Luis Carlos Coto Mederos
José Fornari
Nació el 18 de marzo de 1827, en Bayamo, Cuba.
Dedicó su talento a la literatura y el periodismo. Compuso junto a Carlos Manuel de Céspedes, El Padre de la Patria Cubana, la preciosa canción La Bayamesa, pieza antológica del cancionero nacional.
Publicó un libro de poemas llamado Cantos del Siboney, donde presentó la vida apacible de los primeros habitantes de Cuba. El Gobierno español interpretó la lucha entre los indios siboneyes como una alusión a la explotación de los criollos y fue mal visto por los gobernantes de la metrópoli.
Se le considera el fundador del movimiento siboneísta y del movimiento criollista. Alcanzó, como poeta, muy altos niveles de popularidad entre los cubanos.
Murió el 19 de septiembre de 1890, en La Habana.
1074
Mis cantos
Celebre Horacio al árbitro de Italia,
al que llevó con ánimo arrogante
en doble pica el águila triunfante
por los famosos campos de la Galia;
Al que a Pompeyo derrotó en Farsalia,
al que reinó fortísimo y pujante,
desde los senos de la mar Atlante
a las selvas remotas de Tesalia.
No envidio, no, la lira que en el Tibre
ensalzaba de Cesar la fortuna,
y del noble romano el poderío;
yo prefiero cantar con alma libre
la luz del cielo que alumbró mi cuna
y el blando son de mi paterno río.
1075
España
Cuanto en la historia de los Godos brilla
es de alabarse en metro cadencioso;
en la lid a Pelayo valeroso,
en el cadalso a Riego y a Padilla.
En el trono a Fernando que en Castilla
levanta su pendón libre y glorioso,
en las artes del genio poderoso
de Goya, de Madrazo y de Pradilla;
En el numen las liras celebradas
de Rioja que cantó con gracia y brío,
y de Herrera el de versos horacianos;
Mas ni altares alce a sus Torquemadas,
ni en sus curas hipócritas confío,
ni me postro a los pies de sus tiranos.
1076
A Rafael María de Mendive
(En su tumba)
Si con arpa dulcísima y quejosa
de un éxtasis de amor al tierno halago
cantó a la margen del dormido lago,
la blanca espuma y la corriente undosa;
Si de infelice virgen pudorosa
lloró la angustia y el destino aciago,
si el mal acerbo y horroroso estrago
lamentó de la patria dolorosa;
Si enalteció con numen sin mancilla
y firme corazón y aliento libre,
cuanto el mundo sublima y hermosea,
y en las almas sensibles late y brilla;
su voz bajo este cielo siempre vibre,
y eterno de su musa el canto sea.
1077
A Antonio Zambrana
Si la justicia yace encadenada
con la muerte en la pálida mejilla,
y el torpe que la inmola triunfa y brilla
de laureles la frente coronada.
Si va por rudo látigo azotada
y el mismo sacerdote la amancilla,
clavándole en el pecho la cuchilla,
y rasgando su túnica sagrada;
sé tú el brazo de Dios que la defienda,
el alma tuya ríndele en trofeo;
no en el mercado sin pudor se venda
por vil y degradado fariseo;
y tendrás al morir en la contienda
tumba como Catón y Galileo.
1078
A Lola
Aquí fue… Bien me acuerdo… Este granado
en flor sobre su frente se mecía,
este huerto a mis plantas se extendía
de flores y de ramas coronado.
Oigo su voz… Cual himno enamorado
el “yo te adoro” suena todavía,
y aspiro palpitante la ambrosía
de su labio oloroso y encarnado.
Aún vierte aquí su lánguido suspiro,
y contemplo su gracia y su hermosura;
aún alegre resuena su voz pura,
y su semblante enajenado miro;
aquí el granado está, y aquí está el huerto,
y ella también… pero el amor ha muerto.
1079
Su voz
Envuelta en alba túnica la veo
radiante de esplendor, alta la frente,
canta, y despierta con su voz ardiente
de ignota dicha el íntimo deseo.
Calla, y la sigo en grato devaneo
por un mundo de luz, y dulcemente
me parece que escucho en el ambiente
resonar el tiernísimo gorjeo.
Se aleja y oigo el eco que distante,
cual himno triste de perdida gloria
suspira lleno de pasión y llanto:
sueño, y la miro hermosa y palpitante,
y con su imagen fija en la memoria
torno a escuchar su delicioso canto.