Entre los inversionistas extranjeros, los socios nacionales y los promotores regionales se festina siempre que el 75 % o más de las unidades de los edificios multifuncionales, de las plazas comerciales y de desarrollos residenciales en Mérida se vende en su totalidad en las fases de preventa.
A partir de estos episodios mercantiles –que poco o nada tienen que ver con el futuro humanístico y democrático de nuestra urbe–, suelen ellos sentirse completamente seguros del éxito comercial de sus proyectos inmobiliarios. Difícilmente les inquieta algo más que inversiones, transacciones y ganancias.
De acuerdo con sus estándares especulativos, es decir, con los montos de inversiones realizadas, de transacciones cumplidas y de ganancias obtenidas, un año inmobiliario notablemente ejemplar es aquel que registra la mayor cantidad de obras vendidas a partir de la mayor cantidad de proyectos generados. Consideran que tiene que ser así y que no puede ser de otro modo, para que realmente “valga la pena arriesgar dinero” en los negocios inmobiliarios de las ciudades capitales.
Según cifras públicas y privadas, la alguna vez noble y leal Mérida ha estado en la parte superior del Real State National Board durante varios años, acumulando millones de metros cuadrados de construcción, que representaron multimillonarias inversiones en proyectos urbano-arquitectónicos.
Inmobilia es una de las empresas privadas que más festeja la tendencia elitista, señalando que “los nuevos edificios transformarán el skyline de la capital yucateca, pues se trata de proyectos jamás construidos, en los que el desarrollo de usos mixtos se convertirá en la forma de ser de nuestra ciudad”.
Se ha ponderado también a la capital yucateca como la “Capital Comercial del Sureste”, lo que considera un vertiginoso ritmo de desarrollo inmobiliario durante las últimas décadas. Esta publicidad de la iniciativa privada dentro y fuera de México ha recibido toda clase de atenciones de parte del Gobierno del Estado y la Secretaría de Turismo, para no quedarse atrás de las calificadoras privadas y los organismos globales.
La citada argucia sectorial, aunada a la presunción judicial de que Mérida es la ciudad más segura del país y a la retórica municipal de que ha sido varias veces Capital Americana de la Cultura, han servido para muchas cosas. La principal de ellas ha sido publicitar que las inversiones locales son siempre tan estables, prósperas y efectivas en la capital yucateca que no hay razón para no contar con más inversionistas y promotores inmobiliarios.
Reitera la iniciativa privada ante los medios impresos y electrónicos que el éxito sectorial de nuestra ciudad es resultado de cientos de miles de metros cuadrados de áreas comerciales que se están construyendo y de los miles de habitaciones hoteleras para el turismo que siguen sumándose a las existentes. Según sus voceros inmobiliarios, para los emeritenses bienestar y prosperidad son sinónimos de más metros cuadrados de construcción y más habitaciones hoteleras.
Otra cuestión que destacan los líderes del sector inmobiliario cuando hablan de la capital yucateca es el aumento sucesivo de un par de decenas de desarrollos residenciales exclusivos a la vera de la carretera Mérida-Progreso, así como cientos de desarrollos residenciales en la inmensa periferia metropolitana entre Caucel y Conkal, durante la última década. Señalan que es precisamente ahí donde se localiza la que es ponderada como zona de más alto valor inmobiliario.
Ignorando despojos ejidales, especulaciones prediales y manoseos catastrales, los líderes del sector inmobiliario no desperdician tampoco las oportunidades mediáticas para decir que el crecimiento inmobiliario ocurre con una tasa de 400 %, y que se corresponde con la migración externa que ocurre a nuestra ciudad.
También señalan que todo lo que sucede en los negocios inmobiliarios tiene mucho que ver con la llegada de empresas industriales a Yucatán. Antes hablaban de que sus directivos y empleados se establecían en Mérida y su periferia gracias al desarrollo impulsado desde la Plataforma Logística y Zona Económica Especial (ZEE). Actualmente no mencionan absolutamente nada al respecto.
Admítalo el Ayuntamiento de Mérida o no, las autoridades de nuestra ciudad han entregado todo lo que les ha requerido el sector inmobiliario para incentivar las inversiones nacionales y extranjeras, y para facilitar los proyectos urbano-arquitectónicos de interés global, que solo han servido para atraer más desarrolladores nacionales y extranjeros.
Dejando muy mal parados al Instituto de Planeación Muncipal (Inplam) y al Programa Municipal de Desarrollo Urbano de Mérida (PMDUM), los líderes del sector inmobiliario han declarado que la creación de infraestructura urbana ha estado determinada por el desarrollo privado de la ciudad en la periferia metropolitana, atendiéndose los sitios mejor cotizados donde más se ha creado la oferta inmobiliaria. Siendo las cosas así, se entiende el porqué del sistémico abandono municipal del Centro Histórico y las colonias tradicionales.
Los líderes del sector inmobiliario hablan, además, de una “impecable coordinación” con el Ayuntamiento de Mérida y que gracias a ese “ejemplar entendimiento” con las autoridades municipales, la capital yucateca se convierte cada día en el polo más atractivo para que llegue a vivir con nosotros la gente más linda y también poderosa de todo México. ONU-Habitat celebra este entendimiento con galardones a la junta emeritense.
Todo ellos son crédulos de que las necesidades de la capital yucateca están empujando la arquitectura y la planeación urbanística hacia nuevos horizontes. Aferrados también están en que por esto vemos nacer el diseño exclusivo y la construcción de edificios lujosos de una ciudad cosmopolita.
No reconocen los líderes inmobiliarios y las autoridades municipales que lo que sucede en Mérida es una burbuja inmobiliaria del mercado global. Sí, una burbuja que, en función de lo más elemental de las enseñanzas económicas, es ajena a las necesidades sociales y las carencias patrimoniales de los yucatecos.
¿Cómo puede alguien pretender que esa burbuja no reventará cuando las inversiones encuentren mejores nichos de retorno o se caigan las acciones inmobiliarias en las bolsas de valores, tal como ha sucedido con todas las burbujas inmobiliarias del mundo globalizado?