La selección italiana certificó este lunes su pase a la fase final de la Liga de Naciones tras terminar con el sueño de Hungría (0-2) en un partido a todo o nada en el que la buena actuación colectiva de la 'azzurra' quedó opacada por la individual del meta Gianluigi Donnarumma, clave en la segunda mitad para mantener el marcador.
El partido por una plaza en la 'Final-four' de esta Liga de Naciones comenzó tranquilo. Hungría e Italia se midieron bajo la tormenta de voces que alentaba a los jugadores húngaros a luchar para no despertarse del sueño que estaban viviendo en el Puskas Arena, con su selección a menos de 90 minutos de entrar en la fase final del campeonato, habiendo dejado atrás a tres 'grandes' como Alemania, Inglaterra e Italia.
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Pero el sueño empezó escaparse de entre las manos de los locales a pocos minutos de que se cumpliera la media hora de partido, cuando un error en la fase de construcción salió demasiado caro.
Nagy recibió el balón ya en malas condiciones y presionado, pero su cesión de primeras sobre el meta Gulacsi, sin tensión y dirigida a portería, fue lo que desencadenó el gol de la 'azzurra'. Gnonto, la joven promesa italiana que juega en el Leeds inglés, se adelantó a Gulacsi y dejó el balón muerto en el corazón del área, justo donde apareció para abrir el marcador y despertar a Italia el que hace tan solo tres días fue el verdugo de Inglaterra. Dos goles clave de un Raspadori que exhibe firmeza con Italia y con el Nápoles.
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Italia pareció hacerse dueña del ritmo de partido, aunque el plan de Hungría fue el de esperar ordenada en busca de contras rápidas orquestadas por su estrella Szoboszlai, del Leipzig, en el ataque.
La solución más frecuente para hacer daño y evitar la maraña de piernas húngaras fueron los balones en profundidad sobre los carrileros Dimarco y Di Lorenzo. Este último, de hecho, a punto estuvo de poner el 0-2 con una jugada preciosa en la que controló con el pecho, se hizo hueco en la frontal y disparó, rozando el palo, con pierna mala.
El único susto real que dio la selección de Hungría, entrenada curiosamente por un italiano, Marco Rossi, fue una salida en falso de Donnarumma que bien pudo suponer el empate pero, entre el barullo de jugadores, el remate local se marchó desviado. Esta salida de 'Gigio' fue su única mancha de la noche.
Salió tras el descanso Hungría dispuesta a encontrar un empate que la clasificara a la fase final. Sin miramientos y sin especular se volcó en los primeros cinco minutos del segundo acto sobre la puerta italiana y gozó de la ocasión más clara del partido, pero comenzó entonces el 'show' del portero del Milan. Emergió la mejor versión del gigante Donnarumma bajo palos, que blocó hasta en tres ocasiones los disparos de los locales en lo que fue una acción de valor gol, demostrando unos reflejos al alcance de unos pocos que frustraron al combinado húngaro.
El Puskas Arena revivió entonces al ver a su equipo poner contra las cuerdas a Italia y luchar por el objetivo. Volvió la tormenta de voces y cánticos, aunque duraron poco. Barella filtró a Cristante dentro del área, que encontró a Dimarco para poner el 0-2 definitivo, un gol que significó el número 1.500 de la historia de Italia y el primero para el jugador del Inter con la camiseta de la absoluta.
El gol no mató, sin embargo, el ánimo de remontada de Hungría, que tuvo otra clarísima para recortar distancias nada más encajar el duro revés. Apareció de nuevo Donnarumma para hacerse, otra vez, gigante bajo palos y sacar sobre la línea el testarazo de Styles. No había manera de superar el muro de 1,96m de altura.
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