-19. Una enfermedad que nos llegó de China pero que ya ha sentado sus raíces tanto en la ciudad capital como en nuestro Estado. De esta manera, ese festejo es probable que se cambie para otra fecha, o para la primera oportunidad se celebre a los niños, aunque ya no sería en su día. Pero la intención será la que importe.

Aunque seguramente las distintas cadenas de televisión, tanto en los canales abiertos como cerrados, tendrán en su programación series, películas y espacios dedicados a los niños, cuales podrán participar desde sus hogares por medio de los teléfonos u otro soporte tecnológico. Será un Día del Niño sui generis, pero no pasará desapercibo; tal es su importancia que en uno de los canales nacionales donde se dan los informes de salud día a día, habrá un espacio en donde los niños le preguntarán de manera directa al subsecretario de Salud, Dr. Hugo López-Gatell Ramírez, todas las dudas que ellos tengan acerca de la contingencia del Covid-19, llevará por nombre “Pregúntale al Dr. Gatell”.

Es menester de los padres de familia que tengan niños en sus casas, hacerles ver que no han sido olvidados pese a la contingencia, consiéntanlos, algún que otro regalo es importante, aunque no sean los que ellos desearían, lo importante es pasar el día diferente a los demás, ya que es su día. No habrá la visita de los abuelos, tampoco comidas en restaurantes o idas a alguna de las grandes plazas que hay en toda nuestra ciudad. Este Día del Niño se pasará en la casa, preparen una comida especial para el desayuno, comida o cena, es posible que se pida alguna pizza u otra delicia culinaria que les hará tener una sonrisa en la cara a pesar de las limitaciones.

Los padres de familia podrán hacer algún juego de mesa para entretenerse, pintar, elaborar, hacer sus tareas juntos, tratar de ayudarles a hacer el desayuno, cada uno de los niños debe de ser tratado como lo que son: elementos importantes dentro de la familia; cuénteles cómo se festejaban a los niños cuando los papás iban a la primaria, para que ellos sepan que sus padres también eran objeto de festejos y regalos. Líneas abajo, el de la letra comentará algunos recuerdos de aquellos días del niño de antaño.

En esta ocasión, nos referiremos a la manera en que se celebraba a los niños hace más de sesenta años, cuando el de la letra estaba cursando la primaria –allá en lo que en un día fue un hermoso edificio educativo denominado Centro Escolar “Felipe Carrillo Puerto”–. Una de las características de la celebración o festejo del Día del Niño de antaño es que desde días antes era común ver que las profesoras salieran al mercado o a la plaza (cabe hacer mención que en esos ayeres no había la proliferación de plazas comerciales como hay hoy día) para ir a comprar algunos regalitos para sus alumnos. Para tal efecto ellos no recibían dinero extra alguno, no hacían rifas ni vendían productos comestibles para costear estos gastos, salía del peculio propio y cada una o uno trataba de ser la/el mejor en ese día. El tener en la casa a una profesora, como mi señora madre (QEPD), era hasta cierto punto bueno, ya que me beneficiaba, pues lo que se preparaba para comer o los regalos, repercutían de manera indirecta o, mejor dicho, directa, en mis hermanos y en el de la tinta.

El día o días previos a la fiesta, era común que mi mamá saliera a comprar algunas cosas, anteriormente ya se había comprado el pan de molde para los sándwiches o el pan de torta, aunque en ocasiones también se preparaba ensalada de verduras y pollo. En la tarde previa –o antes, seguramente– mi mamá había visualizado qué regalos comprar, las opciones de las tiendas eran muy pocas, pero de manera rutinaria se compraban los juguetes en la tienda Simón, Farah, Me Lo Llevo, Beto Barato o en el mercado. Desde luego que había otras tiendas, pero eran más caros los juguetes. En ocasiones se compraban grandes bolsas y luego se dividía su contenido entre el número de alumnos, ya sean para niños, niñas o ambos.

Los juguetes que se adquirían eran de plástico y podían ser desde los famosos bates con dos o tres pelotas, hasta los vaqueros con sus caballos, indios, tarzanes, aunque también había la opción de pelotas. Para las niñas las famosas muñequitas de pelo de color y piernas largas, juegos de té y también se podían incluir yakses o matatena. Una vez con el cargamento, emulando a Santa Claus, mi mamá regresaba a la casa y a preparar todo para el día siguiente. Recuerdo que en una ocasión eran tantas las cosas que debía de llevar que tuvo que pedir un coche de caballito para llevar todo. El de la letra recuerda muy bien esos días y veía llegar a las maestras con muchos regalos y llenas de alegría para la fiesta de los niños, y nosotros esperando.

En ocasiones –el de la tinta recuerda–, en algunos casos a las maestras de la primaria les ayudaban las alumnas de la Normal Urbana “Rodolfo Menéndez de la Peña”–situada pisos arriba de la primaria donde trabajaba la mamá del de la letra, “Domingo Solís Rodríguez”–, quienes también tenían su participación importante en ese día. Eran las alumnas-maestras que estaban haciendo sus prácticas en aquellas fechas. Una de las recomendaciones que las maestras nos decían el día previo a la fiesta es que debíamos de llevar nuestro plato y vaso para la comida, era común ver a mis compañeritos y compañeritas con su bolsita con su plato y vaso. Era todo un muestrario de formas, colores y materiales de los vasos y platos, pero eso era algo común. Pues bien, una vez que ya nos reuníamos en los salones a esperar que la maestra empezara a entregarnos los juguetes y la comida, ya la directora había pasado a los salones –en ese entonces era la recordada Profa. Alba Requena de Gil– para invitarnos a acudir a una hora determinada al Teatro anexo “Jacinto Cuevas”. En ese espacio cultural se presentaban algunos artistas locales, como magos y payasos, y también alguna embotelladora que hacía las delicias de los niños por los concursos y los premios y regalos que otorgaban.

No recuerdo si era antes o después de la comida en los salones que pasábamos al teatro, y una vez en nuestra butaca la función comenzaba; una de las personas que cada año visitaba la escuela era un famoso mago de esos ayeres, me refiero a Alam Selem, quien vestido de negro hacía la delicia de nosotros y de los maestros. No recuerdo a los que participaban, pero de seguro que había alguno más que actuaba en la función.

He de decirles, caros y caras lectores, que en esos tiempos no había centros comerciales como ahora, y cuando más alguna autoridad organizaba algún festival para el Día del Niño, ya sea en la plaza o en algún parque. También era común que nos llevaran al Parque del Centenario, lugar preferido hoy día para muchas escuelas y padres de familia, mismo que días previos estaba a “reventar” por la asistencia de cientos de niños que llegaban de todos puntos de nuestro Estado.

Hoy día los niños ya no quieren pelotas de plástico ni tarzanes ni vaqueros, ya sus preferencias son otras y, además, en el mercado ya existe una amplia gama de juguetes de tan diversos estilos como de precios. Los héroes de la pantalla ya se han materializado y forman parte de los preferidos de los niños: los Hombres Araña, los X-Man, los Transformers, los de la Liga de la Justicia, los TMNT, Dinosaurios, Tortugas ninjas, son sus preferidos, y ahora los nuevos superhéroes en donde figura entre otros Thor y la Mole. Y las niñas, aunque creo que algunas todavía sueñan con sus juegos de té y sus muñecas, ya tienen opciones diversas, desde las famosas y tradicionales Barbies (que nunca pasan de moda), pasando por las Bratz, las Rositas Fresitas, hasta las más sofisticadas que se pueden encontrar en el mercado. O bien, algún teléfono celular u otro aparato electrónico. Hay que hacer notar que ahora hay la posibilidad de juegos de videos y otros artefactos electrónicos de punta. Este año será diferente.

Pero la realidad nos muestra que, si bien es cierto el Día del Niño es alegría para los párvulos, también hay que mencionar que no todos los niños lo pueden celebrar, ya que en la ciudad y en el interior de nuestro Estado hay muchos niños que no asisten a clases o sus padres no tienen los recursos para darles algún regalo. Si ustedes, caros y caras lectores, salen de sus casas y se van por alguna avenida de la ciudad, se darán cuenta de que existe un ejército de niños de la calle, unos trabajando por necesidad, otros explotados por sus mayores y otros abandonados a su suerte.

En este Día del Niño no solamente hay que festejar a los nuestros, es necesario asumir nuestro compromiso social, es necesario abrir los ojos a la realidad y, aunque un regalo en este día a un niño de la calle (o una sonrisa) no solucionará el problema, tengan la seguridad, mis caros y caras lectores, que para el niño de la calle representará algo muy bonito e inolvidable. Si lo pueden hacer, háganlo y díganle “¡FELIZ DÍA DEL NIÑO!”, y recuerde la recomendación: ¡quédese en casa!

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