Cultura

Escritoras yucatecas contemporáneas (Primera parte)

Las escritoras mestizas son producto de la desindianización, entendiendo este concepto como lo explica Guillermo Bonfil Batalla
Entre 1990 y 1991 la colección Ediciones de la Gorgona publicó cinco volúmenes: entre ellos Nocturno, un cuentario de Carolina Luna (1990) / Especial

En este trabajo se mostrará el carácter intercultural de la literatura de la Península de Yucatán escrita por mujeres en las últimas décadas del siglo XX, donde conviven varias formaciones discursivas —maya, mestiza, castiza, china, coreana, libaneza, estadounidense, canadiense— Por la brevedad del espacio, y por ser las formaciones discursivas con mayor número de receptores en nuestra región, abordaremos únicamente las autoras mayas y mestizas.

Las prácticas artísticas de ambos grupos de escritoras –durante mucho tiempo ignoradas por la historia literaria– se nutren, principalmente, de dos tradiciones culturales: la maya y la hispánica.

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Las escritoras mestizas son producto de la desindianización, entendiendo este concepto como lo explica Guillermo Bonfil Batalla (1990): ellas o algún antepasado cercano renunciaron al uso de su lengua materna, la maya, como resultado de la discriminación, experiencia que plasman en sus textos.

Las políticas educativas, referentes a la alfabetización en lengua maya, así como a la promoción de la lectura en maya y en español, han incidido en el desarrollo de grupos de escritores, así como en la aparición de publicaciones periódicas de vida más o menos efímera.

La democratización de la sociedad, el auge de las organizaciones civiles son factores que catalizaron la producción escritural de las autoras mayas y mestizas letradas. El desarrollo de las instituciones literarias en Yucatán resulta de la demanda de un creciente sector ávido de cultivarse.

La centralización mucho tiempo jugó contra la internacionalización de quienes habitaban las provincias, lo que provocó el éxodo a la capital de muchas inteligencias literarias. El auge de las tecnologías de información contribuye a dar a conocer la producción artística de todos los rincones del orbe. Las autoras yucatecas no han sido exentas de los beneficios que esto trae para su incorporación en los circuitos de la comunicación literaria sin tener que abandonar el terruño.

Entre 1960 y 2000 el contexto de la producción literaria en Yucatán se transformó profundamente. Promover la lectura de las obras producidas en este lapso es otro de los objetivos de este trabajo.

De la primera autora que hablaremos es Elvia Rodríguez Cirerol. En 1969 aparece su libro El niño y el viejo. Se trata de prosa poética, que a través del diálogo expresa parábolas y reflexiones; ha sido traducido al francés, al inglés y al braille (Lara Rivera, 1990: 19).

Esta autora realizó guías turísticas para niños, periodismo cultural y guionismo; en 1977 su trabajo El mundo sagrado de los mayas obtuvo el Oso de Plata en el Festival de Cine Turístico de Madrid (Peniche Barrera y Gómez Chacón, 2003: 120). A principios de los ochenta Elvia Rodríguez publicó los libros Te traigo un regalo y Aquel globo azul, para colorear (Lara Rivera, 1990: 19; De Azaka, 2004: 329).

Ya en esa época, autoras en lengua maya se agrupan en torno a las actividades de la Unidad Regional de Culturas Populares en Yucatán (URY), la cual inició sus labores en 1982. A través de su Programa de Lengua y literatura maya la URCPY auspició talleres comunidades, impulsó la alfabetización de la niñez, a través de talleres en los albergues del INI. Además, realizó publicaciones periódicas como Xunáan Cab (Señora abeja), que circuló a mediados de la década de los ochenta, U yajal maya wíiniko’ob (El despertar de los mayas, 1987-1988), periódico mensual casi en su totalidad en maya, que coeditaba en coordinación con el Instituto de Cultura de Yucatán (ICY); más tarde se hizo bilingüe y cambió su nombre por el de U K’aayil maaya t’aan (El Canto de la Lengua Maya, que tuvo dos épocas, la primera en 1988 y la segunda en 1990).

Otro resultado del taller literario en lengua maya de la URCPY, coordinado por muchos años por Carlos Montemayor, fueron las tres series de Letras mayas contemporáneas, la primera publicada entre 1990 y 1992 por Maldonado Editores y la Unidad Regional de Culturas Populares de Yucatán, que constó de 8 libros, cuatro en maya, y sus cuatro traducciones al castellano; en 1994 apareció la segunda, financiada por el INI y la Fundación Rockefeller, que incluyó 40 títulos, 20 en maya y sus correspondientes versiones al castellano (Leirana 1996: 64); en 1998 apareció la tercera., financiada también por el INI y la Fundación Rockefeller, en la que también se incluyeron otras lenguas mayances. Algunas autoras incluidas en las primeras dos series de la colección Letras mayas contemporáneas: María Luisa Góngora Pacheco, Lucila Caballero, Martha Yam Sosa, Irene Dzul Chablé, Teresa Pool Ix y Roberta Ek Chablé.

María Luisa Góngora ha publicado Jo’op’éel baaxalo’ob/Cinco juegos tradicionales (Mérida: Dirección General de Culturas Populares-URCPY, 1985), U tzikbalilo’ob Oxkutzcab yetel Maní, Cuentos de Oxkutzcab y Maní (ambos en 1993, en la segunda serie de la colección Letras Mayas Contemporáneas), U kuul Duraasnoo (traducción al maya de El árbol de durazno, de Marco Tulio Aguilera, libro bilingüe ilustrado por Soledad Velasco; S/L: Fonca, Colección del Rey Momo, 1996) y Chan moson/ Pequeño remolino (México: Sedesol-INI, 1998) y desde hace más de 25 años dirige el grupo de teatro Chan Dzunun de Oxkutzcab, Yucatán.

El primer cuento de Chan moson es mitológico; explica el origen del algodón y de X-Cheel la diosa del tejido y el hilado entre los mayas, quien transmitió su conocimiento a las humanas, enseñándolas a elaborar los hermosos hipiles que las distinguen. El segundo recrea la leyenda de la piedra del venado, siendo aleccionador: quien no respeta un pacto recibe su castigo. “Chan Moson/ Pequeño remolino” es una creación de la autora, cuento fantasioso en el que, sin embargo, está presente la realidad de la destrucción causada por los huracanes.

En 1982 aparece el poemario En tonos diferentes de Beatriz Rodriguez Guillermo.

De octubre de 1982 a junio de 1983 funcionó por primera vez el Taller Literario de la Universidad Autónoma de Yucatán, coordinado por el narrador y cuentista Joaquín Bestard Vázquez. Trabajos de Alejandrina Viera fueron publicados en el primer número de los Cuadernos del Taller Literario; Lía Josefina Pomar publicó en el número 2 y Carolina Luna, en el número 3. En todos los casos se trataba de volúmenes colectivos, donde figuraban en su mayoría autores.

El volumen 13 de los Cuadernos del Taller Literario está conformado por el cuentario Límites de sangre de Carolina Luna y el poemario Agua nocturna de Claudia Sosa (Luna y Sosa, 1991).

En la revista Arcana, cuyo único número fue publicado en 1997, publicaron Brenda Alcocer, Cristina Leirana, Virginia Pimentel, y Carolina Luna, además de otros escritores. (Arcana, S/F). 

Un evento importante para la formación de escritores en Yucatán fue el Diplomado de Creación Literaria, que en el marco del Programa Cultural de las Fronteras impartieron el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA o Conaculta), el Instituto de Cultura de Yucatán (ICY) y la Sociedad General de Escritores Mexicanos (Sogem) ofrecieron de septiembre a diciembre de 1989.

Algunas de las asistentes a este curso fueron Silvia Canto, Martha Capetillo, Carolina Luna, Brenda Alcocer, Melba Alfaro, Elvia Rodríguez Cirerol, Cristina Leirana, Beatriz Rodríguez Guillermo, entre otras.

Del Diplomado de Creación Literaria resultaron dos sucesos que detonaron el desarrollo literario en Yucatán: el ciclo de lecturas “Signos y Trayectorias” y la creación del Centro Yucateco de Escritores.

El ciclo “Signos y trayectorias” tuvo lugar entre octubre y diciembre de 1989, en la Casa de la Cultura de Yucatán. Se trataba de una lectura pública semanal (realizada los sábados) en la cual un narrador y un poeta exponían sus trabajos.

La creación del Centro Yucateco de Escritores AC (CYEAC) fue un intento por agrupar a la mayoría de los escritores nacidos o avecindados en Yucatán. La agrupación inicia sus trabajos a finales de 1989, aunque queda constituida como asociación civil al año siguiente (1990). Beatriz Rodríguez Guillermo fue su primera presidenta.

A fines del siglo XX el costumbrismo, corriente literaria que con frecuencia se revisita en Yucatán, seguía teniendo adeptos, como lo vemos con Suyunché, novela de Nidia Esther Rosado publicada en 1989 por el Instituto de Cultura de Yucatán (Rosado Bacelis, 1989).

Actualmente hay jóvenes novelistas que buscan recrear las costumbres de su generación al retomar situaciones cotidianas para elaborar sus obras; la vigencia contemporánea de esta corriente literaria en nuestro medio tiene relación con la característica cultural que tenemos los yucatecos de pensar en nosotros mismos; de reflexionar acerca de nuestra manera de vivir, y de identificarnos como distintos a las otras sociedades con las que coexistimos.

Entre 1990 y 1991 la colección Ediciones de la Gorgona publicó cinco volúmenes: entre ellos Nocturno, un cuentario de Carolina Luna (1990).

El Diario del Sureste, específicamente El Juglar (suplemento semanal) aglutinó a una importante cantidad de escritores y artistas plásticos entre 1990 y 2002 (año en que fue retirado de la circulación el Diario del Sureste). La coordinación editorial de dicho suplemento recayó todos estos años en el poeta y periodista cultural Jorge Lara Rivera.

La antología Entre el silencio y la ira, compilada por Jorge Lara Rivera y publicada en 1992 por Talleres Gráficos del Sudeste para conmemorar el aniversario del Diario del Sureste, reunió “a los mejores exponentes de la literatura yucateca actual en una publicación abierta a todas las tendencias y manifestaciones artísticas” (Lara Rivera, 1992: 9). En ella hay trabajos de: Brenda Alcocer, Melba Alfaro, Carolina Luna, Cristina Leirana y Celia Pedrero Cerón. Se trata una selección de cuentos aparecidos en El Juglar, el ya mencionado suplemento literario del Diario del Sureste.

En Valladolid (Yucatán), en casa de los profesores Gertrudis Puch Yah y Santiago Arellano Tuz, inició sus labores a finales de 1993 el taller literario “Yaajal k’in”, en el cual participaban autoras mayas letradas. En el segundo semestre de ese año publican Túumben Lool, tres números que reúnen los trabajos ahí producidos. Las autoras buscan incorporar palabras que han caído en desuso, y emplear estructuras gramaticales propias de la lengua maya, evitando las construcciones castellanas en textos mayas. La labor de este taller se difunde a través de las Ak’abil Maya K’aytuukulo’ob (noches de poesía maya).

El 2 de octubre de 1993 salió a la luz la revista Navegaciones Zur (del Centro Yucateco de Escritores), publicada hasta 2009, con un tiempo de vida solo comparable al de Yikal Maya Than (de 1939 a 1955). El trabajo de muchas escritoras y artistas visuales circuló en Navegaciones Zur.

Me morderé la lengua, de Melba Alfaro, publicada en 1993, fue Ganadora del Premio Estatal de Novela “Justo Sierra O´Reilly” 1992

En octubre de 1994 se presentó el libro Horas a salvo, una antología que contiene textos de Reyna Echeverría, Lourdes Rangel y Beatriz Rodríguez entre otros autores.

En abril, también de 1995, el Centro Yucateco de Escritores A.C. y el Instituto de Cultura de Yucatán convocaron al Ciclo de Conferencias “Sor Juana, 300 años en la inmortalidad”. De estos trabajos resultó el volumen homónimo al evento (Lara y Pech, 1995), en el cual colaboraron Brenda Alcocer, Cristina Leirana, Carolina Luna y Raquel Sánchez, entre otros autores. El color del cristal plaquette de Cristina Leirana, de la colección La Hoja Murmurante salió también ese año (Toluca: La Tinta del Alcatraz). Ese mismo año ve la luz la primera edición del poemario U yok’ol auat pek’ ti u kuxtal pek’/El quejido del perro en su existencia, que nos revela la solidez poética de Briceida Cuevas Cob.

En 1996, como parte de la colección Seis de Poesía, el ISSSTE, el ICY y la Escuela Normal Superior de Yucatán publicaron Mariposa la vida un libro con poemas de tres autoras: Brenda Alcocer, Guadalupe López y Hortensia Sánchez.

Con Cartas para una sombra azul obtuvo Lourdes Rangel, en 1996 el Premio Nacional de Poesía Novísima convocado por la revista Etcétera. El amor y el viaje se entrelazan, haciendo del encuentro el eje temático de los tres poemarios que integran el volumen.

En 1997, en el número doble, 136-137 correspondiente al período julio- diciembre de la revista El Cuento apareció “Tal vez pronto” de Brenda Alcocer.

También en 1997 se edita Cartas prohibidas para Miguel, de Reyna Echeverría. Así como el libro bilingüe maya español U tsikbalo’ob mejen paalal/Cuentos de niños, relatos escuchados a niños de Xocén e X-Uilub, recopilados por Ana Patricia Martínez Huchim e Isaura Ortiz Yam.

En 1998 se publica Je’ bix k’in/Como el sol, de Briceida Cuevas Cob, poemario que recrea la vida de las mujeres mayas.

En 1999 Ana Patricia Martínez publica Cuentos enraizados, libro también bilingüe maya-español, con los cuentos que sus padres le narraran en la infancia.

En noviembre de 2000 fue presentada la colección de cuentos para niños La Rana Feroz. Se trata de siete títulos de cuentos para niños: Brenda Alcocer, Reyna Echeverría, Patricia Garma y Cristina Leirana, son las autores incluidas en esta colección, además de otros compañeros.

Otros libro del 2000 es el poemario Tiempo azul, de Ena Evia (ICY/UADY).

En 2001 la Universidad Autónoma del Estado de México publica Vocación de la flama de Reyna Echeverría (nacida en Tizimín, 1971).

Para el año 2003 fue publicado El Sol alrededor del parque de Beatriz Rodríguez Guillermo, libro premiado en el Certamen Estatal de Cuento para Niños 1993, con ilustraciones de Iván Ramírez Castillo, Gabriela Díaz Isaac y Diana Valle Graniel. Ese mismo año fue publicado Eso de andar en la mar (y otras aventuras con los cabellos revueltos) de Melba Alfaro Gómez.