Cultura

Drag, mucho más que un maquillaje: Dodi Maleanta

"Drag Queen, es una violación a la masculinidad, y también a la feminidad, porque es una persona que tiene un empoderamiento": Dodi Maleanta
Maquillaje, vestidos despampanentes, una actitud libre y poderosa, a menudo desinhibida, todo sumado a una expresión artística elaborada profesionalmente, eso es el drag / Por Esto!

La palabra Drag tiene muchos orígenes. La favorita de Dodi Maleanta, icónica para la comunidad ceñida a esta práctica artística en Mérida, refiere a la escritura de Shakespeare: “Dressed as a Girl” (Vestido como una niña), indicando a los actores que debían utilizar una indumentaria “no masculina”. Así, “las primeras heroínas de Shakespeare, como Julieta, Lady Macbeth y Ofelia, eran interpretadas por hombres, ya que las mujeres no tenían permitido subir al escenario”, explica Dodi en exclusiva con POR ESTO!“Las Drag no buscamos transformar a nadie o que las personas sean lo que no quieren ser. Lo que queremos es expresarnos con lo que sentimos que somos, y que tenemos cosas muy buenas para decir. Vivimos de noche, pero también somos personas, y por igual salimos a la luz del sol”, subraya Dodi Maleanta en el marco del Día Internacional contra la Homofobia, la Transfobia y la Bifobia. 

El 17 de mayo de cada año se conmemora la eliminación de la homosexualidad de la lista de enfermedades mentales por parte de la Asamblea General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), un día como hoy, pero de 1990. La bifobia se incorporó en 2015 al nombre de la iniciativa para prevenir la violencia contra las personas homosexuales, bisexuales y transexuales por el hecho mismo de su orientación e identidad sexuales. 

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Maquillaje. Vestidos despampanantes. Una actitud libre y poderosa, a menudo desinhibida, todo sumado a una expresión artística elaborada profesionalmente. Todo esto y más confluye en las Drag Queen. ¿Por qué su mera existencia incomoda y alarma a algunas personas? “Por un hecho que parece muy simple, pero que también es muy atemorizante. Es la cuestión de violentar la visión de muchas personas respecto a lo masculino y lo femenino”, señala Dodi, quien complementa: “en todo este entorno imaginario respecto a la masculinidad, si lo ves en una Drag Queen, es una violación a la masculinidad, y también a la feminidad, porque es una persona que tiene un empoderamiento que le hace transitar entre esos dos géneros sin quedarse en uno específico. Pueden jugar en ambos campos de género”.

“Cuando he colaborado con el psicólogo sexólogo Juan Canto”, profundiza, “llegamos a la conclusión de que suele doler mucho que violemos la masculinidad, esa idea preconcebida e impuesta en torno a lo masculino. Por ejemplo, ahora hay muchas Dragas barbonas. Pero la barba, el vello en un hombre, son pensados, incluso por los varones homosexuales, como un hecho de masculinidad. He escuchado personas homosexuales decir: ‘ay, está muy guapo, está peludo y acuerpado. Pero es pasiva’. Como si todos esos atributos ‘masculinos’ se vieran minimizados porque esa persona sea receptiva en la cama.

En todo este entorno imaginario respecto a la masculinidad, si lo ves en una Drag Queen, es una violación a la masculinidad, y también a la feminidad, porque es una persona que tiene un empoderamiento que le hace transitar entre esos dos géneros sin quedarse en uno específico. Pueden jugar en ambos campos de género. Aunque, claro, habría que acotar que hay distintos tipos de drag: están las Drag Fishy, las más ‘femeninas’, por decirlo de alguna manera; las Butch Queen, como Dodi Maleanta… en fin, hay muchas más”. 

Pero el temor es aún más complejo, y hasta confuso: “cuando se trata de una persona travesti, la gente la identifica más como una persona que se traviste para imitar a alguien, como una cantante. Sus shows se presentan hasta en bautizos y primeras comuniones. ¿Pero una Drag Queen? ¿Una Drag, con ese maquillaje, con ese vestuario? ¡Ah! Es como una explosión que no se entiende, y lo que no se entiende termina por temerse. Creo que esa es la principal razón por la que aún se teme a las Drag Queen”, dice Dodi.

Por sí misma, Dodi, quien apareció en público hace ya varios años, ha experimentado cambios y fortalecimientos: “ha habido un desarrollo en mi persona, como personaje, como Dodi Maleanta. Afortunadamente, he conocido más de mí a través de los espectáculos, de las personas que he ido conociendo con los años.

Con este, ya son siete desde que vivo esta fantasía, que es la vida de Dodi Maleanta. Yo no esperaba que un proyecto de cabaret que buscaba visibilizar las situaciones de homofobia, transfobia, ‘lgbtfobia’ en general, pudiera evolucionar al punto que pudiera participar en ponencias y talleres para psicólogos, magisterios universitarios y jueces y magistrados de Yucatán. Para mí, eso es una gran evolución.

Como dice Ru Paul: todo gran poder lleva una gran responsabilidad. La mía es prepararme constantemente en este mundo tan cambiante, en estas identidades que son cada vez más fluidas y visibles. Y, definitivamente, soy más aventada en actuaciones y temáticas que hago. Sí que ha habido un proceso en este andar de la vida de fantasía”. 

¿Se trata, entonces, de una identidad que ha llegado a formarse por completo? “Más que una identidad”, aclara, “pensaría que soy una entidad. Con esta misma personalidad mía, puedo transitar muchas situaciones, enfrentándolas como la personalidad de Dodi Maleanta. Me lo han mencionado varias veces: Dodi Maleanta inclusive es icónica en Yucatán. Muchas baby drags que tienen más tiempo me reconocen como las pioneras del Drag que salió de los antros.

El show drag no era muy bien recibido en estos lugares, porque estábamos acostumbrados al show travesti, que está muy padre. Tengo amigas que tienen ambos tipos de show. Pero el drag como tal, hasta que llegó el furor de Ru Paul, es que la gente lo volteó a ver como una forma de entretenimiento y de arte. Yo, sin quererlo, sin pensarlo, fui la primera Drag en Yucatán que no comenzó haciendo show en un antro. Comencé en circuitos de cabaret, de eventos culturales y de ‘burlesque’. Eso es muy importante en mi formación”. 

Añade: “También me gusta acercar el arte de hacer drag con las geishas. Soy fan del arte oriental; para mí, las geishas son, por sí mismas, arte. Con una geisha puedes sentarte a tomar un té delicioso; te servirá el sake de una manera espectacular. Ella es arte, con su maquillaje, en su peinado, su ropa, sus maneras. Es una mujer con quien puedes platicar de muchas cosas, porque son cultas. Para mí, eso también es ser como una drag 360, concepto famoso gracias a la Más Dragga. Así, puedes abarcar muchos aspectos en tu personalidad, en tu aspecto, en tu vestuario, en lo que haces y lo que proyectos, siempre con una base, con un contexto. Y si eso entretiene, pues ¿qué hay mejor? Si te vas a reír, te vas a divertir y, aparte, aprenderás algo, entonces está increíble”. 

El Drag, en distintas latitudes, se ha desarrollado también como una actividad artística: “cada Drag, en cada región, es diferente. En los países europeos, como en Estados Unidos, España, Brasil, las Islas Canarias y México, por ejemplo, tienen su propia manera de definir qué es ser Drag. Para mí, en el contexto de mi país y específicamente de mi ciudad, ser Drag como una forma de arte es, como diría Niurka: soy una Drag que se forma como Drag, soy una cantante que se forma como cantante. Es cierto. Para ser una entretenedora, debes estar muy preparada en todo. Tengo compañeras que hacen un lipsync precioso, por ejemplo. Para mí, tiene que haber un trasfondo cultural, de activismo, porque somos muy visibles. ¿Qué vamos a hacer con esa visibilidad, sino colaborar con lo que está pasando, con lo que queremos obtener?”

A finales de 2019, como parte de las actividades de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ), Kimmy Bomba y Dodi Maleanta contarían cuentos ante un público de niñas y niños. La presentación fue cancelada por petición de los adultos. Dodi explica lo sucedido: “personas muy poderosas, de mucho dinero en Mérida, aportaban recursos a la Feria. Cuando se supo que Kimmy y yo íbamos a participar en la FILIJ, las señoras que tienen a sus hijos en las escuelas carísimas empezaron a mensajearse. Ya me las imagino: ‘Oye, ¿ya sabes? En la feria habrá unas travestis contando cuentos a los niños. ¡Vamos a prevenirlo!’.

Los organizadores de la feria habrán recibido un mensaje: ‘O quitas a esos jotos o no ves ni un peso’. Entonces la elección de entre ‘quitar a los jotos’ o no terminar la feria… se dio lo que fue. Eso, además, de una lluvia de mensajes via inbox de odio: ‘mátate’, ‘maldito fenómeno’, ‘violador de niños’, ‘si te vemos te vamos a madrear’. En fin. Los ánimos estaban bastante calientes. En mi lugar de trabajo me tranquilizaron, diciendo que me iban a cuidar”. Desde eso ha pasado ya un tiempo. “Vamos a regresar. No vamos a parar este proyecto que ha tenido más flores que espinas”.

Sobre la vivencia de las infancias en torno a la identidad de género, la entrevistada comenta: “he aprendido, a través de las dos participaciones que he tenido en la Drag Queen Story Hour, que los niños no juzgan, no tienen ideas preconcebidas, a menos que, claro, desde muy pequeñas o pequeños, les hayan inculcado la aversión a lo distinto, que a final de cuentas ni siquiera es diferente, sino que es parte de la diversidad del mundo. Las plantas son diversas, como también las frutas. Yo no sé por qué a la gente le cuesta tanto trabajo comprender que las personas también somos diferentes”. 

Cuenta, además, una anécdota para ilustrar el pensamiento más joven: “cuando yo salí de la última Drag Queen Story Hour, que fue en marzo del año pasado, en el Centro Cultural la 68, yo estaba encantada porque me hicieron un vestido espectacular: un merengue de tul y la peluca y el maquillaje. Me quise venir así a mi casa. Yo quería seguir esa fantasía todo el día. Llegué. Estacioné el carro en la puerta de la casa y me bajé del auto. Iban llegando unos vecinitos míos. Uno tiene nueve años; la hermana, siete. Hay una chiquitita de cuatro y un bebé de dos años. Iban regresando de misa. Cuando me vieron, se acercaron a mí, abrieron grandísimo los ojos y me dijeron: ‘Vecino, ¡qué bonita está! ¡Eres una princesa!’. ¡Con todo y que traía barba! ¿Cómo les podemos explicar a las personas adultas que los niños no van a ver un señor que está vestido de princesa? O de ‘mujer’, como se dice -eso que se diga ‘vestirse de mujer’, lo siento como una patada en el hígado-. ¿Cómo le explicas a las personas que los niños ven más allá de los conceptos preconcebidos? Para mí, los niños son la esperanza de que este mundo va a cambiar. En una lectura, se dice que las cosas cambian después de tres generaciones.

A mí no me tocará verlo, pero quizá, a los hijos de mis vecinitos, les va a tocar esta consciencia. Y tendrán recuerdos: ‘yo tenía un vecino que, cuando salía a algún evento, iba maquillado y era una princesa’. Esa es mi esperanza a futuro.  A lo mejor ahorita nos tocan los ‘padrazos’, pero en unos 20 o 25 años, tengo la fe de que esto cambie”. 

La lucha por el respeto a la vida de la comunidad LGBT+ no es la única. “Me gustaría que quien lea esto sepa que también debemos ser sororas y empáticos con otras luchas, porque pareciera que están muy atomizadas”, pide Dodi Maleanta. “Si una persona lucha por el medio ambiente, pareciera que no puede ser empática con otras luchas, como la del matrimonio igualitario, por ejemplo, o con las acciones de nuestras compañeras feministas. Si todos pudiéramos ser un pedacito más empáticos con todas las luchas, haríamos de este lugar uno mejor para vivir. En verdad lo creo: el mundo puede ser mejor. No lo digo tanto para nosotros, pero sí para las generaciones que vienen atrás, las más jóvenes que nosotros”.

Dodi piensa sobre el presente: “me hubiera gustado vivir la fantasía que están viviendo los chicos y las chicas de ahora en cuanto a la expresión de su género. A mí me hubiera encantado poder maquillarme y salir a la calle en ese tiempo, haber dado la cara en aquel momento, como lo hacen los jóvenes de hoy. Son valientes, aunque se sabe que existe una nueva violencia contra las personas que nos estamos revelando contra los estándares. Incluso hablando de mí, que soy una señora mayor, de 46 años, yo también quiero subirme a esa ola de gritar ‘¡Así soy!’, porque a mí me costó casi cuarenta años soltarme el chongo y decir que esto soy y que esta es la manera en que deseo expresarme”. 

Créditos de fotografía: Fabrizio Simoneen (Blanco y negro) / Neo Seven Fotografía (corona y boa de plumas) 

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JG