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Entretenimiento / Virales

Manuelita Sáenz, 'La Libertadora del Libertador”

I

Juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor, y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que haya roto las cadenas del dominio español.

Simón Bolívar.

Nació en Caracas en 1783, pertenecía al linaje los “amos del Valle”, descendientes de los fundadores de la ciudad conocidos como Los Mantuanos, dueños de enormes plantaciones de cacao con miles de esclavos. Cuando contaba con tres años murió su padre; y a los nueve falleció su madre. Simón quedó al cuidado de su abuelo Feliciano Palacios. “Huérfano, prometido a una riqueza considerable, heredero presunto de plantaciones extensas, esclavitudes y casas, no tuvo una infancia feliz ni una educación sistemática”. Crece con su niñera la negra Hipólita, a la que consideró “no sólo madre sino padre para mí”. Su amigo más fiel fue el negro José Palacios, de ellos hereda el anhelo libertario e independiente del mundo afro.

A los doce años escapó de la casa de su tutor, la intención del niño era refugiarse en el hogar de su hermana María Antonia, pero el tío tenia la ley a su favor, después de muchos incidentes el pupilo fue llevado a la fuerza al domicilio de su representante legal; para entonces el niño Bolívar externó “los tribunales bien podían disponer de sus bienes y hacer de ellos lo que quisiesen, mas no de su persona; ya que hasta los esclavos tenían libertad para amo a su satisfacción”. El pleito judicial concluyó con el traslado forzado de Bolívar a casa del maestro Simón Rodríguez, nombrado por el Cabildo de Caracas para la escuela de primeras letras de niños, resultó ser el profesor más adecuado para el joven Bolívar, quien llegó a decir que su maestro “enseñaba divirtiendo”, pues la estrategia de Rodríguez se puede resumir en la máxima “instruir no es educar”.

En 1799, cuando murió su abuelo, Bolívar fue enviado a estudiar a Madrid, donde se alojó en casa del marqués de Ustáriz, y tuvo la educación que todo joven de su clase debía recibir: lenguas extranjeras, danza, matemáticas, equitación, historia. En Madrid conoció a María Teresa Rodríguez del Toro,1 de quien se enamoró perdidamente. Pese a la inicial oposición del padre, en 1802 se casó con ella y regresó a Venezuela dispuesto a atender sus haciendas; ocho meses después María Teresa murió en Caracas de una violenta fiebre, incapaz de soportar el clima del trópico. Este fue, quizás, el primero de los acontecimientos que orientaron su destino de forma muy distinta a la que había planeado.

Arrasado por la pena, volvió a España, presa de dolorosos recuerdos se estableció en París, donde vivió una existencia disipada y durante la cual hizo uso holgado de su fortuna, también fue en esa ciudad donde se encontró con su antiguo mentor Simón Rodríguez, quien le dijo que estaba desperdiciando su vida y lo convenció para que estudiara las obras fundamentales de Montesquieu, Rousseau, Voltaire y los enciclopedistas. En sus viajes por Italia, conoció a su héroe Napoleón Bonaparte, a quien criticó cuando se coronó emperador en París en el 1804. Inspirado en la figura como en el advenir de los tiempos proclamó: “No daré descanso a mi brazo ni a mi espada hasta el día en que hayamos roto las cadenas del dominio español que nos oprime”. De hecho, asume el compromiso histórico de liberar a los pueblos de América de la opresión colonial como de la herencia autoritaria caciquil de los pueblos originarios. Señalaba Bolívar que “Un Continente, separado por mares inmensos, más poblado, más rico que ella, sometido por tres siglos a una dependencia degradante y tiránica”. El cura Hidalgo se refería en estos términos por la Independencia:

Rompamos, Americanos, estos lazos de ignominia con que nos han tenidos ligados tanto tiempo; para conseguirlo, no necesitamos sino unirnos. Si nosotros no peleamos contra nosotros mismos, la guerra está concluida y nosotros á salvo. Unámonos, pues todos los que hemos nacido en este dichoso suelo, veamos desde hoy como estrangeros y enemigos de nuestras prerrogativas á todos los que no son Americanos.

La América estaba atravesada de conflictos sociales, los actores tenían desiguales intereses como contradictorios; para las oligarquías criollas se trataba de emanciparse de España, su madre patria, para manejar por sí mismas estos países que consideraban suyos; mientras que para los sectores populares, esclavos, indios, mestizos marginados, el anhelo de mejores condiciones de vida era terminar con la esclavitud, la brutalidad, la ignominia de 300 años de colonia, para obtener tanto la libertad como la prosperidad social.

Inicio de la independencia

La historia de la independencia del Caribe se inicia en los territorios de la Capitanía General de Venezuela como en el Virreinato de la Nueva Granada; en Venezuela las contradicciones de clase son más violentas. De los 800 mil pobladores, 62 mil son negros esclavos, 420 mil mestizos, 212 mil blancos, entre esclavos y mestizos, había más de la mitad de la población explotada como discriminada por los blancos, estos a su vez tenían una aristocracia latifundista esclavista. Los mantuanos odiaban a muerte a las clases inferiores, despreciaban a los blancos dedicados al comercio, a los “oficios baxos”; querían el poder político para mantener sus privilegios, y a la incipiente burguesía le temían. Manipulan en su provecho la coyuntura de la debilidad metropolitana convencidos de su capacidad para ocupar el poder y desplazar a los funcionarios coloniales sin alterar el orden del sistema de dominación y la estructura socioeconómica. La hegemonía de las capas privilegiadas en el proceso significó el predominio de fuerzas sociales de terratenientes y grandes propietarios, por lo que la independencia se presentaba como un conflicto con dos frentes hacia arriba contra los españoles, hacia abajo contra las reivindicaciones sociales como cualquier alteración del statu quo.

En 1808 entra a Madrid Napoleón. En Quito una junta desconoce a las autoridades españolas e invitan al cabildo de Santa Fé de Bogotá a rechazar los procesos que lesionaban a los grupos del poder. En abril de 1810 los mantuanos de Caracas tenían el control del Ayuntamiento, entre ellos se encontraba un joven llamado Simón Bolívar. Entre 1810 a 1811 la presión independentista fue más fuerte en Caracas y fue entonces cuando comenzó la vida pública de Bolívar; desde la Sociedad Patriótica de Caracas se distinguió por sus ardientes llamamientos a la independencia; se integró con el grado de coronel en el ejército al mando de Francisco de Miranda,2 quien debía defender a la república de la reacción española. El Congreso reunido en Caracas proclamó el 5 de julio de 1811 la independencia del país; en un discurso exclamó “no podemos proclamar nuestra fidelidad a Fernando VII y a la vez pretender que nos reconozcan las potencias extranjeras. Solo siendo un país independiente nos ganaremos el respeto y el apoyo de otros Estados”. En muchos lugares de América la independencia fue declarada después de iniciada la contienda armada: Paraguay y Bogotá en 1813; Río de la Plata en 1816; Chile en 1818; Perú, Centroamérica, Quito Santo Domingo, Panamá en 1821.

El fracaso de dos repúblicas

La Primera República no duró más de dos años: el ejército español, mejor preparado que el venezolano, impuso su ley. El propio Bolívar cometió un gravísimo error al dejar a merced del enemigo las municiones y armas en la plaza de Puerto Cabello, tras lo cual a Miranda no le quedó más remedio que capitular para evitar un innecesario derramamiento de sangre. Bolívar, abatido, escribió a su general: “Después de haber agotado todos mis esfuerzos físicos y morales, ¿con qué valor me atreveré a tomar la pluma para escribir a usted habiéndose perdido en mis manos la plaza de Puerto Cabello? Mi corazón se halla destrozado con este golpe aún más que el de la provincia”.

Miranda negoció con el comandante del ejército español, Domingo de Monteverde, los términos de la capitulación. El Precursor aceptó las duras condiciones de la rendición porque no le quedaba otra salida, pero sus compañeros lo consideraron un traidor. Preparado para abandonar Venezuela con el pago por su delito Miranda es capturado por unos jóvenes mantuanos, entre ellos Bolívar, y es entregado a los españoles, que desde hacía años aguardaban una ocasión para prenderlo. La llegada a Caracas del español Monteverde significó la muerte de la República Federal de Venezuela, duro golpe para los mantuanos que habían declarado la Independencia, pero no podían perdonar que abrieran las puertas del Palacio de Gobierno al Pueblo, Monteverde salvó vidas, a Bolívar le dio pasaporte para que saliera hacia Curazao, pero él decidió continuar el sueño independentista, escapó de Curazao y se trasladó a Cartagena de Indias. Su intención era liberar Nueva Granada al mismo tiempo que Venezuela. Escribió entonces el primero de sus grandes documentos políticos, el Manifiesto de Cartagena, en el que planteaba la reconquista de Caracas como paso fundamental para la independencia de todo el continente, que configuraría un nuevo Estado llamado Colombia. En Nueva Granada (Colombia), Antonio Nariño (Cundinamarca), promovía un gobierno central con un ejecutivo fuerte –todavía usaba en los documentos oficiales el escudo español– polemizó con el federalista Camilo Torres, autor del Memorial de los Agravios, partidario de confederar las antiguas provincias del virreinato para que cada una tuviera su administración y autonomía, acorde al esquema de la Constitución de los Estados Unidos. Esta situación se tornó una lucha fratricida que envolvió a sus provincias, limitó la participación popular así como la consolidación de la independencia. La aristocracia criolla de Bogotá quería conservar sus privilegios, el control de las rentas fiscales, mientras que las élites provincianas pretendían el control de sus regiones con enormes desigualdades socioeconómicas, como las distancias complejas por los Andes neogranadinos.

En 1813 Bolívar protagonizó una de las hazañas militares más asombrosas de la historia: la “Campaña admirable”, origen de la Segunda República venezolana. Con movimientos rápidos y acciones arriesgadas (él y su ejército cruzaron las escarpadas cumbres de los Andes venezolanos a caballo) desplegó sus condiciones de líder militar. Dos meses después lanzó la proclama de “Guerra a muerte” en Trujillo, con la intención de dar un giro nacional a la guerra: “¡Españoles y canarios! Contad con la muerte aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. ¡Americanos! Contad con la vida aun cuando seáis culpables”. Tras varias batallas victoriosas (Cúcuta, Niquitao, Los Horcones), el ejército patriota tomó Valencia, San Carlos y La Victoria, y en agosto de 1813 entró triunfalmente en Caracas.

A Bolívar siendo capitán general de los Ejércitos de Nueva Granada y Venezuela le fue concedido el título de Libertador y el cargo de capitán general, equivalente a general en jefe. Sin embargo, tras las celebraciones, a Bolívar lo aguardaban la indisciplina y las luchas intestinas, la masa del pueblo no se sentía comprometida con la República de los Notables, el Libertador no comprendía todavía la necesidad de incluir un programa social y tuvo que enfrentarse a una temible coalición de enemigos de la independencia: los llaneros, bandas de guerrilleros al mando del asturiano José Tomás Boves, quien les había prometido abolir la esclavitud, temido por el ensañamiento contra sus enemigos. Un ejército de masas del pueblo, esclavos liberados por la guerra social, pardos, zambos, cargados de odio ancestral de los llaneros mestizos contra los opulentos mantuanos, se alimentaban de carne cruda, iban al combate no a vencer al enemigo, sino a aniquilarlo, o degollarlo, miles de llaneros, que habían ido a buscar posiciones, bienes negados a lo largo de la noche oscura de la colonia. Boves tenía un ejército veloz, menos costoso, el más despiadado del mundo.

Para entonces el ejército regular español se reforzó con la llegada de un nuevo capitán general, Juan Manuel Cajigal. El ejército patriota, hostigado por todas partes, se vio obligado a emigrar al oriente del país con casi toda la población de Caracas antes de ser masacrada por Boves, quien había reunido otro ejército. El 1814 se conoce en la historia de Venezuela como el “año terrible”, pues había matanzas diarias, lo mismo en lugares bajo el mando de Boves como en los que caían en las manos de Bolívar, los presos de ambos lados eran alanceados o degollados, no se respetaban vidas, ni hogares, ni templos, las familias estaban divididas, el resentimiento social tornó las campos de batalla en lucha sangrienta.

Carta de Jamaica

La reanudación de la hegemonía de la élite conservadora criolla en Cartagena bajo la conducción de Castillo y Rada, enemigo de Bolívar, llevaría al exilio del Libertador a Jamaica, donde escribiría la célebre Carta de Jamaica, en la que describió el panorama de la situación y futuro del continente y reconoce los tres siglos de barbaridades cometidas por los españoles superiores a las perversidad humana, por tanto, la América ha cortado los lazos que la unía a España, es más grande el odio que inspira la Península, impera la muerte, el deshonor, cuanto es nocivo nos amenaza y tememos, todo lo sufrimos de esa desnaturalización madrasta. El virreinato de Perú es, sin duda, el más sumiso y al que más sacrificios se le han arrancado para la causa del rey. Señala Bolívar: “En la Nueva España, la insurrección ha agitado a casi todas sus provincias. Los mexicanos serán libres, porque han abrazado el partido de la Patria, con la resolución de vengar a sus antepasados, o seguirlos al sepulcro. Es el tiempo de hacer pagar a los españoles, suplicios con suplicios y ahogar a esa raza de exterminadores en su sangre o en el mar”. Mientras España pretende conquistar la América, sin soldados, sin tesoros, los que tiene apenas le alcanzan para someter a su propio pueblo a violenta obediencia. Se pregunta: “¿podrá España hacer comercio sin manufacturas, sin producciones territoriales, sin artes, sin ciencia, sin política?”.

Considera el estado de la América desmembrado, como cuando se desplomó el imperio romano cada territorio formó un sistema político, conforme a sus intereses y situación, o siguiendo la ambición particular de algunos jefes, familias, o corporaciones, vislumbra el egoísmo de grupos de poder que destroza los ideales de unificar en vez de dividir. La ambición de ocupar cargos en el gobierno y administración del Estado transformada en guerra sin cuartel, dado el revanchismo de haber negado a los criollos puestos como virreyes, gobernadores, arzobispos, obispos, diplomáticos, nunca militares, todo en calidad de subalterno, sin privilegios; no podían aspirar ni a magistrados, financistas, ni comerciantes, casi todo en manos de un rey que nunca visitó sus colonias. Reconoce que las instituciones representativas no son adecuadas a nuestro carácter, costumbres y luces actuales. En Caracas plantea que “el espíritu de partido tomó su origen en las sociedades, asambleas, y elecciones populares, y esos partidos nos tornaron a la esclavitud. Así como Venezuela ha sido la república americana que más se ha adelantado en sus instituciones políticas, también ha sido el más claro ejemplo de la ineficiencia de la forma democrática y federal de nuestros nacientes Estados. ”En Nueva Granada las excesivas facultades de los gobiernos provinciales y la falta de centralización en el general han conducido al estado en que se ha reducido en el día”.

Consideró que resulta más difícil “sacar un pueblo de la servidumbre que subyugar uno libre. Se puede concebir que un pueblo desencadenado se lance a la esfera de la libertad, sin que, como Ícaro, se le deshagan las alas y recaiga en el abismo. Yo deseo ver formar en América la más grande nación del mundo, aunque aspiro a la perfección del gobierno de mi patria, no puedo persuadirme que el Nuevo Mundo sea por el momento regido por una gran república; como es imposible, no me atrevo a desearlo; menos deseo una monarquía universal. Los abusos que actualmente existen no se reformarían y nuestra regeneración sería infructuosa. Los Estados americanos han menester de los cuidados de gobiernos paternales que curen las llagas y las heridas del despotismo y la guerra. La Metrópoli, por ejemplo, sería México que es la única puede serlo por su poder intrínseco”. En cuanto al sistema político opina:

[…] no convengo en un sistema federal entre los populares y representativos, por ser demasiado perfecto y exigir virtudes y talentos políticos muy superiores a los nuestros; por igual razón rehúso la monarquía mixta de aristocracia y democracia que tanta fortuna y esplendor ha procurado a Inglaterra; evitemos caer en anarquías demagógicas o tiranías monócratas.

De los mexicanos plantea: “imagino que intentarían al principio establecer una república representativa en la cual tenga grande atribuciones el poder ejecutivo, concentrándolo en un individuo que si desempeña sus funciones con acierto y justicia, casi naturalmente vendrá a conservar una autoridad vitalicia”. Propone como sistema cameral una cámara o senado legislativo hereditario, que en las tempestades políticas se interponga entre las olas populares y los rayos del gobierno. De Buenos Aires, Chile, Perú, juzgando por las apariencias en Buenos Aires habrá un gobierno central en que los militares se lleven la primicia por consecuencia de sus divisiones internas y guerras externas. Para el Perú –analiza– “encierra dos elementos enemigos de todo régimen justo y liberal: oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad; se enfurece en los tumultos, o se humilla en las cadenas”.

Dadas las condiciones históricas de los pueblos, como de sus futuros gobiernos, se atreve a reconocer cómo será el futuro de América:

De todo lo expuesto, podemos deducir estas consecuencias: las provincias americanas se hallan lidiando por emanciparse; al final obtendrán el suceso; algunas se constituirán de un modo regular en repúblicas federales y centrales; se fundarán monarquías casi inevitablemente en las grandes secciones, y algunas serán tan infelices que devorarán sus elementos, ya en la actual, ya en las futuras revoluciones; que una gran monarquía no será fácil consolidar; una gran república imposible.

Entiende Bolívar las paradojas de construir naciones en conflicto permanente, tal sería la historia de América a lo largo de sus doscientos años venideros “cuando los sucesos no están asegurados, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas remotas, todos los hombres vacilan; las opiniones dividen, las pasiones las agitan, y los enemigos las animan para triunfar por este fácil medio. Luego que seamos fuertes, bajo los auspicios de una nación liberal que nos preste su protección, se nos verá cultivar las virtudes y los talentos que conducen a la gloria; entonces seguiremos la marcha majestuosa hacia las grandes prosperidades a que está destinada la América Meridional”.

Continuará.

Notas

1 En la magnífica serie Bolívar, de Netflix, el papel de María Teresa fue protagonizado por la artista Irene Esser, nuera del presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador.

2 Francisco de Miranda, el Precursor, se contagió desde joven del espíritu revolucionario de la época. Participó en la guerra de independencia de Estados Unidos y en la Revolución francesa. Desde 1790 había imaginado un proyecto de independencia para la América española: se trataba de crear un Estado continental independiente, llamado Colombia, gobernado por dos presidentes con el título de “incas” y con dos cámaras representativas; la capital se situaría en Panamá.

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