El ajedrez encaja muy bien como una opción más de recreación familiar durante esta cuarentena que se enfrenta en el país por el coronavirus COVID-19, de acuerdo con especialistas, que ven en este deporte, una herramienta pedagógica y para transmitir valores. Sin embargo, para algunas personas, atribuirle el concepto de deporte al ajedrez, es un tema discutible, porque estar sentado frente a un tablero por varias horas no representa desarrollar una actividad física. El principal recurso que tiene el deportista, además de su talento, es su condición física, es decir, la preparación atlética para obtener un óptimo desempeño y lograr el objetivo propio o colectivo. En el ajedrez, se requiere una excelente condición física para ejercitar el órgano más importante de nuestro cuerpo: el cerebro, y desarrollar una máxima capacidad de concentración, por periodos extensos. Por tal razón, para resistir el prolongado desarrollo de las partidas, el equipo del jugador, sobre todo, los de alto rendimiento, cuentan con un nutriólogo y preparador físico, como en cualquier deporte. Como el objetivo de todo atleta es ganar, se fomenta la competitividad, otra característica compartida con los demás deportes, por lo que resulta impresionante el desgaste físico y mental en una cruenta batalla en la palestra de las 64 casillas. Además de los códigos de comportamiento, para su difusión y práctica extendida, se requiere de una estructura y una organización, que tiene nombre: Federación Internacional de Ajedrez (FIDE, por sus siglas en francés), por lo que el ajedrez cumple con esa exigencia. De tal forma, el ajedrez llega en 1999 al Comité Olímpico Internacional (COI), gracias al español Juan Antonio Samaranch (1980-2001), del que fue presidente, y con su respaldo fue reconocido ese año como deporte, tesis que sustentó al acreditar que en los archivos del COI, no hay un documento oficial que defina lo que es deporte. Como el ajedrez es un deporte mental por excelencia, el dirigente afianzó su postura, con la evidencia de que el ajedrez tiene una importancia social y pedagógica, da una imagen excelente y es universal y barato, cumpliendo así el postulado olímpico: “Mente sana en cuerpo sano”. Con información de Juan Diego Casanova MedinaPor Redacción Digital Por Esto!CC