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Policías transexenales de la 4T buscan aprovechar la inexistencia de oposición seria y responsable

Antropólogo Jorge Franco Cáceres

Los policías transexenales no son críticos sustantivos ni opositores asertivos de los poderes estatales de la Cuarta Transformación (4T). Son sujetos mediáticos que, más allá de militancias partidistas y grupos de pertenencia, se presentan como personajes idóneos para calificar políticas públicas desde valoraciones tecnocráticas.

Los policías en cuestión, habiéndose caído sus organizaciones debido al cambio democrático y la transformación republicana, buscan tener influencia sobre el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), sea para conseguir acomodos en los gobiernos estatales o para ser escuchados en el Congreso de la Unión. A decir verdad, algunos de ellos son todavía panistas, otros muchos priistas pero, incluso, hay algunos que son perredistas, pvemistas, etcétera.

En medios impresos y redes sociales, puede verse que los poderes estatales de la 4T enfrentan a policías transexenales más que a grupos de oposición seria y responsable. Cual agentes del pasado de corrupción e impunidad que predominó durante décadas, no es difícil identificar a quienes presumen tener estos perfiles policiales de valuadores tecnocráticos de las políticas públicas.

Desde una perspectiva maniqueísta, los policías en cuestión se dedican a insistir sobre dos cuestiones: 1) que las autoridades legítimas de la 4T cumplan con sus encargos políticos si continúan con las políticas neoliberales de los sexenios anteriores, y 2) que estas mismas autoridades dejen de cumplir con sus funciones públicas cuando se apartan del pasado antisocial y contrapatrimonial desde sus iniciativas ejecutivas, legislativas o judiciales. Nada es más grotesco en las posturas de los policías transexenales que su tecnocrático modus operandi.

Los policías transexenales consideran que buenas prácticas de los poderes estatales son las políticas de la 4T que tienen continuidad con las que se impusieron durante los gobiernos de Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y, especialmente, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto.

En consecuencia, malas prácticas para ellos son todas aquellas decisiones que rompen la continuidad del dispendio público en beneficio de la corrupción sistémica y la negligencia institucional en provecho de la impunidad incondicional de estos sexenios. Observemos lo que estos policías señalan en sus publicaciones:

1) Una buena práctica para los policías transexenales es, indudablemente, la atracción de capitales de inversión del extranjero y el respaldo a megaproyectos de infraestructura como el Tren Maya, siempre y cuando se mantenga al frente de ellos a priistas peñistas o panistas afines. A diferencia, las políticas republicanas de ahorro y austeridad del Gobierno Federal son valoradas por ellos como malas prácticas, porque no tienen adeptos suyos al frente.

2) Otra buena práctica para los policías en cuestión son los gastos estatales en sistemas de vigilancia automatizada –que se atreven a destacar como garantías de seguridad pública–, frente a la asignación de recursos federales para la Guardia Nacional.

Siguen tachando a esta fuerza pública como una respuesta innecesaria frente a la delincuencia y la criminalidad que ellos mismos permitieron para que se volvieran sistémicas. Desde luego, el gasto público en sistemas de vigilancia es bienvenido para ellos, porque entraña la posibilidad de dispendio público a cargo de los suyos en varios estados, mientras que el respaldo a la Guardia Nacional es despreciable por no tener a sus huestes al frente.

3) También les resulta una buena práctica a los policías transexenales los incrementos del subsidio federal y del gasto público en universidades, politécnicos, etc., bajo la presunción que los estados están impulsando nuevas carreras profesionales y también están actualizando los sistemas educativos.

La realidad sobre lo que ocurre en esas entidades es que universidades, politécnicos, etc., están sirviendo para el acomodo de priistas, peñistas, panistas, etc., en puestos privilegiados que les sirvan para defenderse de la 4T por sus historiales de corrupción e impunidad.

A diferencia, mala práctica para ellos son las entregas directas de apoyos económicos y becas juveniles, porque se trata de políticas bajo responsabilidad de autoridades identificadas con la 4T. Celebran también como buenas prácticas que políticas clientelares como entregas de lentes, asignación de paquetes escolares, reparto de cobertores y chamarras, etc., continúen en los estados mientras sigan bajo control de neoliberales afines.

Nos queda aún para compartir que nadie es más persistente que los policías transexenales al momento de señalar que los poderes estatales de la 4T no están cumpliendo con compromisos que el PAN, PRI, PRD, etc., nunca cumplieron. Se trata de esos compromisos públicos contra la corrupción y la impunidad que los partidos derrotados por AMLO y MORENA solo instrumentaron para mantenerse en los cargos políticos. Veamos lo que señalan al respecto:

1) Una mala práctica para ellos es que se creen consejos ciudadanos en lugar que se mantengan los membretes partidistas que actualmente operan para cuestiones de gasto público, sistema anticorrupción, agenda gubernamental, manejo de ahorro y recaudación, búsqueda de personas, desaparición forzada, evaluación de desempeño, contratación de deuda, etcétera.

2) Así también para estos policías transexenales las malas prácticas son las que denominan contrarreformas de la 4T, porque significan la eliminación de instancias de dispendio público, así como nuevos reglamentos disciplinarios en términos de cumplimiento de funciones sustantivas.

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