Saúl "Canelo" Álvarez reafirmó su dominio en el boxeo supermediano al vencer de manera contundente a Edgar Berlanga por decisión unánime en la T-Mobile Arena de Las Vegas. Aunque no logró el nocaut prometido, el mexicano ofreció una exhibición de boxeo que le permitió retener sus títulos mundiales de la AMB, OMB y CMB.
La pelea comenzó con cautela, con ambos boxeadores estudiándose mutuamente en los primeros dos asaltos. Sin embargo, el tercer round marcó un punto de inflexión cuando Canelo aprovechó un descuido de Berlanga para conectar un potente izquierdazo que envió al boricua a la lona. Aunque Berlanga se levantó rápidamente, este momento definió el tono del resto del combate.
A partir de ese instante, Canelo mostró su superioridad técnica y táctica. Con una combinación de jabs precisos y uppers potentes, el mexicano controló el ritmo de la pelea, moviéndose con confianza por el ring y evitando eficazmente los ataques de su rival. La presión constante de Canelo comenzó a hacer mella en Berlanga, quien mostró signos de nerviosismo y ocasionalmente recurrió a tácticas cuestionables como golpes bajos y uso de la cabeza.
A pesar del dominio claro de Canelo, el nocaut prometido no llegó. Esto puede atribuirse tanto a la resistencia de Berlanga como a la estrategia más conservadora adoptada por Álvarez. El mexicano pareció priorizar el control y la victoria segura sobre el riesgo de buscar un final espectacular.
Las tarjetas de los jueces reflejaron claramente la superioridad de Canelo, con puntuaciones de 117-110 y dos de 118-109. Estas calificaciones no dejan duda sobre quién fue el boxeador dominante en el ring esa noche.
Esta victoria tiene varias lecturas importantes para la carrera de Canelo. Por un lado, reafirma su dominio en la categoría de peso supermediano, donde sigue siendo el campeón indiscutible. Por otro, plantea preguntas sobre su capacidad para finalizar peleas contra oponentes resilientes, especialmente considerando sus declaraciones previas sobre acabar el combate por nocaut.