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José Miguel Rosado Pat

“Creer es muy monótono. La duda es apasionante”.Oscar Wilde

Introducción

Es deber del masón mirar la vida desde una perspectiva completamente distinta a la que predomina entre los profanos. Es necesario insistir en que, en masonería como en la vida, las lecciones aprendidas son el resultado de un proceso de estudio caracterizado por la constancia y la práctica de la virtud permanente. La palabra iniciado, cuya etimología recuerda la vestidura blanca con que antiguamente se investía a los candidatos, y cuyo significado era el que comienza una nueva vida. Apuleyo1 dice que la iniciación es resurrección o nueva vida. Las palabras aspirante, postulante, candidato o neófito se emplean indistinta y erróneamente en muchos documentos o contenidos de diversos orígenes. Partiendo de la propia definición de iniciado asentamos, de buena fe, que todo aquel que ingresa a la francmasonería, lo hace en respuesta a una inquietud muy íntima, por entender su entorno para interpretarlo y mirarlo con los ojos de la razón y, con los ojos de la verdadera divinidad. En las iniciaciones antiguas los iniciados eran sometidos a numerosas pruebas, las cuales se desarrollaban por días, por medio de un entrenamiento que llevaba, prácticamente, toda la vida… (Ragón, J.M.,1984, p. 22).

La masonería otorga, en unas cuantas horas, la condición de Iniciado a quienes tocan sus puertas, sin embargo, la flexibilidad a la que obliga la vida moderna, hace que el esfuerzo del propio iniciado deba verse reforzado de una voluntad inquebrantable para forjar el carácter, y por el amor al conocimiento hasta hacer de este, la única fuente de su felicidad y la de quienes le rodean, en medida de sus posibilidades.

Como escuela iniciática, la francmasonería cuenta con un método propio de transmisión de sus contenidos, programas y agendas, las que, más allá de aspectos locales, comparte los preceptos que le hacen ser la fraternidad con el mayor número de miembros con presencia en casi todos los países del globo terráqueo.

En los orígenes de la masonería, la relación entre sus rituales y los de la primitiva Iglesia cristiana, adquieren mayor notoriedad. A esta simbiosis se debe la presencia de elementos crísticos en muchas ceremonias, acentuándose en los Ritos Escocés Antiguo y Aceptado, de Emulación y de York, por referirnos a los más practicados.

Tal es el caso particular de la presencia de la mónita en cada grado; mónita, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, significa artificio o astucia con suavidad y halago, atañe su origen a la Compañía de Jesús, a partir de ser el título de un libro apócrifo publicado en 1614, cuyo contenido se componía, principalmente, de consejos para los miembros de dicha Orden religiosa.

En el Diccionario Enciclopédico de la Masonería, se establece como Mónita privata societatis Jesu (Consejos Privados de la Compañía de Jesús) el nombre con el que se distinguen las instrucciones secretas de los jesuitas, en las que se dictan las normas que deben seguir éstos para alcanzar los fines de la Orden. Esta función, según destacada el autor, cumple la misma finalidad que en la francmasonería.

En ese sentido, si acudimos al instructivo del aprendiz, ante la pregunta de cuál es la mónita secreta del Aprendiz de Masón, veremos una respuesta más o menos similar a la siguiente: “Sembrar la DUDA FILOSÓFICA en el espíritu del iniciado, haciéndole tocar con el dedo la esclavitud en que ha vivido, despertando en su corazón el sentimiento de su propia dignidad, e impulsándolo al estudio de la verdad, libre de preocupaciones. Generación y no creación”. 2

Ante este concepto limitaremos nuestro estudio a la forma en que la Mónita fue asimilada o adoptada, por la francmasonería, para el Primer Grado.

La duda… ¿filosófica?

Ser o no ser… esa es la cuestión. Todos recordamos la duda del monólogo de Hamlet, del ser o no ser, pero ¿qué es lo que convierte a la duda, el cuestionamiento de uno mismo, (valores, comportamientos, pensamientos), la actitud filosófica por excelencia? (Reyes Puig, 2018).

A todos nos surgen dudas en todo momento, sobre si lo que pensamos, decimos o hacemos nos hace bien o es lo mejor para nosotros y quienes nos rodean. La inmediatez a la que se ven sometidos los hábitos del ser humano posmoderno, suele impedirnos hacer una pausa, y dar, como bien señala la filósofa Magdalena Reyes, “una oportunidad a la verdad, tener el coraje de la verdad”. Con este enunciado, la autora, rescata la esencia de la duda filosófica. Y agrega: “El que duda filosóficamente está activo, buscando. ¿Y qué busca? La belleza, el bien, el bienestar, la felicidad… pero todo lo hace pensando, porque si uno no piensa, está siendo arrastrado”.

La duda filosófica implica, necesariamente, el ejercicio de pensar, algo no muy bien visto en nuestro tiempo, sobre todo cuando se vende la idea de que estar ocupado es la única vía de ser “productivos”.

Se entiende en cuanto a que no se nos enseña a dudar durante nuestra infancia. La duda, suele vincularse con la inseguridad y no con el conocimiento que permite acceder a explicaciones racionales del ser humano y todo lo que le atañe.

En las ceremonias y temarios de cada grado, incorpora ideas de más de una escuela filosófica y de más de un filósofo, pero no todas se perciben a la primera impresión, sobre todo si el masón, sin importar el grado que ostente, no posee una agenda de formación intelectual autodidacta, en la que incluya la lectura de filosofía y otras ciencias que potencializarían su condición de Iniciado.

Breve recorrido por la filosofía vinculada a la mónita del grado de aprendiz (la duda filosófica)

En ese tenor el masón debe acercarse a Sócrates y a su método: la mayéutica. En Sócrates encontramos las bases del pensamiento que necesitamos para iniciar el camino de los hombres de razón y ciencia. Sócrates sostiene el “conócete a ti mismo”, y se presenta como un contestatario. ¿De qué manera ayuda Sócrates a sus conciudadanos a iluminarse a sí mismos? Utiliza el diálogo que considera una herramienta de artesano, la mejor adaptada a su objetivo. Sócrates es la viva imagen de toda la tradición filosófica de Oriente que gusta de la palabra viva y no del escrito estático; esto lo acerca a la tradición masónica.

En masonería cada grado consta de una instrucción específica en la que el maestro pregunta y el discípulo responde. De la misma forma, los rituales masónicos están impregnados de la misma riqueza de los textos dialogados, una expresión viva que nunca termina, una búsqueda dialéctica de la verdad, una simbolización de la necesidad de compartir el trabajo. (Rampnoux, R. & Page, F.J. 2019. P.42).

Después de Sócrates, nos aproximamos a Platón y sus Diálogos, casi todos ellos enfocados a establecer los principios que deben guiar la conducta de la ciudad y del ciudadano. En Atenas, Platón, funda una escuela en los jardines de Academos3, en ella se practicaba la ética del diálogo. No se transmitía un saber teórico; utilizando un diálogo personalizado, el interlocutor adquiere su saber, piensa por el mismo, es decir, la formación se centra en la dialéctica.

Recordemos el mito de la caverna, es la dialéctica la que permite romper las cadenas de la caverna y acceder a la luz, bien por el amor que permite alcanzar la Belleza por etapas. Para Platón, el alma es inmortal, porque ha vivido cerca de los dioses, en la contemplación de las Ideas, de la esencia de las cosas4; y es Menon quien cuestiona: ¿Piensas que hubiera intentado indagar y aprender lo que él creía saber ya, aunque no lo supiese, antes de haber llegado a dudar si convencido de su ignorancia, no se le hubiera puesto en posición de desear saberlo?

En los diversos Diálogos de Platón, encontramos múltiples referencias de lo “bello” como el camino que se toma a partir del conocimiento.

De Platón, nos trasladamos al neoplatonismo de Plotino quien, al ser un estudioso de las escuelas iniciáticas del Oriente Próximo, se aleja del racionalismo de Platón, y centra su pensamiento en torno al Uno, ese Uno trascendente y vinculado muy estrechamente con la inteligencia. El Uno, para Plotino, es trascendente en relación con la inteligencia. La masonería guarda relación con el neoplatonismo en cuanto a esta concepción de la unidad y al sincretismo religioso y filosófico que promueve. Para Plotino el Uno trasciende el Ser, el Uno es autoridad suprema, algo que rebasa toda lengua, religión, cultura, civilización.

Plotino señala que existe un Primer Uno que propaga la Unidad en forma de un Ser que no lo es porque, para ser principio de una cosa, es necesario que no sea. Cuando la cosa generada es el Ser, la causa no debe existir. Luego, habla de un Segundo Uno, como la forma más elevada del Ser, del intelecto y de la divinidad; y, un Tercer Uno que es el Alma del Mundo presente en cada cosa.

La conclusión queda de la siguiente forma: El cosmos busca unirse al Alma del Mundo, que a su vez desea unirse al intelecto que es sólo Amor por el Uno Absoluto. Para el neoplatonismo el alma universal es la energía del intelecto. Plotino compara al Uno (que se vuelve principio creador), con la luz, al intelecto con el Sol, al alma universal con la luna. De aquí se desprende la concepción de un ser supremo (femenino-masculino) al que se le reconocerá como principio generador. El intelecto humano como principio generador de vida.

Para Plotino el hombre debe mirar hacia su interior, antes que a cualquier otro lugar. También compartiremos con esta filosofía, el deseo de superar las dualidades. Resulta interesante conocer que, el cristianismo, tomará del neoplatonismo la presencia de un Espíritu Santo en el agua del bautismo o de la comunión, de la transubstanciación.

Posteriormente tenemos el deísmo, muy presente en las Constituciones de Anderson. El deísmo se refiere a aquellos que creen en un Dios creador, en la providencia divina y en la inmortalidad del alma, pero que rechazan la Revelación y el dogma trinitario. Tenemos a Voltaire quien señala que “si Dios no existiera, habría que inventarlo, pero toda la naturaleza nos dice que existe”.

Continuamos con el racionalismo, con Descartes, a partir del cual la razón objetiva es la base del conocimiento. Para Descartes, los sentidos nos engañan, es necesario anteponer el buen juicio ante lo que percibimos de primera mano a través de los sentidos. Por eso señala los sentidos como la primera fuente de los errores.

En cuando a la duda, Descartes señala que era necesaria para encontrar la verdad.

“Muchos juicios nos impiden alcanzar el conocimiento de la verdad, y nos previenen de tal manera que no hay apariencia de que podamos liberarnos de ellos, si no nos comprometemos a dudar una sola vez en nuestras vidas de todas las cosas en las que encontraremos el más mínimo indicio de incertidumbre” (Principios de Filosofía).

De Descartes cabe destacar que, si bien señala que la duda es necesaria, también deja en claro que es facultad del hombre capaz de plantearla, pues si el entendimiento es limitado, la voluntad del hombre lo es también.

La síntesis del pensamiento de Descartes es dudar para asegurar la solidez de la construcción filosófica, como dice Sócrates: “Soy un hombre, y soy de condición de no prestar atención a ninguna otra cosa que al razonamiento que, al reflexionar, me parece el mejor”.

De inmediato, tenemos a Baruch Spinoza quien afirma que “la esencia del hombre es el deseo, el esfuerzo o el conatus, una dinámica que persigue un incremento con respecto a sí misma y que da alegría”, también afirmaba que “el hombre libre sólo piensa en la muerte”. Para Spinoza el hombre debía actuar y conducirse, no bien o mal, sino con total comprensión de lo que le rodea, y de su propia naturaleza, sólo así el hombre actuará de manera prudente. Es decir, actuar libre de preocupaciones.

Por último, tenemos a Kant, quien opina que la razón, no se le ha dado al hombre para alcanzar la felicidad, pues ésta la proporciona mejor los sentidos, sino para alcanzar la virtud, los que dudan de la razón se han equivocado en su uso.

Conclusión

La Mónita del Grado de Aprendiz nos indica el camino de la enseñanza masónica por excelencia, que no es sino la iluminación por medio del conocimiento, la ciencia y la práctica de la fe en el intelecto y en todo lo que de este sea generado.

La masonería ofrece al Iniciado, la posibilidad de conectarse con la divinidad a través de su intelecto y de las virtudes humanas. En ese sentido, es el genio del hombre el que ejerce imperio sobre la naturaleza. El hombre es el único ser que goza del derecho más absoluto de libertad. Por eso es el llamado a ser generador de actos generadores. Para el Aprendiz, quien ha nacido a la vida de la luz masónica, es deber estudiar a fondo el principio generador y sus manifestaciones: Visita el Interior de la Tierra y Rectificando Encontrarás la Piedra Oculta.

Bibliografía

Impresos

RAGÓN, J.M. (1984). Curso Filosófico de las Iniciaciones Antiguas y Modernas. México. Editorial Herbasa.

MATTHEW, C. & DUNCAN P. (2014). Filosofía para todos. México: siglo xxi editores, México.

LORENZO FRAU, Abrines. (2014). Diccionario Enciclopédico de la Masonería. México. Berbera Editores.

ROSEN, Pablo. (1987). Satán y Cía. México: Ediciones “Valle de México”.

RAMPNOUX R. & PAGE F. J. (2019). La filosofía llama a la puerta de la logia. Fundamentos para el francmasón. Oviedo-Asturias: Editorial Masónica.

SANTIAGO, Gustavo. (2010). Intensidades filosóficas, Sócrates, Epicuro, Spinoza, Nietsche, Deleuze. Buenos Aires: Paidós.

Electrónicos

Reyes Puig. Magdalena. (2018). Elogio de la duda. Filosofía&co. Recuperado el 9 de junio de 2020, de https://www.filco.es/elogio-de-la-duda/

Notas

1 Escritor romano, considerado el más importante del siglo II.

2 Liturgia del Grado de Aprendiz de masón.

3 Espacio abierto dedicado al mítico héroe Academos.

4 Rampnoux, R. & Page, F.J.La filosofía llama a la Puerta de la logia. 2019. P.48.

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