Luis Carlos Coto Mederos
José Martí
Nació el 28 de enero de 1853, en La Habana, Cuba.
Es el Apóstol de la Independencia cubana y el más universal de los nacidos en la isla caribeña.
Como poeta marcó un antes y un después en la literatura española. Esencialmente modernista, su aporte a las letras allanó el camino para poetas como Rubén Darío, Miguel Gutiérrez Nájera y Julián del Casal. Su libro de poesía Ismaelillo es único dentro del movimiento literario en cierne.
La fusión de vida y obra no tiene igual en otro escritor de su época. Supo llevar muy aparejados la ética y la estética en sus actos y en su arte.
Su compromiso con la justicia y la libertad lo llevó a aceptar como inevitable el sacrificio de su vida.
Sus ensayos políticos mantienen una vigencia vital en la realidad de los países de nuestra América.
Su revista para niños La Edad de Oro constituye todo un referente de buen hacer en la literatura infantil.
Su epistolario alcanza el rango de obra de arte y es una fuente de cultura inagotable.
Fundó el Partido Revolucionario Cubano y organizó desde el exilio la etapa de nuestra guerra que comenzó en 1895.
Convocó a los cubanos a defender firmemente su independencia en una guerra necesaria y sin odios, y nos dejó un legado de amor y servicio extraordinario.
Promulgó una patria “Con todos y para el bien de todos”.
Ofrendó su vida en combate el 19 de mayo de 1895.
1213Tienes el don…
Tienes el don, tienes el verso, tienes
todo el valor de ti, tienes la altiva
resolución que arrostra y que cautiva
y llama las coronas a las sienes.
Tienes la fuga, el verbo, los desdenes
divinos de quien es, y el habla viva
de quien cruza la tierra cielo arriba
y ni adula al feliz, ni aguarda bienes.
¡Pero no tengo el impudor odioso
de enseñar mis entrañas derretidas
en estuche de versos recamado!
Viva mi nombre oscuro y en reposo
si he de comprar las almas perseguidas
sacando al viento mi dolor sagrado.
1214Quieren: ¡Oh, mi dolor!...
Quieren, ¡oh, mi dolor! que a tu hermosura
de su ornamento natural despoje;
que el árbol pode, que la flor deshoje,
que haga al manto viril broche y cintura:
Quieren que el verso arrebatado en dura
cárcel sonante y apretada aherroje,
cual la espiga deshecha en la alta troje
o en el tosco lagar la vid madura.
No puede ser: La crónica alquilada
el paso ensaye y el sollozo, en donde
llena de untos, fingirá que implora:
El gran dolor, el alma desolada,
ni con carmín su lividez esconde,
ni se trenza el cabello cuando llora.
1215En un dulce estupor…
En un dulce estupor soñando estaba
con las bellezas de la tierra mía:
Fuera, el invierno lívido gemía,
y en mi cuarto sin luz el sol brillaba.
La sombra sobre mi centelleaba
como un diamante negro, y yo sentía
que la frente soberbia me crecía,
y que un águila al cielo me encumbraba.
Iba hinchando este gozo el alma oscura,
cuando me vi de súbito estrechado
contra el seno fatal de una hermosura:
y al sentirme en sus brazos apretado,
me pareció caer desde una altura
y rodar por la tierra despeñado.
1216A Adelaida Baralt
Ayer, linda Adelaida, en la pluviosa
mañana, vi brillar un soberano
árbol de luz en flor, –¡ay! un cubano
floral– nave perdida en mar brumosa.
Y en sus ramas posé, como se posa,
loco de luz, y hambriento de verano,
un viejo colibrí, sin pluma y cano
sobre la rama de un jazmín en rosa.
¡Mas parto, el ala triste!, cruzo el río,
y hallo a mi padre audaz, nata y espejo
de ancianos de valor, enfermo y frío,
de nostalgia y de lluvia: ¿Cómo dejo
por dar, linda Adelaida, fuego al mío,
sin fuego y solo el corazón del viejo?
1217¡10 de octubre!
No es sueño, es verdad: grito de guerra
lanza el cubano pueblo enfurecido;
el pueblo que tres siglos ha sufrido
cuanto de negro la opresión encierra.
Del ancho Cauto a la Escambraica sierra,
ruge el cañón, y al bélico estampido,
el bárbaro opresor, estremecido,
gime, solloza y tímido se aterra.
De su fuerza y heroica valentía
tumba los campos son, y su grandeza
degrada y mancha horrible cobardía.
Gracias a Dios que ¡al fin con entereza
rompe Cuba el dogal que la oprimía
y altiva y libre yergue su cabeza!