El fútbol mexicano, otrora indiscutible rey del entretenimiento deportivo en el país, enfrenta un desafío inesperado: las gradas de sus estadios están mostrando una preocupante disminución en la asistencia. El Apertura 2024 de la Liga MX ha registrado una caída acumulada del 9.8% en comparación con el Clausura 2024, una tendencia que ha encendido las alarmas entre aficionados y analistas, aunque la liga mantiene una postura optimista.
Las cifras son contundentes: las jornadas 7, 8 y 9 del actual torneo marcaron los puntos más bajos de asistencia, con 168,767, 151,415 y 152,770 espectadores respectivamente. Este declive ha llevado la asistencia acumulada hasta la fecha 9 a 1,581,281 aficionados, en contraste con los 1,753,442 del torneo anterior. Estos números no solo reflejan una tendencia a la baja, sino que plantean interrogantes sobre el futuro del espectáculo futbolístico en México.
Frente a esta realidad, la Liga MX ha adoptado una postura que algunos podrían calificar de cautelosa optimismo. Fuentes dentro de la organización argumentan que se trata de un "tema estacional" y que el torneo "está en los márgenes comparables con otros buenos años post pandemia". Esta perspectiva sugiere una confianza en que las próximas jornadas compensarán el déficit actual, como ocurrió en el Clausura 2023, que cerró con un crecimiento del 17% respecto al torneo anterior.
Sin embargo, la explicación oficial contrasta con las múltiples teorías que circulan entre aficionados y expertos. Algunos apuntan a factores como la calidad del espectáculo, cuestionando si el nivel futbolístico actual satisface las expectativas de una afición cada vez más exigente. Otros señalan el elevado precio de los boletos como un obstáculo significativo, especialmente en un contexto económico desafiante para muchas familias mexicanas.
La experiencia del usuario en los estadios también está bajo escrutinio. En una era donde el entretenimiento en casa ofrece comodidad y seguridad, los clubes enfrentan el reto de hacer que la experiencia en vivo sea lo suficientemente atractiva para justificar el esfuerzo y el gasto. Además, la percepción de inseguridad en algunas ciudades podría estar disuadiendo a potenciales asistentes.
Es notable que este declive coincide con el auge de otras ofertas deportivas en México, como el béisbol, que ha experimentado un resurgimiento de popularidad. Esta diversificación del interés deportivo plantea un desafío adicional para la Liga MX en términos de captación y retención de audiencia.
A pesar de la caída, es importante contextualizar que la asistencia actual sigue siendo la cuarta mejor de la era post-pandémica. Equipos como Rayados de Monterrey mantienen un sólido promedio de 43,013 espectadores por partido, demostrando que existe un núcleo duro de aficionados comprometidos. Sin embargo, la brecha entre los equipos más populares y los menos seguidos, como Mazatlán FC con un promedio de apenas 8,462 asistentes, subraya las disparidades dentro de la liga.
La Liga MX se encuentra en una encrucijada crucial. La capacidad de la organización para abordar estos desafíos de manera efectiva determinará no solo la salud financiera de los clubes, sino también el futuro del fútbol como el deporte predilecto de los mexicanos. Las próximas jornadas serán críticas para determinar si esta caída en la asistencia es, como sugieren los oficiales de la liga, un bache temporal, o si representa un cambio más profundo en los hábitos y preferencias de los aficionados mexicanos.
Mientras tanto, clubes, organizadores y aficionados esperan con anticipación ver cómo se desarrolla el resto del torneo. La Liga MX tiene la oportunidad de utilizar este momento como un catalizador para la innovación y la mejora, reconectando con su base de aficionados y asegurando su posición como el espectáculo deportivo por excelencia en México. El tiempo dirá si el optimismo de la liga está justificado o si se requerirán cambios más profundos para revertir esta tendencia preocupante.