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Cultura

Trayectoria del Soneto en Cuba (43)

Luis Carlos Coto Mederos

Úrsula Céspedes

Nace el 21 de octubre de 1832, en la Hacienda La Soledad, muy cercana a Bayamo. Recibió la primera enseñanza en su propio hogar donde aprendió música y francés.

Poetisa bayamesa, maestra por excelencia y fundadora de la Academia Santa Úrsula.

Por razones familiares su vida y su obra se encuentran ligadas al Padre de nuestra Patria.

En 1861 publicó su libro Ecos de la Selva con prólogo de Carlos Manuel de Céspedes y póstumamente su esposo publicó Cantos Postreros en reducida edición privada.

Muertos sus hermanos y su padre, la persecución desatada contra su familia los hace trasladarse a Santa Isabel de las Lajas, donde fallece el 2 de noviembre de 1874.

1143

A mi esposo

Eras mi amor cuando me uní contigo,

y te adoraba como al bien se adora,

y ahora, apoyo de mi vida, ahora,

eres mi Dios, mi protector, mi amigo.

Con tu sonrisa mi dolor mitigo

y cuando el sol al expirar colora

los altos montes, y al nacer la aurora,

yo te llamo mi dueño y te bendigo.

Enlazadas resbalan nuestras vidas

como las olas en el mar profundo,

y así como ellas al perderse unidas

dan un solo gemido moribundo,

nuestras almas se exhalen confundidas

y juntas partan del revuelto mundo.

Luisa Pérez de Zambrana

Nació en El Cobre, Santiago de Cuba, en 1837.

Escritora cubana del siglo XIX, una de las más distinguidas representaciones del romanticismo en la literatura nacional.

De ella ha dicho José María Chacón y Calvo en Las cien mejores poesías cubanas:

“De la época de Mendive, en cuya tendencia poética se le puede considerar por la suave melancolía y apacible ternura de sus versos, Luisa Pérez de Zambrana tiene en nuestra literatura actual el valor de una tradición viviente. Alcanzó los últimos tiempos del romanticismo lúgubre y artificial de Palma; vio desenvolverse la trabajosa y elocuente poesía de Luaces; asistió a las fiestas triunfales en honor de la Avellaneda; oyó el canto crepuscular de Zenea, y sintió y vivió íntimamente el verso claro de Mendive. Después vinieron los cambios de gusto, se renovaron los moldes de nuestra cultura, los modelos tradicionales fueron olvidándose, se percibió en la poesía cubana, con Julián del Casal, una voz de inquietud que anunciaba íntimos desgarramientos, rica en tonos nuevos y sonoridades extrañas; Luisa Pérez de Zambrana, fuerte en los agudos dolores, sintiendo en su espíritu las mismas dulces emociones de la juventud, reviviendo las notas ingenuas de un idilio truncado, sincera, no procuró seguir artificialmente las nuevas tendencias, supo afirmar su antigua orientación, su antigua vida, que se dilató, desde entonces, modesta, apartada, uniforme. Supo ser ella misma”.

Falleció el 25 de mayo de 1922 en La Habana, Cuba.

1144

En la muerte de mi primo

D. Santiago Montes de Oca y Morales

Deja que ponga en tu sepulcro frío

un ciprés y una triste pasionaria,

y alzando al cielo mística plegaria

sus hojas bañe con el llanto mío.

Deja que a impulso del dolor sombrío

al umbral de la tumba solitaria

llore, Santiago, de la suerte varia

ese decreto por demás impío.

Que de tu edad en la brillante aurora,

cuando todo a tu vista era risueño,

¡ay! sonó de tu fin la triste hora;

cerró sus ojos el eterno sueño;

mas ya tu alma exenta de disgustos

voló a do van las almas de los justos.

1145

Soneto

Dicen que cuando cubre la pureza

una frente de virgen con su velo,

suaves miradas le dirige el cielo

y le dan las estrellas su belleza.

Pero si el vicio mancha su limpieza

vertiendo en ella su funesto hielo,

levanta el ángel de su guarda el vuelo

y Dios torna a otro lado la cabeza.

Yo en el mundo soy joven y soy pura;

Divino Salvador, Dios poderoso,

contémplenme tus ojos con ternura

y que el ángel me guarde cuidadoso,

pues cayera a tus pies agonizante

si tú al verme volvieras el semblante.

1146

A mi patria

Al dar a luz el volumen de mis versos

Hoy con los ojos bajos, patria mía,

te presento mis tímidas canciones,

aunque llenas de blancas ilusiones,

ajenas de elegancia y poesía.

Que no son de elevada fantasía

hermosas y brillantes creaciones,

son simples y apacibles impresiones

cantadas con selvática armonía.

Y sólo la dulcísima confianza

de que eres para mí tan bondadosa,

aliento me infundiera y esperanza;

que sólo tú me escucharás gustosa,

porque en el mundo la canción del pobre

es, como dicho está, perla de cobre.

1147

Lo que es la gloria

Musa sentada sobre un éter de oro

con doseles de nubes temblorosas,

en tus mano, de nácar luminosas

alzas del genio el inmortal tesoro.

Mas fuegos velas, con cendal de lloro,

la frente augusta en que tus alas posas,

y deshojando sus divinas rosas,

pasas como un brillante meteoro.

Eres ¡alada Gloria! ilusión sola,

ave del cielo, que un momento zumba,

pirámide oscilante de la ola,

altar que de los astros se derrumba;

y es la luz de tu espléndida aureola

sol que alumbra el silencio de la tumba.

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