Por Ele Carfelo
El toreo, antes de cuajar definitivamente como un ARTE, recorrió el camino en forma balbuceante, incierta e imprecisa y de una manera material. Quienes analizaron su opinión firme en las épocas taurinas antiguas y remotas, cifraron sus conceptos hacia lo que era en aquellos ayeres, en la que únicamente se salía al ruedo a LIDIAR TOROS, y no a TOREARLOS.
Porque la lidia del toro requiere la observancia de ciertas reglas, conocimiento de los terrenos, de las querencias y de las condiciones del cornúpeta, es necesario saber de qué lado lancearlo mejor, en qué sitio, con pases por alto, por abajo, con el lado derecho, o por el izquierdo.
Pero para TOREAR A UN ASTADO, es necesario pasárselo CERCA, AGUANTANDOLO, TEMPLANDOLO y MANDANDOLO, es decir, empleando los elementos indispensables para ejecutar lo que realmente se llama TOREAR.
La decadencia de los diestros se acusa en su conversión gradual de toreros a lidiadores. Cuando la falta de facultades físicas o de VALOR, o el exceso de conocimientos y la falta de interés y de afición con afán sólo de cumplir aseadamente sin pasarse al toro aguantándolo, templándolo y mandándolo, el torero se convierte en un simple LIDIADOR que puede conocer perfectamente los terrenos y las querencias, así como las condiciones del toro, pero si no lo AGUANTA, LO TEMPLA Y LO MANDA, ese diestro no ejecutará el TOREO, sino se concretará simplemente a LIDIAR AL TORO.
El Diccionario de la Lengua Española define lo que significa la palabra ARTE, como una obra humana que expresa simbólicamente, mediante diferentes materiales o actitudes, un aspecto de la realidad entendida estéticamente, con un conjunto de obras estéticas de un país, o de una época, expresadas siempre por la persona humana.
Debemos tener también en consideración, que EL TOREO MODERNO, del que somos protagonistas toreros, ganaderos, empresarios, críticos y aficionados, y siendo los toreros, cuando menos los mejores ARTISTAS, no se les puede exigir reglas fijas en su concepción personal del ARTE que interpreta. Pero sí tenemos que admitir que un torero, para serlo, tiene que conocer a fondo los terrenos, las querencias, y las condiciones del toro, pero es llevar al extremismo, una falta de juicio, que el diestro torea con las manos altas o bajas, que mire hacia el toro o hacia el tendido, o que ponga la cara de drama o tristeza, o de risa. El torero tiene su forma particular de sentir el toreo. Tal vez, si pedirle al artista, respeto al traje que porta, usarlo con seriedad y elegancia, completo, con todas sus piezas, con la montera puesta en el primer tercio, con la chaquetilla, aunque haya calor en el ruedo, con las preciosas zapatillas puestas, a menos que el ruedo esté en condiciones adversas por la inclemencia del tiempo, pero el traje estupendo y digno, vestido siempre con eso: RESPETO Y DIGNIDAD.
Todas estas cosas distinguen lo que es un TOREO HECHO Y DERECHO, sea éste como se es en la actualidad, sin ser únicamente un LIDIADOR mal vestido.