La Selección Mexicana no es mala, es malísima. Cada cuatro años se habla del hubiera, esa palabra inservible que hace arrastrarse a la hinchada de coraje cuando se pierde.
La realidad, es que nunca se sabe a quién echarle la culpa cuando hay malos resultados. La afición de México, aquella que nunca falla y que siempre está -a pesar de la adversidad- ha pedido a lo largo de la historia la cabeza de jugadores, entrenadores y directivos.
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Lo más lógico es poner en la guillotina al técnico, pero ¿Qué hay de la mentalidad del jugador o de la inoperancia de la directiva al elegir al nuevo estratega?
El más grave error fue haber elegido a un entrenador con un pasado mediano en clubes como Barcelona y Selecciones como Paraguay y la misma Argentina, su país.
Yon de Luisa salió de Televisa para ocupar el puesto de jefe de la Federación Mexicana de Futbol el 25 de julio del 2018, 10 días después que culminara el Mundial de Rusia 2018, donde México compitió, pero quedó una vez más a un paso del famoso quinto partido.
Lo primero que le cuestionaron tras su llegada fue si el entrenador colombiano Juan Carlos Osorio se mantendría en el Tri, porque claro, después del fracaso querían echar a un villano; sin embargo, el todavía mandamás de la Federación Mexicana dejó la respuesta en suspenso.
Y como por ahí dicen, el que calla otorga. El 7 de enero del 2019 fue presentado el gran autor de esta triste novela llamada Selección Mexicana.
Al inicio, Gerardo Tata Martino cautivó cuando venció en su debut a Chile y de ahí nadie lo detuvo hasta que se topó en un amistoso contra Argentina, el 4-0 fue su primera derrota. En ese mismo año algunos aficionados se daban el lujo de llamar al combinado nacional como el Gigante de la Concacaf, pues la final de la Copa Oro se la llevó el Tata sobre Estados Unidos, en ese mismo año.
Hasta ahora, incluido el Mundial, el argentino ha dirigido 63 partidos con un saldo a favor de 40 victorias, 12 empates y 11 derrotas. Un historial que de primera instancia luce muy a favor de Martino, pero esas derrotas y empates han sido en duelos importantes como Canadá y Estados Unidos, que ya le han tomado la medida a los aztecas.
La debacle comenzó previo a las eliminatorias, pues a Gerardo se le veía indiferente, sin compromiso. Durante estos casi cuatro años a Martino le importa un reverendo cacahuate si su equipo gana o pierde, él solo buscaba ir a otra competencia mundialista, pero no hay dudas de que ha quedado a deber, al grado de que hoy tiene a México pendiendo de un hilo en Qatar. Los medios locales apuntan a que una vez que culmine la participación mexicana en el Medio Oriente, Martino tomará sus maletas para volver a Argentina, su casa, en donde siempre estuvo refugiado sin mirar el futbol local, una liga en la que varios jugadores jóvenes y de buena calidad se quedaron sin oportunidades de disputar el mayor de sus sueños.
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JG