Luis Carlos Coto Mederos
Ignacio María Acosta
Nació en La Habana, el 4 de octubre de 1814.
Comenzó a estudiar con su padre. A los siete años fue trasladado a Matanzas, donde concluyó la primaria. A los doce años, pasó por La Habana para continuar sus estudios.
Ingresó en el colegio que tenía Benito de Ortigueira y más tarde en el Real Seminario de San Carlos donde estudió latinidad y filosofía. Por esa época comenzó a cultivar la poesía.
Trabajó como profesor en los colegios Santa Teresa, La Empresa, El siglo XIX y San Carlos. Fue cofundador y director del Colegio Matancero e inspector de instrucción en uno de los barrios de Matanzas.
En 1864 fue nombrado juez examinador para las oposiciones del colegio municipal.
Murió en Matanzas, el 24 de diciembre de 1871.
1026Dolencia de Iselia
Esa inquietud que sin cesar te agita,
ese tormento que te oprime el pecho,
y pone abrojos al mullido lecho,
y tu semblante virginal marchita:
Esa lucha fatal que se concita
del corazón en el recinto estrecho,
y le arranca suspiros al despecho
en continua aflicción y amarga cuita;
Ese dulce mirar, tu afecto tierno,
que revelan un alma candorosa
que pugna por vencer un mal interno;
Esa delicia, en fin, que misteriosa
con las penas se mezcla del infierno;
esa es la llama del amor, hermosa.
1027Un sueño
Soñaba yo que por la senda hermosa
de la virtud la humanidad corría,
y el sol de la verdad resplandecía
llenando el orbe de su luz radiosa:
La torpe envidia, la calumnia odiosa
abaten su poder y bastardía;
y a la voz del progreso se veía
la sociedad aparecer dichosa.
Un pueblo sólo es el linaje humano,
triunfa la ilustración, y por su empeño
su templo cierra para siempre Jano...
A tan mágico cuadro y halagüeño,
al arpa de oro le tendí la mano
por cantar tanto bien... Mas era un sueño!...
1028La rosa
Nace fragante, delicada, hermosa,
rica en colores, tímida y galana,
entre perlas que riega la mañana
en verde tallo la encendida rosa.
El aura la acaricia voluptuosa;
en agradarla el colibrí se afana;
y la rosa gentil de la sabana
es el hechizo y la adorada diosa.
Pero si envuelto en polvoroso aliento
con torpe labio y bárbara inclemencia
besa la flor el huracán violento,
Entonces mustia, sin color ni esencia
muere infeliz, cual muere en un momento
al contacto del vicio la inocencia.
1029La alondra
Hay una Alondra en nuestro hermoso valle
que tierno atisba un cazador atento:
ave divina cuyo dulce acento
al coro manda volador que calle.