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Entretenimiento / Virales

No sólo nos acechan peligros externos…

Félix Sautié Mederos

DXXIII

Considero que hay peligros internos importantes que se unen a los problemas complejos motivados por las agresiones que día a día nos acechan. Constituyen peligros internos que tenemos que plantearnos muy seriamente en los inicios del 2020, que deberían unirse a los problemas conocidos por todos, como son principalmente los amenazadores peligros externos que significan las acciones del bloqueo criminal nuestro principal obstáculo para el desarrollo, incluyendo a la guerra económica y, muy en especial, las agresiones mediáticas que nos tienen declaradas el enemigo imperialista y sus acólitos.

En este orden de cosas, pienso que tenemos también que tomar muy en consideración, sin dudarlo, con un pensamiento simplista, que en lo interno de nuestra sociedad local se encuentran amenazas muy considerables. Incluso puede decirse que taimadas o poco consideradas por desconocimiento y/o desidia; aunque al acecho permanente y sistemático, las que en su concepción comportan importantes peligros latentes que nunca deberíamos desestimar.

Estas cuestiones están determinadas por nuestros propios errores, por las deficiencias y debilidades que en el interior de nuestra sociedad local tenemos en muchas ocasiones sin reconocerlas como tales, por ejercicio de un pensamiento atrasado propio de la vieja escuela, así como por las acciones dañinas de la burocracia, el autoritarismo y un conservadurismo muy sutil, que de conjunto tampoco muchas veces se pueden ver, percibir a simple vista y/o superficialmente. A esas “fantasmagóricas”, amenazas por denominarlas de una manera comprensible, es que me planteo dedicar esta nueva entrega de La Espiritualidad Prohibida.

Me propongo exponer, precisamente, lo problemático que en lo interno de nuestro país se encuentra presente y tenemos que resolver ineludiblemente, aunque sea difícil apreciarlo en la superficie de la sociedad. Incluyendo que el triunfalismo de los que ideológicamente se encuentran detenidos en el tiempo, se encarga de taparlo y/o convertirlo en tabúes inmencionables. Lo peor, es que los que así actúan lo hacen por lo general en las sombras del anonimato y con poco ruido personal, que nos impiden identificar quiénes son en realidad; lo que en definitiva se añade como peligro también latente al contenido de las acciones en cuestión. Por tanto, considero urgente sacar a la superficie, cuestionar, neutralizar y/o resolver definitivamente estos peligros que se presentan al interior de nuestra sociedad. Debemos hacerlo, como parte esencial de la defensa del país y del desarrollo integral del proceso revolucionario cubano.

Precisamente, el momento en que nos encontramos, caracterizado por el accionar positivo del Gobierno integrado por las nuevas generaciones formadas por la Revolución, que encabeza Miguel Díaz-Canel, exige la meticulosidad del análisis y la cultura del detalle, como ha expresado el presidente, de manera que no queden cabos sueltos de ninguna índole. Hay una frase del propio presidente expresada durante su última visita a la provincia de Sancti Spíritus (25 de enero del 2020) que señala textualmente una actitud incorrecta que se ha extendido y que tenemos que enfrentar con fuerza, la de “Ver como normal las cosas que son anormales”.

Detrás de estas concepciones erróneas que Díaz-Canel sacó al descubierto en su intervención, se esconden muchos de los problemas internos que nos amenazan y que no pueden ser atribuidos al bloqueo y la guerra económica que nos tienen declarados y en plena ejecución el imperialismo y sus acólitos que lo secundan; porque esas cuestiones internas a que me refiero aparecen como cosas normales que en sus intríngulis son en realidad anormales y a veces muy anormales.

Cuando vemos como normales las cosas que son anormales, bordeamos a ciegas las brechas de abismos y de un precipicio que abren un grupo importantes de peligros latentes en lo interno de nuestra sociedad y se presentan enmascaradas con un superficial criterio de que son solo algunas muy simples anormalidades. Esta es una causa importante que cambia el sentido de muchas cosas que tendríamos que enfrentar y que resolver.

Otro aspecto esencial al respecto de estas situaciones, es que la esperanza constituye un motor muy importante que mueve a la vida personal y social. La esperanza es un proceso espiritual que se retroalimenta y/o se debilita de acuerdo a como actuemos en el desarrollo, en la defensa, en el trabajo político e ideológico y en el enfrentamiento de las cuestiones anormales que aparecen como normales. Anormalidades falsamente vistas como normales, manifestadas en una relación biunívoca que puede crearnos una dinámica en círculo vicioso del que es difícil salir si no definimos cuáles son esas cosas que estamos viendo como normales y que son anormales. No es un trabalenguas lo que refiero; es, en realidad, un asunto muy serio que Díaz-Canel ha sacado a la luz pública. La esperanza también puede ser liquidada por la acción de la burocracia en lo interno y puntual del tratamiento de los problemas del pueblo, principalmente del pueblo de a pie.

Por otra parte, esa forma de ver las falsas normalidades constituye un asunto que puede existir a nivel del país y/o ser específico en cada lugar en cuestión; de ahí su complejidad intrínseca. Y de ahí también lo oportuno del planteamiento del presidente porque es, en definitiva, como un cáncer, que poco a poco va haciendo metástasis y se va reproduciendo con nuevos contenidos que no son fáciles de identificarlos en sus orígenes y peligrosidades si no comenzamos a aislarlo como se hace con los virus, para lograr vacunas adecuadas; y, además, definirlos en sus raíces primigenias que deben ser enfrentadas en su carácter de causas determinantes, ya que por los efectos no se pueden resolver los problemas, hay que ir a sus causas determinantes.

Estamos, pues en unas circunstancias en que matar a la esperanza de las masas adquiere una importancia política de primer orden para nuestros enemigos, porque con ello se dañaría sensiblemente la confianza en el Gobierno de las nuevas generaciones que releva por ley biológica de la vida a las generaciones que lograron el triunfo de la Revolución cubana. Ese es un Gobierno que en la actualidad genera la esperanza que mueve al pueblo rumbo al futuro; y el pueblo con esa esperanza viva siempre se aprestará a luchar sin descanso por ese futuro. Cuando menciono esa lucha sin descanso, me refiero a un destino geopolítico que generación tras generación de cubanos hemos tenido y tenemos que enfrentar dado nuestra cercanía geográfica con el “norte revuelto y brutal” que nos desprecia.

Esa esperanza comenzó a avivarse con Carlos Manuel de Céspedes en La Demajagua, la hizo efectiva José Martí con sus prédicas y con la Guerra Necesaria, y la activó definitivamente cuando parecía que iba a morir Fidel Castro con la Revolución triunfante de 1959. En consecuencia, los tanques de pensamiento del enemigo que nos agrede tienen muy presente que sus acciones esenciales deben estar dirigidas a la destrucción de esas esperanzas del pueblo en estos momentos cruciales, para minar su confianza en la Dirección de la Revolución. Son esperanzas que dan vida y mueven la voluntad popular de enfrentarse contra quienes quieren sojuzgarnos.

Para lograr ese objetivo de “matar la esperanza” del pueblo cubano y de culpar de victimario al Gobierno, que también es víctima junto con la población agredida por el imperialismo, fue que abiertamente el 6 abril de 1960, el subsecretario de Estado para Asuntos Iberoamericanos de los Estados Unidos, Lester D. Mallory, redactó el contenido de un memorándum secreto para fundamentar el Bloqueo, desclasificado en 1991, donde afirmó:

La mayoría de los cubanos apoyan a Castro […]. No existe una oposición política efectiva […] el único medio posible para hacerle perder el apoyo interno (al gobierno) es provocar el desengaño y el desaliento mediante la insatisfacción económica y la penuria […]. Hay que poner en práctica rápidamente todos los medios posibles para debilitar la vida económica […] negándole a Cuba dinero y suministros con el fin de reducir los salarios nominales y reales, con el objetivo de provocar hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno.

En torno a este planteamiento, es que se mueve lo esencial de la política agresiva de los Estados Unidos contra Cuba. El pueblo apoya abiertamente a la Revolución y a su Gobierno, y para ellos hacer verdaderamente efectiva su política de agresión, en primer lugar, se plantean romper la resistencia popular que objetivamente conocen que enfrentan. Desde el punto de vista psicológico, saben que la esperanza es un motor activo y crear el desencanto, desprestigiar a los dirigentes de la Revolución y convertirlos en victimarios y responsables de las penurias que va creando la política de bloqueo es para ellos un objetivo esencial para derrotar la Revolución cubana.

La política mediática que actualmente con gran intensidad desarrollan nuestros enemigos va dirigida a desprestigiar la Revolución, especialmente a sus dirigentes con fake news, basadas en determinados elementos que muchas veces nosotros mismos producimos como consecuencia de los peligros y amenazas internas que no somos capaces de neutralizar. Son situaciones que requieren de un detallado análisis interdisciplinario y que no pueden verse simplistamente.

En este sentido, es que tenemos que perfeccionar día a día nuestro trabajo político e ideológico y estar actualizándolo constantemente con creatividad y audacia, porque su estancamiento puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte.

Aquí es donde las amenazas internas que debemos descubrir y resolver refuerzan los ataques y las amenazas del “norte revuelto brutal” que nos desprecia. Respondo, pues, al planteamiento que hizo el presidente Díaz-Canel durante la visita que realizó hace algunos días a la provincia de Sancti Spíritus que cito textual, en la que recordó una indicación dada al Gobierno:

[…] trabajar en un ejercicio de pensamiento colectivo, y tratar de tener un banco de situaciones en las cuales hay trabas, en las cuales puede haber burocracia, en las cuales hay decisiones que tenemos que actualizar, para entonces con este banco de problemas, poder empezar a buscar los caminos, desde la gestión del Gobierno, con los cuales podemos ir eliminando, destrabando, ir soltando esas amarras […].

Además, también en la versión de lo que expresó al respecto durante esta visita, en un intercambio con la prensa nacional y extranjera que se publicó en el periódico Granma del sábado 25 de enero 2020, añadió que pidió a los miembros del Gobierno que están participando en estos recorridos “[…] que todos soliciten a los ciudadanos la explicación de estos asuntos que más le inquietan, y que todo el que pueda hacer una propuesta la haga en aras que sea tenida en cuenta”.

Quiero reiterar, en consecuencia, que uno de los objetivos esenciales de este capítulo es con mi análisis responder a esta solicitud, porque considero que el periodista revolucionario que piense a profundidad siempre debería sentirse aludido en lo personal ante una solicitud como ésta que busca la identificación de problemas que nos están afectando sensiblemente. Al respecto, pienso, que para proponer soluciones concretas hay que comenzar por plantear el análisis de lo que sucede tal como en mi criterio estoy expresando desde el principio, porque, como he dicho, esos problemas internos se esconden en los entresijos de una burocracia triunfalista que se caracteriza, en mi opinión muy personal, por lo rutinario, lo secretista, lo autoritario y lo poco creativo especialmente de su trabajo político e ideológico, que es imprescindible realizar para preservar al proceso revolucionario cubano.

Pienso que por ahí habría que comenzar: por el análisis y la búsqueda de las causas determinantes, así como por la definición de los responsables de las trabas en los hechos concretos cuando puedan definirse específicamente, porque los problemas en cuestión podemos clasificarlos en dos grandes grupos: los que dependen de políticas envejecidas, equivocadas y/o evidentemente erróneas, que no se corresponden con las realidades del momento. Y los que dependen del accionar de funcionarios, así como cuadros de dirección detenidos en el tiempo e, incluso, empleados que se toman atribuciones que no les corresponden y que de conjunto puntualmente, de una u otra forma, realizan acciones que dañan y maltratan a la población minando sus esperanzas y afectando su confianza en la Dirección de la Revolución. En todos los casos, hay que identificarlos y encontrarlos como primer paso solucionador, sobre la base del principio fidelista de cambiar todo lo que deba ser cambiado.

En este sentido, tenemos que en las bases de la sociedad en donde vive y se manifiesta el pueblo de a pie, es frecuente que principalmente en los comercios en donde se adquieren los productos de la canasta básica previstos en la libreta de abastecimiento que los bodegueros, los carniceros y los empleados en muchas ocasiones roben en el peso, engañen en los precios y maltraten en su trato a la población especialmente a los más viejos. La respuesta a los planteamientos de estos problemas muchas veces nunca llega y cuando los problemas alcanzan un clímax, entonces se producen sustituciones trayendo de otros barrios a quienes han hecho lo mismo y se realiza una especie de enroque.

Por otra parte, hay problemas y hechos que nunca se responden y la reacción es poco original y poco efectiva. Estas situaciones van creando en las bases una situación de desencanto y de fatalismo que va corroyendo por dentro el prestigio del Gobierno de manera sutil y silenciosa.

En esto, el papel preventivo que deben poseer los sistemas de opinión del pueblo demuestra poca efectividad, porque las respuestas, medidas y actuaciones en consecuencia nunca llegan o cuando llegan ya es muy tarde y/o comportan justificaciones; en tanto, que el daño ya está hecho. Lo extraordinario es que lleguen a tiempo; eso sucede también pero como dije es lo extraordinario. De estas situaciones fallidas se alimentan las campañas del enemigo a que estamos expuestos las 24 horas del día por sus redes sociales y medios de comunicación masiva; en especial la radio y la televisión satelital que constantemente nos invaden por la “antena”. En mi opinión, esta es una amenaza interna muy seria que se mantiene presente a lo largo y ancho del país con una gran complejidad que requiere a su vez de respuestas complejas y concretas.

Todo lo cual, podría integrarse en un plan de medidas esenciales que debería plantearse en mi criterio y proposición junto con las medidas económicas y de reorganización institucional algunas de las cuales ya se están aplicando por el Gobierno como resultado de sus visitas a las provincias y sus contactos directos con la población. Pero opino, que requieren de un completamiento que a continuación propongo en sus líneas y objetivos fundamentales, así como de una integralidad en su conjunto devenida estrategia de largo alcance:

- No demorar las respuestas de los planteamientos de la población que llegan por vía directa de denuncia o bien por la prensa como es la sección Acuse de Recibo de Juventud Rebelde, escrita por el egregio periodista José Alejandro Rodríguez, que muchas veces he mencionado en mis artículos. Así como por vía de otros medios periodísticos locales como es el periódico Granma que publican secciones similares.

- En este sentido, es necesario tener muy en cuenta lo que se ha planteado con reiteración al respecto de la necesidad que se planteen soluciones en vez de justificaciones tan al uso en estas cuestiones.

- Tomar medidas verdaderamente ejemplarizantes cuando se comprueben estos hechos malignos, con todos los responsables de arriba a abajo, que nunca impliquen los antes mencionados enroques de personas con similares violaciones en distintos barrios y/o lugares del país.

- En mi criterio, como parte del VIII Congreso del Partido, de su preparación y de su realización efectiva en abril del 2021, es imprescindible darle un vuelco total al trabajo político e ideológico en la base de la sociedad, con la audacia y la creatividad necesaria acorde con las circunstancias del momento en que estamos viviendo.

- Erradicar por completo los autoritarismos y los secretismos que tantos daños nos hacen.

- Erradicar la vieja escuela de tratamiento a las personas en los comercios, centros de servicios y/o de trámites necesarios, así como de atender a los clientes y a las personas que tienen que acudir a esas instancias, como si todos fuéramos unos infractores en vez de ciudadanos necesitados de resolver problemas que nos son necesarios y/o de adquirir los bienes y productos que nos hacen falta para resolver nuestras necesidades más perentorias.

Muchas de estas situaciones dañinas que expreso van quedando en la conciencia de las personas y poco a poco van creando estados de opinión y desengaños que comienzan por ser simples resquemores, pero que son alimentados y en muchas ocasiones magnificados por la acción subversiva constante de las campañas del enemigo pletóricas de fake news. Es algo sutil, pero en mi opinión muy peligroso.

Lo cual se incrementa por la acción de la burocracia, los conservadores y los detenidos en el tiempo que rechazan la crítica como proceso esencial del perfeccionamiento revolucionario. Rechazo el hipercriticismo de algunos, que todo lo ven mal, tanto como también rechazo de plano la actitud anticrítica que los conservadores y burócratas ponen en práctica, silenciando a quienes ejercen la crítica objetiva y oportuna. Esta acción anticrítica es también un peligro que nos amenaza en lo interno de nuestra sociedad, porque sin la crítica y sin la autocrítica es como si nos pusiéramos una venda en los ojos.

Esto es algo que, en mi criterio muy personal, aunque de palabra la crítica es de aceptación general, pero que en la práctica concreta no se desenvuelve de la forma en que lo necesitamos con urgencia. El muy utilizado argumento por la burocracia de no darle información al enemigo de nuestros errores, en mi criterio es realmente una falacia, porque el enemigo con todos los recursos que posee se mantiene muy informado y al día de nuestros errores, deficiencias y debilidades, muchas veces mejor que nosotros mismos.

En este orden de cosas, debo decir que el secretismo al respecto que algunos recomiendan se convierte en un remedio peor que la enfermedad, porque en sí mismo deviene un importante objetivo que el enemigo utiliza para atacarnos directamente. Esto se ha desarrollado a tal punto que muchos buscan en las informaciones del exterior situaciones y hechos que la prensa nacional no informa a tiempo y que el enemigo es el primero en plantearlo, a veces varios días antes de que en lo nacional informemos y actuemos al respecto.

Se me quedan por plantear algunas cuestiones, quizás muchas más, porque no es posible abarcarlo todo de una sola vez, pero pienso que lo que aquí he expresado se refiere a problemas importantes que no deberíamos pasar por alto. En esto debo decir que no soy yo el único que piensa así al respecto y que plantea estos problemas. Somos muchos más que deberíamos ser tomados muy en consecuencia.

Así lo pienso y así lo expreso en mi derecho a opinar, con mis respetos para la opinión diferente y sin querer ofender a nadie en particular.

Continuará.

Finalmente, les reitero mi correo electrónico con el propósito de que puedan trasmitirme criterios, opiniones y preguntas: [email protected]

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