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Cultura

Apuntes de un escribidor

Ivi May Dzib

Yo y la docencia

Este ciclo escolar se cumplen 10 años de haber empezado mi labor docente en la Escuela de Creación Literaria del Centro Estatal de Bellas Artes, la invitación fue para impartir la materia de Dramaturgia y asesorar a quien quisiera elaborar un proyecto, y pasar su último año escribiendo un texto dramático.

Era el año 2009 y se supone que me había recuperado por completo de un cuadro depresivo que me había imposibilitado hacer muchas cosas, aunque hay cosas de las que uno no se recupera del todo. Ese año tenía que decidir entre ir a la Ciudad de México a hacer carrera (ya saben, irme a radicar ahí y hacer cosas que también podría haber hecho aquí pero con mayor oferta, porque seamos realistas, hay un centralismo bien marcado en el mundo de la cultura y el arte), o quedarme aquí aceptando un trabajo que muchos consideraban mediocre, porque clases son las que se dan en una facultad o una escuela de renombre (léase escuela privada, donde las colegiaturas están a un elevado precio), me decían, y hubo quienes me aseguraban que tenía talento como para desperdiciarlo dando clases a niños, jóvenes o adultos que se querían formar a nivel técnico.

Odiaba la mayoría de los talleres literarios a los que había ido, en donde la obra pasaba a un segundo plano, los intereses estaban en otra parte. No importaba la obra, ya que el premio literario, la publicación en la revista o de un libro era el anzuelo que se lanzaba para simular que se estaba formando y satisfacer intereses particulares de los talleristas. Se solía engañar a las personas que escribían muy mal, ya sea porque le caía bien al tallerista o tenía dinero para invitar las chelas, pero de centrarse en el texto, nada.

Eso hizo que pensara que el mejor lugar para trabajar mi interés por la escritura era desde lo institucional y me quedé ahí en la escuela. Luego han venido muchas escuelas, talleres, diplomados, seminarios en los que he trabajado con todo tipo de público los mismos temas: dramaturgia, dirección, análisis del texto, literatura para niños, periodismo cultural y lectoescritura creativa.

En estos diez años he visto a la gente que le he dado clases ganar premios estatales, nacionales, internacionales, publicar libros, llevar sus obras a escena en diversos Estados, pero sobre todo ver que se siguen formando. Aprendí muchas cosas, entre ellas, que cada persona tiene su propio lugar en el mundo del arte y no necesariamente tiene la obligación de crear; al principio trataba a todos como si fuera su obligación que la lectura y escritura estuvieran al nivel que a mí me parecía idóneo, pero luego las cosas se fueron dando para ofrecer otras posibilidades de formación, ya que el arte tiene que ver con conocernos a nosotros mismos.

También en este proceso me topé con alumnos que me odiaron, ya que consideraron que estaba truncando su talento, y que, decían, “se escribe con el corazón y no desde la fría técnica”. Hubo a quienes vi en la calle y desviaban la mirada, hasta aquellos que consideraron que todo lo que se veía en las aulas era un fraude y que bueno, en su momento me habrían de demostrar, con su fama, que les mentía.

Lo mejor de todo este proceso han sido los últimos cuatro años, donde yo y otro grupo de personas nos hemos dedicado a teorizar desde la práctica una alternativa para la educación básica desde el arte y el trabajo con la tierra. Esto ha llevado a que mi enfoque pedagógico cambie, lo cierto es que para mí cada escuela y cada alumno que lo habita requiere un tipo particular de enseñanza, a veces es lo lúdico en todo su esplendor, a veces un rigor crítico que raya en el aburrimiento y, casi siempre, una mezcla de ambas. Lo cierto es que me gusta mucho hablar de literatura, teatro, arte, política y la docencia me ha permitido todo esto.

Agradezco mucho a los alumnos que me han enseñado valiosas lecciones y han hecho que se ablande mi discurso, porque a veces tiendo a tomarme las cosas muy en serio, espero haberles enseñado algo que les haya servido para la vida, porque al fin y al cabo eso es lo que importa y si su vida va a ser el arte, mucho mejor.

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