El duelo de subcampeones europeos, entre el Liverpool, finalista de la Champions League, y el Rangers de Glasgow, perdedor en la Europa League, lo decidió el guante de Trent Alexander-Arnold y la frialdad de Mohamed Salah (2-0).
Los 'Reds', con el triunfo y la goleada del Nápooles en Amsterdam, suman dos triunfos seguidos en la fase de grupos y perfilan su pase a octavos, a merced de un encuentro en el que deberían haber marcado muchos más goles, sobre todo por un Darwin Núñez desacertadísimo.
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El uruguayo, en su primera titularidad en un mes, sigue gafado de cara a gol y se encontró con tres grandes intervenciones del veterano Allan McGregor, de 40 años, que evitó que pudiera coronar su noche con un tanto, el que hubiera sido el primero desde la Community Shield en julio.
Para suerte de los de Jürgen Klopp, el que sí tuvo puntería fue Alexander-Arnold, que a los siete minutos clavó en la escuadra una falta desde la frontal. Un disparo precioso ante el que nada pudo hacer McGregor y que sirvió para reivindicar la figura del lateral inglés, venido a menos en este inicio de temporada por sus problemas en la marca y en defensa.
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Alexander-Arnold demostró por qué en ataque es de los mejores y regaló una tranquilidad al Liverpool de la que apenas había gozado en esta Champions. Le permitió ir por delante y doblegar a placer a un Rangers que tenía perdido a Alfredo Morelos arriba.
Las ocasiones llegaron como un torrente y fue inexplicable que Darwin no anotara, pero es que McGregor estuvo a un nivel sublime. Su show lo inició con un mano a mano salvado ante Salah, y en un espacio de 20 minutos antes del descanso le hizo un 'hat trick' de paradas a Núñez.
El uruguayo erró un mano a mano, un disparo a bocajarro y un remate desde la frontal, todos los intentos desactivados por un sólido McGregor, que apenas pudo ver cómo en el minuto 53, King arrollaba a Luis Díaz y terminaba con su espectáculo.
Salah, desde lo once metros, no erró y transformó su segundo gol de esta Champions League, con el que sentenció el encuentro.
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