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La Virgen de la Caridad en Cuba y un nuevo cardenal cubano

Félix Sautié Mederos

DVII

Cada año el mes de septiembre trae una motivación muy especial para una importante mayoría del pueblo cubano, sean creyentes o no, porque el día 8, en que el calendario católico se conmemora la natividad de María la madre de Jesús de Nazaret, fue escogido para la celebración de María de la Caridad, Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba, a solicitud en 1915 de los veteranos de las Guerras de Independencia dirigida al entonces Papa Benedicto XV. Es una historia que se ha divulgado en varias ocasiones, aunque no es ocioso reiterarla por el significado que en sí misma posee y para que no se olvide. Que, por otra parte, algunos dogmáticos del ateísmo quisieran olvidar, pero no lo han logrado y no lo podrán lograr porque es una fecha constitutiva de la Historia de Cuba y de sus más de cien años de lucha. Nunca se debería olvidar que cuando éramos una colonia de España y nacía nuestra identidad nacional, la Virgen de la Caridad era quizás el más genuino símbolo de cubanía. Era una época en que todavía no teníamos escudo ni bandera, entonces la Virgen de la Caridad devino el símbolo esencial de cubanía, lo que hoy sigue siendo para buena parte de los cubanos acompañada de la bandera y del escudo de la nación.

En las guerras de independencia muchos mambises llevaban en el ala de su sombrero una tirita amarilla (escarapela) con la medida de la pequeña imagen, y con el tiempo eso devino en una costumbre más generalizada. Yo nací en 1938 y recuerdo de niño que en aquella época todavía se hacía uso por las madres de la medida amarilla de la imagen para ponerla a sus hijos como resguardo. Comienzo pues por referirme a la Virgen cubana en este capítulo, inspirado en lo que conmemora el pueblo cubano el 8 de septiembre. Desde hace años cada 8 de septiembre me refiero a la Caridad del Cobre y escribo al respecto, es algo que nace de mi cubanía y de mis convicciones cristianas.

Además, este va a ser un 8 de septiembre especial para los católicos cubanos porque el Papa Francisco ha anunciado que, en el Cónclave convocado para los primeros días de octubre del 2019, entre los 13 cardenales que va crear, uno será cubano, Monseñor Juan de la Caridad García, actual arzobispo de La Habana. Será el tercer cardenal cubano en la Historia. Manuel Arteaga y Betancourt quien tenía vínculos familiares con Ignacio Agramonte y, además era un importante intelectual religioso cubano, miembro de la Academia Cubana de la Lengua; Jaime Ortega Alamino quien desempeñó un importante papel en la actual etapa cubana, y ahora Juan de la Caridad García, quien es en sus inicios un modesto cura de pueblo. En tanto que hay muchos países, algunos incluso más católicos e importantes en tamaño y población que Cuba, que nunca han tenido un cardenal. En mi criterio, ello constituye una valoración muy significativa de la importancia de Cuba en el ámbito mundial. Incluso, tenemos que los tres últimos papas la han visitado y emitidos importantes declaraciones solidarias con nuestro país. Especialmente Juan Pablo II, quien expuso su famoso planteamiento de que Cuba se abra al mundo y que el mundo se abra a Cuba.

Otro hecho muy importante que dice mucho de esta significación histórico espiritual de Cuba, fue el extraordinario encuentro que ha tardado más de mil años en celebrarse realizado en el Aeropuerto de La Habana entre la Iglesia católica y la Iglesia Ortodoxa rusa, en las personas del papa Francisco y de Kirill, patriarca de toda Rusia, efectuado en septiembre del 2016. En este sentido el Papa Francisco antes de marcharse de Cuba rumbo a México entonces declaró que: “No quiero irme sin darle un reconocimiento a Cuba, al gran pueblo cubano y a su presidente aquí presente. Agradezco su disponibilidad activa. Si sigue así Cuba será la capital de la unidad”.

En consecuencia, monseñor Juan de la Caridad García encabezará este año 2019 las tradicionales procesiones y festejos del 8 de septiembre breves días antes del Cónclave en Roma, en que Francisco, tal y como se plantea en el protocolo vaticano, lo creará como cardenal de la Iglesia católica, incluso dado su edad será uno de los electores del próximo papa. Francisco una vez más desafía a la curia dogmática europeizante y de derechas, nombrando obispos y cardenales, procedentes de las distintas latitudes del mundo, en especial procedentes de las periferias mundiales, a pastores sencillos y de pueblo con olor de ovejas tal y como se expresa en lenguaje litúrgico.

En el portal oficial de la Iglesia católica cubana, en un artículo firmado por el destacado laico Sergio Lázaro Cabarrouy Fernández-Fontecha, a quien aprecio muy especialmente, titulado La eficacia de lo pequeño se expresa al respecto de este significativo anuncio de Francisco que:

Monseñor Juan de la Caridad García Rodríguez, arzobispo de La Habana, es un hombre sencillo, un sacerdote de pueblo, amigo de trabajadores del campo, amas de casa, macheteros, mecánicos o choferes. Una mañana a la semana se va a un hogar de minusválidos y enfermos mentales para ayudar a bañar y repartir desayuno. Una madrugada a la semana reza el Rosario, como parte de una antiquísima devoción mariana. Le gusta irse de misión adonde la gente no sabe qué es un obispo, para que se enteren de que Dios los acompaña desde antes que su madre decidiera no abortarlos y que cuando se enseña el perdón y la fraternidad, se accede a ese Dios que los ama y los cuida, sobre todo si aprenden a hablarle como lo harían a un papá.

Me propongo expresar, a partir de estas circunstancias y hechos de la Historia, algunas consideraciones personales al respecto del tema que enuncio en el título: “Esencias básicas de las tradiciones y creencias que forman parte de la identidad de los pueblos. La Virgen de la Caridad en Cuba y un nuevo cardenal cubano”.

Las tradiciones y las creencias populares se insertan en la vida de los pueblos y tienen una influencia decisiva en su identidad y cultura, que en mi criterio, desde el punto científico de la historia, son imprescindibles tomar muy en consideración para comprender el intríngulis de las formas en que se expresa el pensamiento popular en múltiples países del mundo en los que Cuba no es una excepción ni mucho menos. Algo que algunos dogmáticos del extremismo conceptual ateísta quisieran borrar con decretos y criterios desfasados de la vida. De eso tenemos en Cuba algunos ejemplos de la nefasta época del ateísmo científico que el IV Congreso del Partido borró para siempre al plantear el regreso a la república laica que soñara José Martí.

En este orden de cosas, en relación con lo que ha sucedido en Cuba al respecto del tema que me ocupa, tenemos que los veteranos de nuestras guerras de independencias fueron explícitos de sus intenciones en su misiva dirigida al papa en el 1915. Cito textual uno de los párrafos más importantes del texto firmado de puño y letra con la grafía original que presenta algunas faltas de ortografía, demostrativas del origen genuinamente popular de aquellos rudos y heroicos hombres de la Patria cubana:

[...] No pudieron ni los azares de la guerra, ni los trabajos para librar nuestra subsistencia, apagar la fé y el amor que nuestro pueblo católico profesa a esa Virgen veneranda; y antes al contrario, en el fragor de los combates y en las mayores visisitudes de la vida, cuando más cercana estaba la muerte o más próxima la desesperación, surgió siempre como luz disipadora de todo peligro o como rocio consolador para nuestras almas, la visión de esa Virgen cubana por excelencia, cubana por el origen de su secular devoción, y cubana por que así la amaron nuestras madres inolvidables, así la bendicen nuestras amantes esposas y así la han proclamado nuestros soldados, orando todos ante élla para la consecución de la victoria y para la paz de nuestros muertos inolvidados; y acusaría una vergonzosa ingratitud por nuestra parte, el que a los beneficios que esa Virgen excelsa nos prodiga, permanecieramos inactivos o mudos, y no levatáramos nuestra voz ante el sucesor de San Pedro, para que haciéndose interprete de los sentimientos del pueblo católico de Cuba y de los de su Ejército Libertador que profesan la religión de nuestros antepasados, y usando de las facultades de que se encuentra investido, declare, previo los trámites correspondientes como Patrona de la República de Cuba a la Virgen de la Caridad del Cobre, y de fiesta eclesiástica en élla el día que lleva su santo nombre [...].

La historia de la Caridad del Cobre data de 1612 cuando Cuba no existía como república. En los últimos tiempos, ha sido resumida en unos párrafos muy bien sintetizados por monseñor Wilfredo Pino Estévez, actual arzobispo de Camagüey, en artículo suyo de fecha 23 de septiembre de 2015 publicado en el periódico Juventud Rebelde:

[...] en 1612, un niño de 10 años de edad nombrado Juan Moreno, y dos hermanos indios, también cubanos, Juan y Rodrigo de Hoyos, encontraron flotando, en la Bahía de Nipe, una pequeña imagen de la Virgen María. En la tabla que la sostenía, como si se tratara de su carnet de identidad, podía leerse: “YO SOY LA VIRGEN DE LA CARIDAD”. “Aprisa” también la trajeron ellos al Cobre, donde ha quedado para siempre.

Todos podríamos preguntarnos quién encontró a quién: ¿Fueron los cubanos quienes encontraron a la Virgen de la Caridad o fue la Virgen de la Caridad la que vino al encuentro del pueblo cubano? El resultado es que, desde ese maravilloso día de 1612, ella se hizo cubana antes de que Cuba tuviese bandera, himno y escudo, y Cuba fuera Cuba. Ella pasó a ser un símbolo de Cuba como lo es el tocororo, la palma real y la flor de la mariposa.

A la Virgen María le han brindado su arte, su escultura, su pintura, su música, su mármol, su oratoria, cubanos de la talla del Venerable Padre Félix Varela, del Padre Esteban Salas, José María Heredia, Gertrudis Gómez de Avellaneda, José Martí, Fina García, José Lezama Lima, Luisa Pérez de Zambrana, Emilio Ballagas, Ernesto Lecuona, Dulce María Loynaz, Juan Manuel Nápoles Fajardo, Rita Longa, José María Vitier, ¡y tantos otros!”

Recuerdo pues que en el año 2012 celebramos en Cuba el Cuarto Centenario del descubrimiento de la imagen de la Virgen de la Caridad del Cobre y que en el año 2011 se realizó una peregrinación por todo el país a lo largo y ancho a través de bateyes, poblados, pueblos y ciudades sin que prácticamente quedara alguno de significativo espacio sin recibir la imagen de la Virgen de la Caridad, conocida como la Virgen mambisa que se atesora en la Iglesia de Santo Tomás en Santiago de Cuba que según cuenta la tradición histórica fue una imagen que acompañó al Ejército Libertador, Ejército Mambí en la Guerra de Independencia de Cuba. Asistimos entonces en el 2012 a una verdadera explosión popular de participación, que en la práctica concreta dejó sin posibilidades de dudas del arraigo y la veneración del pueblo cubano a su Patrona, la que nunca se pudo arrancar de sus sentimientos durante los años del ateísmo científico.

Vivíamos en aquellos momentos una época de incertidumbres y angustias existenciales. En mi opinión, aquella masiva peregrinación por todo el país alentó los espíritus, levantó los ánimos masivamente y elevó el orgullo de ser cubano. Las imágenes y los videos de la época constituyen una prueba irrefutable de una historia que los detenidos en el tiempo quisieran que se olvidara; pero puedo decir que desde entonces las conmemoraciones del Día de la Patrona de Cuba han reverdecido en aumento. Y en esto tengo que recordar aquello que Goethe plantea en Fausto en el sentido de que gris es la teoría y solo es verde el árbol de la vida.

En mi propósito de desempeñarme como cronista de mi época, he escrito muchas crónicas y artículos al respecto de la devoción de los cubanos por la Patrona de Cuba y este año no quiero que sea una excepción al respecto porque la espiritualidad de los seres humanos y el respeto de sus símbolos considero que tienen una importancia esencial para comunicarse con el pueblo. Especialmente, con el pueblo de a pie, porque nos permite comprender más cabalmente sus sentimientos, anhelos y formas de ver la vida.

En este sentido, quiero destacar que Miguel Díaz-Canel, en uno de sus primeros actos después de haber sido elegido Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, visitó el Santuario de la Virgen de la Caridad en el poblado de El Cobre, provincia de Santiago de Cuba, donde habló con los creyentes que allí estaban de peregrinación. Dice la tradición que cada cubano por lo menos una vez en su vida debe visitar a la Virgen de la Caridad en su Santuario en el poblado de El Cobre. En mi criterio, el de Díaz-Canel, quien ha afirmado que no es creyente y quien en realidad es genuinamente cubano, fue un gesto de cubanía y de especial sensibilidad popular el realizar aquella visita, que se aparta espiritual, política y prácticamente de los detenidos en el tiempo que quisieran desaparecer esa devoción generalizada en el pueblo cubano.

Este hecho se produjo en una fecha tan cercana de su elección como fue el 20 de junio de 2018 y el impacto de su visita fue ampliamente reflejado por la prensa nacional del momento.1

Por otra parte, quiero recordar que en aquel santuario sagrado para los cubanos se atesoran en una exposición de vitrinas, múltiples exvotos que los cubanos que la han visitado por años han ido depositando como recuerdo permanente e histórico de su visita a su Patrona. Especialmente, quiero destacar los grados, brazaletes y símbolos que los combatientes el Ejército Rebelde de Fidel los entregaron a la Virgen de la Caridad en muestra de su devoción; porque la Virgen de los cubanos siempre nos ha acompañado en nuestras luchas por nuestra independencia, nuestra identidad nacional, por la justicia y la paz. También debo significar como un hecho muy interesante que expresó el amor por Cuba del gran novelista estadounidense Ernest Hemingway, la entrega personalmente para la posteridad en los exvotos allí depositados de su medalla del Premio Nobel que recibiera en vida.

En este orden de pensamiento, quiero reiterar como testimonio y memoria de vida que estoy expresando en esta serie de artículos de La espiritualidad prohibida, con el exergo “De lo que he visto, de lo que he vivido, de lo que pienso y creo”, uno de los artículos que publiqué en POR ESTO!,2 con fecha 12 de septiembre de 2011, al respecto de la masiva peregrinación de la imagen de la Virgen Mambisa a lo largo y ancho del país en conmemoración del Cuarto Centenario de su descubrimiento en la bahía de Nipe, en la antigua provincia de Oriente. Cito textual algunos párrafos esenciales que mantienen su vigencia en el tiempo transcurrido:

[…] La Virgen de la Caridad del Cobre, advocación mariana cuyo carisma esencial es el amor, constituye un indiscutible símbolo de identidad nacional respetado por los cubanos de adentro y de afuera del país, incluso más allá de sus creencias religiosas o de sus concepciones filosóficas, ya sean ateas, agnósticas o de fe. La Caridad del Cobre y la figura de José Martí, han alcanzado niveles de aceptación y veneración generalizados entre los cubanos que difícilmente algún compatriota se atrevería a negar o despreciar en público. Todas las naciones tienen creencias, símbolos, historias, personas, tradiciones que conforman lo sagrado de su identidad, que son venerados, conmemorados y defendidos en virtud de considerarse elementos fundacionales que aportan vida y subsistencia a la nación en el tiempo.

Al mismo tiempo, cuando afirmo lo anterior, debo reconocer también que indiscutiblemente en Cuba estamos viviendo momentos muy difíciles y complejos, que nos mantienen ante un punto de inflexión determinante para nuestro presente y nuestro futuro en los que estos símbolos adquieren una importancia esencial. Es en estas complejas circunstancias que esos símbolos, integrantes de lo que es sagrado para la nación y la patria en su conjunto, podrían renovar con inusitada intensidad su significado y función aglutinadora de la Nación Cubana, facilitándonos que nos veamos como lo que realmente somos: compatriotas y hermanos con un destino común que todos deberíamos salvaguardar aun por encima de nuestras diferencias, discrepancias e intereses estrictamente personales, poniendo al centro de todo a la Nación en su conjunto sin omisiones onerosas […].

[…] La Virgen de la Caridad y la devoción que le profesan los cubanos creyentes junto con el respeto de los no creyentes es en especial una encarnación del amor sin límites predicado por Jesús el de Nazaret. Un amor que prevalece por encima de las fronteras geográficas, culturales e ideológicas, así como de las pasiones humanas, de los intereses creados y de los poderes temporales establecidos por mucha autoridad y fuerza que posean. La Virgen de la Caridad, por tanto, no debería ser campo de batallas de nadie en particular, porque por sobre todas las cosas es madre de los cubanos en su conjunto, de unos y de otros, de los de adentro y de los de afuera, de los que están a favor o en contra. Algo a respetar sin excepciones válidas de ninguna índole; y, por tanto, un signo de encuentro, diálogo, reconciliación, perdón y amor que deberíamos usar en las difíciles circunstancias y coyunturas actuales, como bandera de paz y de concordia nacional […].

[…] Su fiesta es la fiesta de los cubanos sin excepción ni exclusiones de ninguna índole. Las procesiones del pueblo son recorridos a favor del amor, de la vida y de la concordia nacional y todos deberíamos respetarlas, como se respeta al pueblo en sí mismo. Este es el año previo al cuatrocientos aniversario de su hallazgo en 1612 en medio de una tempestad, navegando encima de una frágil tabla sobre las aguas de la Bahía de Nipe en el Oriente cubano.

Como preparación a las celebraciones del próximo 2012 declarado Año Jubilar para los cubanos, una imagen suya que acompañó a los combatientes en nuestras guerras de independencia en el siglo xix y que se venera en la Iglesia de Santo Tomás en Santiago de Cuba, está recorriendo nuestra geografía de Oriente a Occidente por poblados y ciudades concitando sentimientos de amor y de esperanzas en medio de sentidos desbordamientos populares, que sus testigos los consideran imborrables en los corazones cubanos que han ido a su encuentro. Pienso que es premonición de que en definitiva se abrirá para Cuba un futuro de encuentro, reconciliación y perdón […].

[…] Reitero mi convicción de que vendría la concordia, el amor, la paz y el desarrollo que tanto anhelamos. Lo contrario sería el caos y la desolación. Eso es lo que opino y eso es lo que afirmo en el día de la Caridad del Cobre, Patrona y Reina de todos los cubanos, de los que creen y de los que no creen.

Para finalizar, quiero añadir que en los días previos a la celebración del Día de la Patrona de Cuba este año 2019, Mr. Trump y sus acólitos han anunciado nuevas medidas de restricción hacia el pueblo cubano, de seguro aumentarán los daños que nos infringe el criminal bloqueo de los Estados Unidos a Cuba desde hace sesenta años; pero lo que Mr. Trump no entiende es que se enfrenta a un pueblo aguerrido y decidido con una extensa tradición de luchas por la paz y por la vida, del cual la Virgen de la Caridad del Cobre es uno de sus símbolos más preciados.

Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para el pensamiento diferente y sin querer ofender a nadie particular.

Continuará.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme dudas, criterios, opiniones y preguntas: [email protected]

Notas

1 http://razonesdecuba.cubadebate.cu/noticias/presidente-cubano-visita-santuario-de-virgen-de-la-caridad-del-cobre/

2 Publicado en POR ESTO! el lunes 12 de septiembre de 2011, http://www.poresto.net/ver_nota.php?zona=yucatan&idSeccion=22&idTitulo=114618

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